Editorial: "Una prensa más seria"
Diario YA nació el primero de julio de 2008 para ofrecer al mundo una visión católica de la actualidad, para clamar en el desierto de lo políticamente correcto y para luchar, en la medida de nuestras limitadísimas fuerzas, contra el relativismo moral que pudre lentamente la sociedad occidental. Pero no sólo para eso. Este diario digital también quiso desde el primer momento abrir temas de diálogo y reflexión acerca de la profesión periodística, de la deontología en los comunicadores, de lo que se debe y no se debe tolerar en el ejercicio de este bello oficio.
El periodista está siempre en el desfiladero de su conciencia, entre dos montañas: la de las presiones políticas y la de las presiones empresariales. La diferencia entre los verdaderos periodistas y aquellos que usan este oficio para medrar en sus apetencias de poder estriba, precisamente, en cómo reaccionar ante la coacción o el chantaje. Y en determinados asuntos, un profesional de la información debe ser capaz de romper una dinámica perniciosa, por masivo que sea el apoyo que tenga, en beneficio de sus públicos, a quienes se debe.
Ayer, sin ir más lejos, asistimos con estupor a un ejercicio intenso de estupidez periodística por parte de decenas de medios de comunicación que parecían subyugados por el tonteo de carantoñas, palabras amables y gestos de complicidad entre la presidenta regional de Madrid y el ministro de Fomento. Toda la noticia era esa: la aparente amistad, la cordialidad, quizá simple y llanamente la exigible buena educación entre dos políticos de distintas administraciones y de partidos que rivalizan en las urnas. Cámaras, fotógrafos, plumillas..., todos a la carrera, máxima expectación, el mundo pendiente de si se dan el "sí, quiero" o el "no quiero".
Y nosotros, que somos pequeños pero acostumbramos a pensar por nosotros mismos, preguntamos en voz alta: ¿Se ha parado a pensar, alguno de los sesudos editores de informativos que enviaron al acto a sus mejores reporteros, qué tiene que ver todo ese show de vanidades con el interés general? Más aún: ¿se han preguntado qué tiene que ver la amistad o enemistad, la simpatía o antipatía entre dos políticos con sus responsabilidades concretas en relación a la gestión de los recursos públicos, que es la razón por la cual están en sus cargos?
A no ser que lleguemos a la conclusión de que la relación entre las administraciones públicas, (protocolaria, estable, normalizada) depende de la relación personal entre quienes circunstancialmente están al frente de ellas, hipótesis que sencillamente causa escalofríos. No debe ser así, y los periodistas no podemos conformarnos con que sea así. No convirtamos en noticia lo que no lo es; respetemos a los públicos, que se merecen algo más que nuestra idiota complicidad con los compadreos de la clase política.
Jueves, 16 de abril de 2009.