De la mano del Señor
Algunos somos providencialistas, y a mucha honra. Sólo la acción directa y todopoderosa del Hacedor puede explicar que todas las puertas a las que llamamos se abran, que todas las personas a las que pedimos ayuda nos ofrezcan su mano y su sonrisa, que allí donde miramos de frente nos mantengan la mirada. Sólo desde la humildad y desde la verdad era posible conseguir que tanta buena gente haya querido arrimar el hombro para que DiarioYa.es haya podido cumplir hoy su primera semana de vida en Internet.
El buzón de correo electrónico de este diario digital ([email protected]) está lleno de emails que nos felicitan, que nos animan, que nos ofrecen su colaboración desinteresada, que nos hacen críticas constructivas en un tono de amistad…Mensajes emotivos de españoles que se acuerdan o han oído hablar de aquel viejo YA que andaba por las casas de este país, con su formato peculiar y su cabecera inolvidable, aquel gran periódico en el que todas las opiniones cabían si se realizaban con respeto, pero que siempre fue fiel a un estilo y a una idea de las cosas.
Son tantos los agradecimientos que no cabrían en este editorial. Lo único que este diario puede hacer para corresponder a tantas muestras de afecto y solidaridad es cumplir con nuestro objetivo; no defraudar a nadie. Seguir la senda que nos hemos trazado, que ciertamente no es fácil en estos tiempos de apogeo del “progresocialismo”. Ser capaces de diferenciarnos con un mensaje inequívoco, claro, sin caer en exageraciones ni radicalismos vanos, con la única Verdad que conocemos y de la mejor Mano que podemos ir.
El dato que revela la encuesta que publicamos ayer en la portada de DiarioYa.es nos llena de emoción y también de responsabilidad: la línea editorial de este diario digital es lo que más gusta a nuestros lectores. Eso quiere decir que hay mucho por hacer, pero que estamos muchos en el mismo barco, remando en la misma dirección…, quizá contracorriente, pero convencidos de que ganaremos, porque estamos en el buen camino. En el mejor camino.
El laicismo imperante y el relativismo asfixiante no conseguirán movernos un milímetro de nuestra posición inicial. No es verdad que la religión sea algo relativo al ámbito particular de los cristianos, ni mucho menos. Tenemos derecho a hablar, tenemos todo el derecho a estar ahí, donde siempre hemos estado a lo largo de la Historia, desde que los leones se merendaban a los primeros “locos” en el circo romano. Siendo sencillos en la buena nueva, y elevando nuestra mirada al Padre cuando vienen mal dadas. Pero con muchísima dignidad.