Editorial: "Nuestras tropas"
Poco puede hacerse ante la barbarie del terrorismo islámico. Como mucho, poner de relieve su profunda irracionalidad e inutilidad. Dos españoles han pagado con sus vidas un nuevo acto terrorista en Afganistán, concretamente en la ciudad de Herat, donde los nuestros continúan cumpliendo con su obligación. Los militares no necesitan discursos empaquetados, ni de políticos ni de periodistas. Saben que lo suyo es eso: mirar a la muerte de frente, y a veces morir.
Pero llama poderosamente la atención, una vez más, la hipocresía nauseabunda de estos politicastros que rigen nuestros destinos, y que no pueden tener menos vergüenza de la que tienen. Mientras sus discursos subrayan lo innecesario de mantener tropas en el extranjero, porque lo importante es la paz y no la guerra (adviértase la memez mayúscula del disparate), cuando se producen hechos tan luctuosos como el atentado suicida de ayer, todos lucen circunspectos y apesadumbrados, como sorprendidos de que algo así pueda suceder.
El Partido Socialista llevó a cabo una campaña impresentable de manipulación de la opinión pública española en relación con la guerra de Irak. Una campaña cobarde, preñada de mentiras, impropia de alguien que se dedica a la cosa pública. Cuando llegó al poder, gracias a esa y a otras campañas de similar jaez, tuvieron la desvergüenza de retirar a los soldados de Irak y multiplicar las tropas en Afganistán. ¿En un sitio no y en otro sí?, ¿no es la guerra igual en todas partes?, ¿no se muere igual en un lugar que en otro? Parece evidente que sí.
Pero en España no importa la verdad, importa lo que los medios de comunicación afines al socialismo presentan como verdadero o como falso. Y Zapatero, ese paladín de la paz mundial, es capaz de endilgar una perorata infumable de las suyas sobre el buenismo y la Alianza de Civilizaciones, y a la vez dar el pésame a las familias de unos soldados que están en Afganistán porque así lo quieren él y su gobierno. Esa es la pura realidad.
Insistimos: estas son razones para la prensa y para el pueblo. Los militares no necesitan palabras, porque saben de sobra que estas cosas van en el sueldo. Su trabajo es defender a España y servir allí donde hacen falta, dejándose la piel y la vida. Es penoso que tan altas virtudes, que tan ejemplar actitud vital, quede siempre manchada por la irresponsabilidad y la cobardía de los "padres de la patria". Ciertamente penoso.
Lunes, 10 de noviembre de 2008.