El arzobispo de Pamplona predica contra la crisis en las Javieradas 2012
Pedro Sáez Martínez de Ubago. Las Javieradas son dos peregrinaciones populares que realizan devotos de toda Navarra y de provincias limítrofes al Castillo de Javier, cuna San Francisco de Javier para honrar al santo a quien muchos peregrinos acuden por devoción, ya en señal de penitencia para buscar en algo la intercesión del santo o para darle gracias cuando ésta se ha obrado. También, en una sociedad cada vez más laica no faltan quienes, como en el Camino de Santiago, hacen la etapa, que puede oscilar entre los 140 y los 8 kilómetros, según el lugar de residencia y salida, más como algo deportivo que movidos por la fe. Estas peregrinaciones tienen su origen, según versiones, en la canonización del santo navarro, celebrada el 12 de marzo de 1622; o bien en la peregrinación organizada por la Diputación Foral de Navarra el 4 de marzo de 1886 por atribuirse al santo que Navarra no padeciera una epidemia de cólera. Actualmente se realizan dos peregrinaciones, coincidiendo con los dos primeros domingos de marzo, los domingos más cercanos a la canonización del misionero jesuita universal. Con todo, al margen de las tradiciones seculares basadas en hechos aislados, históricamente la primera javierada, en la forma en que hoy se celebra, fue realizada el 10 de marzo de 1940 y protagonizada por excombatientes requetés de nuestra última guerra civil, quienes agrupados en la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz, congregaron unos cinco mil peregrinos que recibieron la bendición del Obispo de Pamplona, Marcelino Olaechea, cuyos restos mortales se veneran hoy en una capilla de la catedral de Valencia.
Este año han peregrinado unos 45.000 fieles, que han acudido caminando a Javier durante los dos últimos fines de semana, muchos de los cuales y a pesar de las inclemencias e inconstancias del tiempo, porque ha habido sol y calor, lluvia y viento, llegaron al castillo, saludaron al santo, acudieron a la novena, asistieron a la santa Misa y volvieron a sus casas, generalmente alegres como reza la jota “Si con los pies rotos / vienes desde la ardiente Bardena, / cuando llegues a Javier, / verás que vale la pena”.
En ambas ocasiones ha participado en la marcha y celebrado la Misa el Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela, monseñor Francisco Pérez, quien ha sabido aprovechar la difícil situación que atraviesa España, y Navarra como parte de ella, para predicar la fe a la que Javier entregó su vida y la doctrina social de la Iglesia como remedios y consuelos para la crisis que nos asola.
Entre las palabras del Arzobispo destacaremos que “la caridad y el amor fraterno no entienden de recortes”; su invitación a impulsar “mayor entrega y generosidad” ante las necesidades actuales; o bien “Son tiempos difíciles los que nos toca vivir, no podremos solucionar todos los problemas, ni podremos enjugar todas las lágrimas, pero estamos dispuestos a compartir lo que tenemos, nuestro bienestar y, lo que es más importante, nuestra alegría de hijos de Dios”.
Igualmente, Monseñor Francisco Pérez agradeció a Dios que le conceda participar en “esta maravillosa peregrinación”, y conminó a los participantes de la Misa de la primera Javierada a que “no tengan miedo a abrir el corazón a Jesucristo” y a “ser sus mensajeros como lo fue San Francisco Javier”. Y, al tiempo, animó a los peregrinos a “tener los oídos abiertos a los quejidos de los que nos rodean” y les pidió que se preocupen y atiendan “a los más pobres” porque son “imagen de Cristo”; y exhortó a los fieles a ser generosos y a que “no se acomplejen ante las dificultes” para “llevar a todos la fuerza de la esperanza”. De la Javierada, dijo el arzobispo “hoy es un día de fe” y la Javierada “es una manifestación” de la misma, y por eso todos los peregrinos “han venido fundamentalmente porque creen en Dios y porque están convencidos de que la fe puede transformar el mundo”.
“En la historia de la Iglesia siempre se ha afirmado que los creyentes se fortalecen creyendo y nosotros hoy hacemos una vibrante y profunda profesión de fe y un acto sincero de amor a Dios y al prójimo”, aseveró. “Sabemos bien que la fe crece cuando se vive como experiencia vital, lo mismo que el amor se recibe y se comunica como experiencia de gracia y de gozo”, subrayando que “la fe nace, se desarrolla y se nutre de la escucha a Jesucristo” a través de “la lectura de la Escritura, la atención a nuestros hermanos y a los necesitados, y la oración”; y en consecuencia, predicó que la fe "no es algo triste y apagado, sino la luz que ilumina nuestras vidas y aporta el gozo de vivir con ilusión", por lo que ha animado a vivirla de manera más intensa "en una época en la que el pesimismo se ha convertido en lo normal" […] "porque miramos mucho hacia abajo y poco hacia arriba". Todo ello le llevó a terminar rogando por las autoridades y, de modo especial, "por los empresarios, para que animados y apoyados, sean generadores de puestos de trabajo y tiendan la mano como el buen samaritano a aquellos que están postrados al borde del camino".
Mirando un poco hacia abajo y algo hacia arriba, aunque quizás no tanto como invitaba la predicación, las Javieradas ya pueden entenderse un pequeño milagro. Porque con sólo considerar que, moviéndose unas 45.000 personas por todas las carreteras de Navarra, en jornadas más o menos extenuantes, y los cerca de 4.000 turismos 300 autobuses que van a recogerles para el regreso, no haya otros efectos que alguna lipotimia, unos cientos de masajes, ampollas y tan sólo se haya necesitado trasladas a centros hospitalarios una decena de personas, puede hacernos pensar en las palabras del pastor anglicano Edward Young: “La fe tiende un puente desde este mundo al otro”.
PEDRO SÁEZ MARTÍNEZ DE UBAGO