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Diario YA


 

Una película de Tom Hooper

El discurso del rey

Victor Alvarado

¿A quién debemos esta obra del celuloide de alta calidad favorita para los Óscar?
El mérito del citado largometraje se encuentra en el director Tom Hooper (a pesar de la poca documentación existente), que nos maravilló con Damned United (2009) y al que le auguramos un magnífico futuro. Dicho cineasta alcanza el sobresaliente, extrayendo los mejor de los actores y con una puesta en escena impecable. Narra con habilidad las escenas más peliagudas, humanizando a un hombre de las más altas esferas y acercando a un miembro de la sangre azul al pueblo llano. El realizador alaba la capacidad de lucha del protagonista consigo mismo en la que saca fuerzas de flaqueza para apoyar a su nación. No obstante, es bastante crítico con los líos de faldas de los miembros de la Casa Real Británica.

Los diálogos están muy logrados y despachan divertidas dosis de humor inglés (por ejemplo: las secuencias relacionadas con el penique), que siempre caracterizó a los hijos de la Gran Bretaña y que, por cierto, no todo el mundo lo capta, pero que, en esta cinta, aparecen como esenciales para comprender al personaje inteligentemente interpretado por un Geoffrey Rush.

Por otra parte, creemos interesante destacar la actuación de Colin Firth, aunque puede verse enmascarada por el espléndido y milimétrico actor de doblaje. El actor describe acertadamente para Fotogramas lo que se quiere transmitir al contar esta historia: “Es la historia de un hombre, tratando de conectar por encima de sus limitaciones, superando sus barreras. Todos tenemos barreras de uno u otro tipo y la película explora esas limitaciones.”

En definitiva, El discurso del rey (2010) nos regala un relato de amistad en el que cada uno debe de limar sus diferencias para conseguir entender lo que el otro quiere proponerle. Ambos deben “rebajarse”, aunque de manera distinta (nos ha gustado la secuencia en la que el logopeda demuestra su talento con la finalidad de detectar el origen del trastorno del lenguaje de su paciente). También, esta obra del celuloide refleja la importancia de las personas en la sombra de la mano de la que se terminará convirtiendo en la reina madre (Helena Boham Carter) e, indudablemente, del logopeda. Además, sorprende ver como el carismático heredero abdica, mientras que el supuestamente más débil muestra su capacidad para tirar del carro de su país.

En contraposición con lo positivo, detectamos que, con tal de resaltar la labor de apoyo moral realizada por el monarca, se menoscaba el trabajo de uno de los políticos más relevantes del panorama internacional de esa época como fue Winston Churchill que supo estar a la altura de las circunstancia en la guerra, donde quedó para la posteridad la célebre y necesaria expresión: “Sangre, sudor y lágrimas”.

Como dato curioso, se da la paradoja de que Colin Firth siempre representa al típico inglés como es el caso y, sin embargo, ha pasado toda su vida fuera de su lugar de origen por motivos de la profesión de su padre.

¿Qué es lo que cuenta?
El argumento gira entorno a la figura de Jorge VI, que es presentado como la pieza esencial para elevar el ánimo de la tropa y de la población civil en la entrada de Inglaterra en la Segunda Guerra Mundial. El problema es que este hombre necesita superar una tartamudez que le impide sacar el líder que lleva dentro. Para ello, recurrirá a los servicios de un logopeda, que utiliza métodos poco ortodoxos para solucionar ese trastorno del habla.