En asuntos importantes, en todo aquello que toca a cuestiones de conciencia y en lo que está en juego algo tan sagrado como es la dignidad de la persona, no se puede estar a medio camino. En temas como la defensa de la vida humana, titubear es dudar, y dudar es cometer la peor de las faltas, la que mezcla cobardía y soberbia traicionando, además, el silencio de muchos inocentes.
Hemos conocido la iniciativa de unos cuantos diputados del PP, bajo el nombre de “Familia y dignidad humana”. Los padres de la criatura son los diputados Azpiroz y Pintado, que en la asociación figuran como vocales, junto con Jorge Fernández Díaz, Lourdes Méndez, Carlos Mayor Oreja, Manuel Silva o Jordi Casas, entre otros. Los cargos se los adjudican a Julio Iglesias Ussel, como presidente, Eugenio Nasarre, como vicepresidente y Luis Peral como secretario.
Según consta en los principios fundacionales de esta asociación, "la vida humana comienza desde el momento de la fecundación y como tal debe ser jurídica, ética y socialmente protegida". También defiende "el valor antropológico del matrimonio contraído entre hombre y mujer, garante de la transmisión de la vida" y destaca la importancia de los niños y menores, y "el derecho de los padres a elegir en libertad la educación de sus hijos".
Todo esto está muy bien, pero de nuevo nos preguntamos: ¿Qué han hecho estos diputados y miembros destacados del PP para hacer cambiar la línea habitual de su partido, que es la de “respetar la ley vigente”?, ¿son conscientes de que esa “ley vigente” es la que ha provocado más de un millón de abortos en España desde el final del franquismo hasta nuestros días?, ¿qué pretende el partido presidido por Rajoy al alentar este movimiento asociativo, lavar en parte su conciencia por no llevar en su programa electoral lo que, en privado, piensan y defienden algunos de sus miembros? No se entiende.
Insistimos: en cosas de este calado y de esta importancia, la ambigüedad resulta especialmente odiosa, y la falta de valentía puede incluso provocar la náusea. El PP tiene que hacer una profunda reflexión sobre muchas cosas, pero especialmente sobre los principios, esos que dice defender contra viento y marea en sus muchos anuncios propagandísticos. El movimiento se demuestra andando. Ante la cultura de la muerte imperante, no cabe “defender la ley vigente”, hay que hablar claro y exigir que se derogue la actual ley y todas aquellas que permitan el asesinato indiscriminado de miles de niños en España. El PP, con o sin asociaciones anejas, tiene la obligación moral ineludible de posicionarse de manera rotunda e inequívoca, de decir si está con la vida o justifica la muerte de la forma más abyecta posible: con medias verdades.
Este diario no se dedica a redactar programas políticos, como hacen algunos periodistas ricos de este país. Pero este diario sí tiene una idea clara del Bien y del Mal, y de ninguna manera amparará jamás aquello que vaya en contra de lo que nos dicta nuestra conciencia como católicos. Ojala seamos muchos los que estemos en este lado del río; pero el que, por interés o cobardía, por miedo a perder lo que tiene o a no ganar más, prefiera estar enfrente, que sepa que nos tendrá siempre humildemente en contra.
Sábado, 20 de Septiembre de 2008.