Editorial: "ZP en Cuba"
El segundo ser vivo, después de Enric Sopena, que más ha hecho en el mundo por la democracia, el pluralismo y la Alianza de Civilizaciones es, sin duda, José Luis Rodríguez Zapatero. Sus lecciones de cómo ser tolerante, pacífico, abierto y "buenrrollista" forman parte ya, por derecho propio, de la Historia de la Metafísica, y su altura de miras le sitúan como uno de los hombres con mayor visión política que ha dado España, sólo eclipsado por Fernando VII.
Siendo esto así, y parece que así es, es de suponer que este presidente que nos regaló el Destino (eso sí, después de un grave "accidente" en unos trenes de cercanías) se mostrará todo lo duro que él es capaz de ser cuando se tope cara a cara frente al hermano de Fidel en la isla caribeña famosa por su respeto a los Derechos Humanos. Tenemos pocas dudas de que ZP arqueará las cejas, como poco, y eso siempre da mucho miedo a los malos.
Zapatero, que jamás consiente el atropello a los débiles, que sufre como nadie con el arrebato de las libertades, que suda sangre al conocer la opresión de los trabajadores, que querría ser Lenin para abanderar la lucha contra la injusticia y la corrupción institucional, creemos con toda honestidad que no se quedará callado ante el hermano de Fidel. Sus lecciones de socialismo y sus impagable teorías sobre la democracia no deben quedarse en tan estrecho espacio como el que encierran las fronteras de España.
Hasta ahora, conocíamos las feroces críticas de Zapatero, y de toda la izquierda pelota, pesebrera e intelectualmente yerma que le secunda en la prensa adepta, a la dictadura franquista. Pero jamás, hasta el momento, hemos escuchado de nuestro presidente una condena rotunda, tajante y sin ambigüedades del régimen estalinista que manda en Cuba desde hace medio siglo. Sobre ese particular, siempre tibiezas y disculpas.
Alguien como Zapatero, que ha entrado con paso firme en la Enciclopedia Universal gracias a sus desvelos por el Hombre (siempre que no tenga menos de nueve meses ni más de 90 años), jamás debiera permitirse que quedaran dudas sobre su apoyo decidido a un proceso democrático en la isla. Por eso, esperamos que, ya que no puede recibirle el viejo revolucionario (no, Carrillo no..., nos referimos a Fidel), al menos a su hermano se atreva a decirle un par de cosas. Si quiere, le damos ideas.
Miércoles, 15 de Octubre de 2008.