El “reality show” de la política española
Diego Fierro Rodríguez. La labor desarrollada por los dirigentes políticos es más notoria que nunca. Las actividades públicas de muchos líderes políticos están siendo controladas y, en muchos casos, están siendo enjuiciadas por los medios de comunicación y por los ciudadanos. Es fácil comprobar este hecho si se observa lo sucedido con algunos dirigentes en Twitter o si se analiza la puesta en escena de algunos discursos, como el que Pedro Sánchez realizó durante su presentación como candidato del PSOE a la Presidencia del Gobierno.
El fenómeno de las tertulias políticas siempre ha existido, pero ahora ha cobrado una fuerza descomunal, que extiende sus efectos a programas de las distintas cadenas y a las redes sociales, que tienen como objetivo atraer a aquellos sectores de la ciudadanía que quieren estar pendientes del desarrollo del panorama político.
Los espectadores actuales son los votantes del futuro, que no está muy lejos. Este hecho provoca que los programas televisivos de corte político sean plataformas realmente atractivas para difundir la imagen de los distintos partidos, que buscan, intencionadamente, representantes que tengan carisma y que puedan ganarse la confianza de ciudadanía desde la mesa de debates organizadas por las principales cadenas televisivas y desde las redes sociales.
Bastantes protagonistas de la batalla política se han percatado de que la comunicación es esencial para poder persuadir a la ciudadanía de que sus características son virtudes que superan a los vicios de los demás. Esta circunstancia es esencial, ya que los profesionales de la política suelen andar bajo tempestades provocadas por sus errores del pasado.
Resulta necesario tener presente que no todo está en la forma, aunque tampoco está en el fondo, pero parece que todo se ha reducido, en la arena política, a salir bien a través de la televisión y de las redes sociales con la intención de causar una buena impresión en todas las personas que siguen las tertulias, que son electores. El mundo de la política se ha convertido en un auténtico espectáculo dirigido hacia los ciudadanos por políticos que están más especializados en aspectos mediáticos que en aspectos puramente materiales relacionados con las medidas necesarias para que puedan resolverse los problemas que la sociedad española está teniendo que sufrir todos los días en relación con la corrupción política, el paro y la crisis económica.
Las apariencias y el aspecto formal están muy bien cuidados. Sin embargo, falta atender la esencia de los verdaderos problemas y presentar las mejores medidas para resolver los aspectos negativos del país. Por eso, se echa de menos, más que nunca, que exista un justo equilibrio entre las propuestas políticas, su puesta en escena y su posterior ejecución.
Es necesario que haya buenos políticos, no que haya políticos atractivos. Más de una persona pensará que si reúnen ambos caracteres será mejor, pero eso no es lo importante. Lo fundamental es tener los conocimientos necesarios para tratar los problemas y cómo, cuando y dónde tratarlos, pero sin olvidar, en ningún caso, la necesidad de saber exponer sus ideas.
Las propuestas tienen que caracterizarse por tener el mejor contenido, además de por ser presentadas en el mejor recipiente. Esta idea debe tenerse presente y recordarse siempre.