Pedro Sáez Martínez de Ubago. Quien más quien menos, todos esperan que Pachi López, presidente de la Comunidad Autónoma Vasca, convoque elecciones anticipadas finalizado el periodo estival. Y la razón no sería que se le hayan calentado unos sesos que siempre ha tenido más bien blandos, si no la meditada necesidad de no tener que presentar al Parlamento vasco un proyecto de ley de presupuestos que muy difícilmente sería aprobado.
Por un lado, no hay que olvidar que el lehendakari López, gobierna sólo ante el peligro y, tras su ruptura de conveniencias con el Partido Popular, en una minoría parlamentaria abrumadora. Así, de los 75 escaños del legislativo de Vitoria, el PSE tiene 25, el PNV 30, 13 el PP, 4 Aralar, y sendos representantes por grupo EA, EB-B (coalición como la catalana de IU con los Verdes) y UPyD. De esta forma, con el apoyo de PP y UPyD los socialistas suman 39 votos en una cámara donde la mayoría absoluta la confieren 38.
Tampoco hay que olvidar que en 2009, los radicales filoetarras herederos de Batasuna, con independencia de su denominación, no pudieron concurrir a las elecciones autonómicas gracias a que se aplicó una legislación que los magistrados de un Tribunal Constitucional elegido en su día por el consenso primordial de socialistas y populares, no han dejado de torpedear en la línea de flotación con sentencias como la de mayo de 2011 que revocaba anulación de las 254 listas de Bildu por el Tribunal Supremo, autorizando la concurrencia de la coalición a las elecciones, o la de junio de este año legalizando el partido político abertzale Sortu al reconocer su derecho a ser inscrito en el Registro de Partidos Políticos. Y viendo los resultados de los comicios forales y municipales de mayo y los generales de noviembre, todo hace pensar en una nueva mayoría sabiniana en el Parlamento vasco, pero donde la mayor representatividad, dado el voto guipuzcoano, podría recaer en los grupos BILDU y SORTU.
Todo ello, justificaría que este verano esté resultando relativamente tranquilo, en comparación con las baladronadas que tuvimos que aguantar hace un año de Martín Garitano, entre las que recordaré su concurrencia a la bajada de Celedón en compañía de familiares de terroristas y revestidos con pañuelos pidiendo la repatriación de los presos etarras.
La cabra tira al monte y Bildu y Sortu tienen que complacer a su electorado estando detrás de hechos como la violencia de Pamplona el 6 de julio, determinados actos delictivos en las convocatorias de huelga de ELA y LAB, continuados actos de kaleborroka, quemas de banderas como la de este sábado en Leiza, pintadas, amenazas, etc. en un mundo, donde, digan lo que quieran el Rubalcaba del Faisán y un abducido Mariano Rajoy, ETA sigue reclutando gente y armándose, como recientemente han demostrado las actuaciones de la gendarmería gala.
Pero, junto a estos actos en mayor o menor grado constitutivos de delito o testimonio de una insana afinidad a los delincuentes, vemos que la figura que, quizá por su representatividad institucional como diputado general de Guipúzcoa, puede hacer actualmente de pendón de estos facinerosos, está intentando aparentar un equilibrio, jugando, como si fueran carnavales, a vestir al lobo con piel de cordero. Así, le vemos intentando cohonestar su visita a un preso conflictivo como Jesús María Uribetxebarria, cuya excarcelación solicitan ya en una rebelión hostil más de 250 etarras en huelga de hambre, con su presencia en un acto de homenaje a una víctima del terrorismo etarra, como se desprende de su asistencia al acto del decimo segundo aniversario del asesinato del empresario José María Korta. Algo que el alcalde de San Sebastián, Juan Carlos Izagirre (Bildu), ha afirmado que se enmarca en una apuesta "clarísima" de la izquierda abertzale "por la convivencia y por conseguir mejor en un periodo corto que largo, aunque esto no se hace en periodos cortos, que podamos reconciliar y vivir todos juntos".
Sinceramente creo que hubiera sido mucho más deseable y de mayor fuerza simbólica la concurrencia de Garitano, Izagirre y compañía el 19 de junio al vigésimo quinto aniversario del atentado de Hipercor, el más sangriento de la historia de estos hijos de Sabino, perpetrado, además fuera de las fronteras de esa entelequia denominada Euscalerría.
Porque, sin ánimo de empañar la memoria de nadie, pero tampoco de falsear la historia ni ignorarla, es conveniente recordar que el 8 de agosto de 2000, tras el asesinato del empresario nacionalista José María Korta en Zumaya, el entonces dirigente nacionalista Román Sudupe (presidente del PNV entre 1984 y 1985 y Diputado general de Guipúzcoa por EA -grupo hoy integrado en AMAIUR- de 1995 a 2003) dijo en su condena del atentado que Korta "Era uno de los nuestros".
“Bildu” en vascuence significa ‘recoger, reunir, recolectar’… y, con estas maneras bonancibles los nacionalistas vascos, fieles a sus objetivos de siempre y, gracias, tanto a la cobardía de unos tribunales mediatizados y unos partidos nacionales que no dudan en arrojar a las víctimas de ETA a los pies de los caballos del interés político, como a los disfraces arteros de estas pieles de cordero, quizá estén ahora más cerca que nunca, de recoger, lo que han sembrado con el terror y la sangre de toda España.