Editorial: "Todos contra EpC"
Mucho más importante que la batalla política, centrada en dos grandes partidos con idéntica ideología y similares vicios, los ciudadanos que aún no hayan sido fagocitados por la in-cultura dominante deben ganar la batalla de los valores, la batalla moral. Hoy, más que nunca quizá, es la hora de las personas, de la gente normal. Nos equivocamos al pensar que algún político emergerá de la mediocridad reinante, como un Napoleón redivivo (y elegido en las urnas, claro), para resolver nuestros problemas. De la actual clase dirigente es imposible que salga nada a la altura de lo que se merece un país con la Historia que tiene España. Imposible del todo.
Por eso, lo que están haciendo las miles de familias que han acudido a los tribunales para defender su derecho a objetar en conciencia con el fin de que sus hijos no tengan que someterse a ese lavado de cerebro colectivo e indecente llamado Educación para la Ciudadanía, tiene un extraordinario valor. Es un verdadero ejemplo de espíritu crítico, de rebeldía con causa ante la dictadura silenciosa de lo políticamente correcto. Es un grito rebosante de dignidad contra el totalitarismo progre y su incesante empeño por cambiar el orden natural de las cosas.
Decirle a un niño en edad de formarse intelectualmente que un matrimonio puede ser entre un hombre y una mujer, o entre dos hombres, o entre dos mujeres, o entre un hombre y una morsa, o entre una mujer y una silla, es contribuir firmemente a que cuando crezca y se convierta en un hombre hecho y derecho, en lugar de un ciudadano respetable sea un majadero de tomo y lomo. Las consecuencias de esa actitud impresentable desde un punto de vista educativo las ha estudiado bien el doctor Polaino, quizá la mayor autoridad en la materia que hay en Europa, y se resume en que ya hay chicos de diez y doce años sin identidad sexual.
Es un crimen (sí, no seamos tibios en la adjetivación cuando sabemos que es cierto), es un crimen de lesa humanidad pervertir la frágil mente y la todavía débil voluntad de un niño llenando su cerebro de basura ideológica, falseando las verdades más elementales e irrefutables, ocultando aquello que es tan evidente como la luz del sol o las estrellas. Y todo por el poder. Y todo para que los politicastros a los que el pueblo ha entregado la soberanía se perpetúen en su vida regalada, que sufragan, por cierto, con nuestro dinero. ¿Realmente es posible que estén tan ciegas "las mayorías" para no ver este diabólico juego de ingeniería social?
Hoy, posiblemente, conoceremos la decisión del Tribunal Supremo sobre algunas de las objeciones de conciencia al engendro de EpC. Ayer, los magistrados prefirieron no dar una respuesta precipitada, imaginamos que sabedores de que la artillería giliprogre tenía las baterías cargadas con su verborrea llena de idioteces de todo a cien, ese discurso "made by Pepiño" ideal para cráneos con telarañas. La ley natural y la moral objetiva existen, les guste a los izquierdosos o les moleste a los liberales. Por suerte, aún hay miles de personas que lo saben.
Martes, 27 de enero de 2009.