El color del cristal con el que se miran las elecciones de Castilla y León
Miguel Massanet Bosch. Es obvio que los hay que están hechos para sacar de las peores circunstancias algo positivo y, también es cierto que aunque la propaganda sea lo más adversa posible, las fuerzas puestas en la defensa de un objetivo sean desproporcionadas y los encargados de luchar contra ellas no hayan sabido, no hayan previsto o no hayan calculado los efectos de una decisión harto temeraria; siempre queda un resquicio por el que la justicia, la verdad política, la sensatez del pueblo sepan poner sentido común, aún en aquellos casos en los que parecía no existir arreglo posible.
Cuando la prensa en masa, esta prensa que ha estado trabajando con todos los poderosos medios que tiene a su alcance, para desacreditar una opción política que resultaba incómoda para el Gobierno de la nación; había puesto al señor Fernández Mañueco en el punto de mira para que fracasara en su intento de conseguir vencer en las elecciones autonómicas de Castilla y León; cuando el señor presidente del gobierno, que en un principio parecía desentenderse de dichos comicios, dando por perdida la batalla ante el PP; decidió, de nuevo, incorporarse a los defensores de su pupilo, Luis Tudanca, para intentar que obtuviese la victoria o, cuando un personaje impresentable, el señor José Luis Tezanos, fiel servidor del señor Sánchez, un ejemplo de prevaricador nato, se dedicó sin ambages a construir unas ficticias y mal intencionadas intenciones de voto que favorecían, de una manera completamente ilógica y con la parcialidad de aquellos funcionarios que no han entendido bien lo que es trabajar para el pueblo español y no ser meros mandados de un partido político, que ha basado toda su filosofía en permanecer el mayor tiempo posible en el poder; tenemos ante nosotros el panorama ideal para que Goliat se zampe al débil David.
Tezanos debería presentar inmediatamente su dimisión por incompetente, manipulador, deshonesto y embaucador de la opinión pública. Pero no todo es achacable a él, porque lo que no se entiende es que, toda la parafernalia que acompaña al PSOE y sus aliados de Podemos, incluida la prensa adicta, cada vez que el PP toma una iniciativa, se convierta en una apisonadora con el propósito de que, la derecha, no pueda moverse ni un ápice del cinturón sanitario al que la tienen sometida. El resultado ha sido el que, pese a la presión de la izquierda, ha sido posible lograr un resultado electoral positivo. Sin duda un mérito, cuando la lucha tiene lugar en circunstancias tan dispares y poco equitativas.
Apenas conocidos los resultados de los comicios de Castilla y León, sin tregua alguna ni respeto, por los que pasaron una noche de incertidumbres y sobresaltos, la maquinaria informadora de las izquierdas ya ha empezado a sembrar cizaña, enfrentando al PP con VOX , la formación que ha obtenido un resultado más espectacular, ganando 13 escaños cuando no tenía ninguno. No hay, prácticamente, otra mayoría suficiente y con posibilidad de obtener buenos resultados en la gobernanza de la autonomía, si no es la conjunción de ambas formaciones, fuere participando VOX en el futuro gobierno de la región o en el caso de que se estableciese un pacto por el que, desde fuera del ejecutivo, VOX apoyase las propuestas del PP y, evidentemente, viceversa. El empeño de seguir calificando al partido del señor Santiago Abascal, como un partido que no acepta las leyes, anticonstitucional, de extrema derecha que no es capaz de vivir en democracia, es evidente que debe quedar fuera de toda consideración ya que son muchos los miles de españoles que lo están siguiendo sin que ninguno de ellos pueda calificarse de extremista. Resulta absurdo que el PSOE pacte con Bildu, una formación de evidente cariz separatista y de negros antecedentes de terrorismo vasco o que, el señor Sánchez, esté pactando con el separatismo catalán que pretende claramente separar a dicha región de España o que tengamos en el Gobierno a comunistas cuyo propósito claramente demostrado es acabar con la democracia en nuestra nación y, por el contrario, VOX, que lo único que defiende es que se respeten los valores morales que han estado vigentes en España durante siglos, que está en contra de nuevas políticas claramente contrarias a la ética y la moral o que están impregnadas de doctrinas anticapitalistas, contrarias a la propiedad privada y a modelos de familia, que hace unos pocos años se hubieran considerados fuera de la Ley; no es admitida como una más de las facciones política con plenos derechos a formar parte de cualquier gobierno democrático.
Es evidente que sí, el señor Pablo Casado y su lugarteniente el señor Egea, no cambian de actitud con respeto a VOX, es muy probable que esta victoria del PP en Castilla y León, pueda acabar siendo pírrica ya que, las opciones alternativas de conseguir una mayoría mediante alianzas con cada una de las pequeñas facciones que han obtenido algún escaño en la votaciones, es evidente que no proporcionarían la seguridad necesaria, especialmente en el caso de tramitación de los presupuestos generales de la autonomía, en cuyo periodo sería muy difícil que cada corpúsculo no pretendiera imponer sus condiciones, que no siempre serían las que más beneficiaran al conjunto de la comunidad castellano leonesa.
En realidad, el trabajo que les va a quedar a los señores del PP, una vez conseguida la victoria, va a ser bastante duro y, si no estoy equivocado, va a precisar de mucha flexibilidad y cambio de actitud respecto a VOX, que se presenta como una alternativa fiable y evidentemente en ascenso (todos los que le pronosticaban un parón, han debido de tragarse sus palabras ante los resultados obtenidos en Madrid y, ahora, en estas elecciones) que puede que se convierta en sucesivas confrontaciones electorales, en un comodín del que no pueda dejar de utilizar el PP, si no es que se conforme con quedar excluido del reparto de autonomías que ahora está copado por los socialistas. Sin duda, basta una reflexión simple para darse cuenta de que socialistas y comunistas son los que, de una u otra forma, intentan crear distancias entre ambos partidos de derecha. Saben que si llegan a entenderse es muy posible que las aspiraciones del señor Pedro Sánchez y el populismo socialista, pueden quedar gravemente dañadas para futuras confrontaciones electorales y, no la menor de ellas, las legislativas que ya asoman en el horizonte de nuestra patria.
Van a querer minimizar al máximo los modestos resultados de estas autonómicas, como van a intentar promulgar una retahíla de nuevas leyes que acaben de expoliar a los ciudadanos de este país; porque ellos saben que no tienen otro remedio que intentar dar la impresión de que España puede seguir subvencionando aquellos proyectos sociales de elevado coste que prometieron y que, máxime en las circunstancias actuales en las que nos encontramos, ninguna nación o gobierno sensatos serían capaces de mantener cuando, como sucede en el caso de España, nuestra deuda pública ya está muy por encima de nuestro PIB, bordeando cifras astronómicas que, amenazan con convertirse en irrevertibles y que van a constituir una servidumbre insalvable para las futuras generaciones de españoles.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, preocupado por el desconcierto que se advierte entre nuestros gobernantes; asustados ante los avisos internacionales de situaciones prebélicas; alarmados por lo que consideramos como una inmadurez de muchos de nuestros jóvenes, que parecen ignorar los peligros del presente pero, lo que es peor, las amenazas de nuestro futuro y conscientes de que hemos entrado una nueva etapa de la Historia para la que no sabemos si estaremos en situación de gestionarla debidamente, estando en manos de quienes nos dirigen.