Luis de Haro
La Institución del Teatro de la Zarzuela, fiel a su cotidiana labor de preservar y divulgar nuestro patrimonio lírico ha podido encontrar un hueco para reunir al equipo artístico adecuado y dar cabida en su programación a este título de Gaztambide, para sacarlo –por fin- del baúl de los recuerdos. Una obra que, tan injustamente, durante tanto tiempo ha estado sumida en el mayor de los olvidos y “resucitar” también , a uno de los más grandes compositores españoles de su historia, como reconoce el director musical , Miguel Angel Gómez Martínez: .“ Gaztambide es un compositor de primera fila . Lo increíble es que sus obras no se representen con mayor frecuencia”.
166 años de ausencia de cualquier teatro son demasiados para una obra de este calibre artístico. La Zarzuela ofrece 13 funciones en las que intervendrá un amplio elenco de primera fila compuesto por actores y cantantes actores que estarán dirigidos en la parte escénica por el director italiano Marco Carniti. Funciones que se han ofrecido en memoria del maestro Gustavo Tambascio, fallecido en febrero del pasado año, tras haber realizado tanto una primera adaptación del libreto como la elaboración general de la escena y las líneas maestras del vestuario, concebido todo con un espíritu tan genial como libre. En esta presentación intervendrán también la orquesta y el coro titulares del Teatro.
La trama de esta nueva producción del Teatro de la Zarzuela es una versión libre del libreto de Patricio de la Escosura, revisada y con las naturales adaptaciones de Raul Asenjo, gran conocedor del trabajo anticipado en su día por Tambascio, que ha redondeado una gran labor para poder ofrecer una comedia sumamente ágil, proporcionándole un lenguaje actualizado y vivo, fiel al original pero que, como es natural, necesitaba una cuidada puesta al día adaptada al público de hoy. Carniti ha trasladado su acción a la Roma de los pasados cincuenta sesenta, la época de la “dolce vita”, en la que se narran los andares y peripecias de un remedo de compañía artística que tiene la intención de rodar por primera vez una zarzuela para el cine y, concretamente, con la técnica del sistema cinemascope, para poder difundirla por todo el mundo.
“El sueño…“ fue concebida por su autor como una ópera cómica realizada en tres actos Se estrenó en el Teatro del Circo de Madrid en febrero de 1852. Una época en que el interés de la Corona española con Isabel II a la cabeza le daba más crédito a las compañías procedentes de otros países que a las españolas, que debían de abrirse paso como podían. Según se indica en el programa de mano, este “Sueño” de Gaztambide puede calificarse como una clara parodia realizada en torno a la figura de dicha reinSoberana. Su origen se centra en el año 1850, cuando en París se comienza a representar la obra “Le songe dúne Nuit d´Eté”, que no era más que una adaptación de la obra homóloga del escritor inglés firmada por los autores Josep-Bernard Rosier y Adolphe de Leuven. Al iniciar su trabajo, Carnuti recuerda las palabras de Shakespeare: “En el mundo todo es teatro”. Una idea que Gaztambide recogió para montar esta historia que camina entre el sueño y la realidad, lo concreto y lo difuso, dándole a la vez un sentido exotérico para situarla en un contexto histórico en el que una aristocrática dama italiana, claro remedo de la reina Isabel II , por amor a un guionista español que gozaba de cierta fama en Estados Unidos –el propio Williams Shakespeare- desea subvencionar el rodaje de una zarzuela preparada en cinemascope, con la conocida idea de darla a conocer por todo el mundo. Una historia que no es más que una adaptación de otra adaptación. Llena de verdades y mentiras, basada en la fuerza y convicción que, en aquella época, el cine y que con un giro muy especial, pasan por ella personajes como Falstaff, un cantante de ópera en decadencia; Shakespeare, un guionista español en el exilio; Orson Welles y la misma Reina Isabel II, transformada en la aristocrática princesa Isabella Tortellini
La música de Gaztambide, como indica, Gómez Martínez, ofrece una partitura muy divertida plagada de unos momentos líricos y poéticos muy atractivos que, a pesar de ser populares, pueden parecer fáciles de interpretar, pero en realidad tienen una gran dificultad técnica para todos los intérpretes( vocales e instrumentistas). Cuenta con una línea melódica claramente rossiniana y muy belcantista (especialmente en la 2ª parte) que exige una orquestación muy cuidada y brillante.
Puesta en escena
Marco Carniti, como dice el refrán, antes de cocinero ha sido fraile. Tuvo una primera fase artística en la que desarrolló primero las funciones de bailarín y actor, pero ha encontrado su verdadera vocación teatral en la dirección escénica. Reconoce con humildad que ha tenido que aceptar de buen grado las líneas maestras que para ella ya había trazado el fallecido Tambascio, tanto para la escena como para los figurines. La escenografía de Nicolas Bone, a pesar de la simplicidad del montaje, en el que ni falta ni sobra nada, ha resultado muy atractiva, brillante y variada al concebir la primera parte con una mayor movilidad y darle a la segunda un carácter bastante más musical, sin olvidar ni un momento la agilidad escénica, al haber concebido Gaztambide para ella los mejores momentos musicales de la obra que han servido para corroborar la calidad sonora de todos los intérpretes, especialmente de María Rey-Joly (Princesa Isabella Tortellini), Antoni Lliteres ( Guillermo del Moro/William Shakespeare) y Valeriano Lanchas ( Juan Sabadete/ Sir John Falstaff) y todos los demás , actores y cantantes actores, que sin el menor fallo sobresalieron igualmente en la parte dramática que tan importante papel juega en la obra.
Miguel Angel Gómez Martínez que, además de desarrollar con gran acierto la natural revisión que la partitura original de Gaztambide necesitaba, ofreció una delicadísima versión de la obra, que resultó bastante más atractiva en esa bellísima 2ª parte plagada de numerosas arias y dúos, muy bien acompañados por el coro.
No deja de ser curioso que este “Sueño …” de Gaztambide, con la extraordinaria belleza y agilidad musical que objetivamente posee no sea tan recordada como títulos tan recordados como “El Barberillo..,”la Gran Vía” o la misma “Doña Francisquita”, y hasta “La verbena de la Paloma” Sin duda su autor prefirió la belleza a la popularidad. Cuestión de opiniones. no cabe duda.
La Orquesta titular del teatro que contó con unos solistas tan dúctiles como el clarinete, la flauta y el obóe, respondió con verdadera eficacia y entrega a las delicadas y serias indicaciones de su director.