El Camino Neocatecumenal
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Álvaro de Juana. 16 de febrero.
Una de las realidades eclesiales más importante en nuestros días es el Camino Neocatecumenal. El pasado mes de junio, la Santa Sede aprobó definitivamente sus estatutos definiéndolo como un catecumenado postbautismal; un itinerario de redescubrimiento del Bautismo similar al que recorrían los primeros cristianos antes de ser bautizados. En los estatutos, el Vaticano establece que el Camino es “una de las modalidades de realización diocesana de la iniciación cristiana y de la educación permanente de la fe” (Art. 1) y Juan Pablo II lo definió como “un itinerario de formación católica, válida para la sociedad y para los tiempos de hoy”.
En los primeros años de la Iglesia, los cristianos realizaban un catecumenado como preparación al Sacramento una vez se comprobaba que su fe era madura y actuaban como verdaderos seguidores de Cristo. Sin embargo, este hecho cambió con el paso del tiempo y hoy el Camino Neocatecumenal recupera esta tradición por inspiración del Espíritu Santo y gracias al Concilio Vaticano II.
Todo comenzó en las barracas del madrileño barrio de Palomeras altas en los años 60. Hasta ese lugar se acerca a vivir un joven afamado pintor –Kiko Argüello- para, rodeado de prostitutas, gitanos y drogadictos y tras una importante crisis existencial, encontrarse con Jesucristo. Sería en ese lugar donde conociera a Carmen Hernández, que junto a él y al sacerdote Mario Pezzi forman en la actualidad el equipo responsable mundial del Camino Neocatecumenal.
Carmen Hernández llegó a las chabolas tras escuchar hablar de Kiko y con el fin de llevarle como compañero de misión a Oruro (Bolivia). Sin embargo, finalmente fue Carmen la que se quedó en aquel pobre barrio junto a Argüello, donde se comenzó a gestar la primera comunidad neocatecumenal.
Las catequesis del Camino nacieron allí, entre los más pobres y basándose en su propia experiencia. Así, con la predicación del pintor, ayudado de su Biblia y su guitarra, comenzaron a darse los primeros reflejos del amor de Dios en la vida de todos ellos.
Con el paso del tiempo y el apoyo del entonces arzobispo de Madrid, Cardenal Morcillo, ésta primera comunidad neocatecumenal comenzó sus celebraciones en una parroquia cercana y dio paso a otras comunidades en diversas parroquias de Madrid y Zamora para posteriormente trasladarse a Roma, donde se acaban de celebrar los 40 años del nacimiento de la primera comunidad neocatecumenal.
Así fue como surgió gracias al Concilio Vaticano II un camino de iniciación a la fe para los más alejados y que siempre ha contado con el apoyo de los diferentes sucesores de Pedro: Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Son numerosos los frutos que han nacido de esta realidad eclesial, destinada enteramente a la Nueva Evangelización de la que tanto habló Juan Pablo II a lo largo de su pontificado: Los itinerantes que abren el Camino Neocatecumenal donde aún no existe y se encargan de llevarlo adelante, las familias en misión que con su sola presencia cristiana encarnan a la Sagrada Familia de Nazaret y testimonian el amor de Dios en sus vidas; los seminaristas que se forman en alguno de los 72 seminarios diocesanos misioneros Redemptoris Mater y los miles de sacerdotes que han estudiado en ellos y ya han sido ordenados. Además de las numerosas vocaciones a la vida monástica y la llamada “misión ad gentes” donde familias enteras junto a un equipo de catequistas se traslada a zonas en las que la presencia de la Iglesia es nula.
Por último, es importante subrayar las denominadas “comunidades en misión” que han comenzado a funcionar este año en Roma. Esta nueva labor evangelizadora envía a misionar a las comunidades que han terminado el itinerario catecumenal a los barrios más difíciles de las ciudades donde además, la presencia de la inmigración es alta. Allí la parroquia de la zona les acoge y les ayuda en su tarea para ser luz de las gentes y vivir su fe en medio de las dificultades del entorno.
El pasado 10 de enero Benedicto XVI celebró junto a unos 25.000 neocatecumenales, en su mayoría de la diócesis de Roma, el 40 aniversario de la presencia de esta iniciación cristiana en Italia. Se trató de un encuentro emotivo, una verdadera fiesta en la que se testimonió la absoluta adhesión del Camino al sucesor de Pedro y el amor que la Iglesia tiene a esta realidad eclesial.
“Vuestra presencia, tan numerosa y animada, testimonia los prodigios realizados por el Señor en los cuatro decenios pasados; indica también el compromiso con el que queréis continuar vuestro camino iniciado, un camino de fiel seguimiento de Cristo y de valiente testimonio de su Evangelio, no sólo aquí en Roma, sino allí donde la Providencia os lleve”, señaló el Papa agradeciendo al Camino “el generoso servicio que ofrecéis a la evangelización de esta ciudad y por vuestra entrega para llevar el anuncio cristiano en todos los ambientes”.
No faltaron las palabras en recuerdo de las numerosas vocaciones a la vida consagrada que nacen en el Camino: “Hay otro fruto espiritual madurado en estos cuarenta años por el que quisiera dar gracias con vosotros a la divina Providencia: es el gran número de sacerdotes y de personas consagradas que el Señor ha suscitado en vuestras comunidades” por lo que “ofrecen un generoso servicio a la Iglesia de Roma, y la Iglesia de Roma ofrece un precioso servicio a la evangelización en el mundo. ¡Es una verdadera “primavera de esperanza”, subrayó.
En Madrid se vivió el 25 de enero otra fiesta con motivo de la aprobación definitiva de los estatutos del Camino. En el Palacio de los Deportes de la capital se celebró una multitudinaria eucaristía presidida por el Cardenal Arzobispo, Rouco Varela que contó con la presencia de los iniciadores del Camino Neocatecumenal y numerosos presbíteros.
En la homilía, Rouco Varela recordó que el reconocimiento canónico del Camino es una muestra, dijo, de que este movimiento ha nacido y participa de la Comunión de la Iglesia. Indicó que “ha ayudado a la conversión de muchas personas que se han dejado encontrar por Jesucristo entrando a formar parte de la Iglesia” siendo “una gracia” “para ellas y para la Iglesia misma”.
“Que el Camino siga siendo reconversión profunda de la vida y que continúe siendo un fiel instrumento del sacramento del amor de Cristo”, concluyó.
La celebración finalizó con un emotivo canto del Te Deum como acción de gracias por la aprobación definitiva de los estatutos y todos los bienes que ofrece a la Iglesia como itinerario de redescubrimiento del Bautismo.