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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

Cabe argumentar que la riqueza antropológica y la efectividad social del matrimonio radican en su solidez

El ejemplo de la familia tradicional

Manuel Gayarre. Recientemente he podido asistir al final de los días en la tierra de una buena madre de familia como Dios manda. Tras un largo matrimonio agraciado con 9 hijos sanos, uno fallecido prematuramente en accidente, una que consagró su vida a Dios en un convento de clausura y siete felizmente casados, el tránsito de esta mujer casi nonagenaria y lúcida y resignada hasta el final, ha sido largo, pero no doloroso hasta su última semana. Y seguir su curso, asistir al velatorio, al sepelio y al funeral, puedo considerar que ha resultado edificante. Rodeada de sus hijos, nietos y bisnietos, ni en la tensa emoción de la inhumación, ha descollado entre la pena un plañido fingido ni atisbo alguno de artificial desasosiego.
Contra lo que suele ser frecuente, pocas palabras de más, ningún chiste de circunstancias, escasos tópicos ni frases hechas - como mucho alguna amiga de su infancia, hermanos y primos ya no tenía, que no han dejado escapar un sentido y realista pronto nos tocará a nosotras, que ya estamos en primera fila- y siempre alguien con el rosario en la capilla del tanatorio… Aunque estos trances forman parte de la vida, nunca son gratos y, por más que se esperen, nunca llegan en buena hora, pero lo que he podido presenciar ha sido edificante. Ella ya descansa pienso que en la gracia y paz de Dios, donde habrá sido acogida por el marido y el hijo que hace años le precedieron.
Como testigo y partícipe del duelo, no dejaba de pensar en la literatura ni en la Sagrada Escritura. Siete hijos con sus cónyuges, decenas de nietos y algún bisnieto que aún no comprendía bien el misterio, traían a la mente las palabras del Génesis (XXII – 17) “bendiciendo te bendeciré, y multiplicando, multiplicaré tu simiente como las estrellas del cielo, y como la arena que está a la orilla del mar”.

Pero, a la vez, acudía a la mente la noticia que han difundido los medios hace poco, quizá para alardear de lo mucho que en las últimas décadas se ha modernizado España, donde ya más del 30% de los niños que vienen al mundo lo hacen de madres solteras.

Bueno puede ser que ahora las mujeres solteras ya no tengan que sufrir el acoso y derribo por un embarazo sin estar casada, que a veces inducía al crimen del aborto, haciendo peor el remedio que la enfermedad; o que a los niños habidos de forma irregular no se les cuelgue aquel sambenito del apellido Expósito. Pero que entre el 30% de madres solteras, el 0,5% de uniones homosexuales y el las denominadas familias monoparentales alcanzan casi el 40% del total, mientras las familias numerosas han descendido del 29,1% de hogares al 7,3% no deja de ser un baldón para nuestro modelo de sociedad. 

Cabe argumentar que  la riqueza antropológica y la efectividad social del matrimonio radican en su solidez. Está demostrado que cumple mejor sus fines -incluida la educación de los hijos- si es indisoluble y para toda la vida. Su figura se diluye si deviene en un experimento no basado en el compromiso. El divorcio exprés, por un lado, y el matrimonio homosexual, por otro, contribuyen a desdibujar aún más su papel de forma que actitudes como el “casarse” a la manera de nuestra vicepresidenta del gobierno ante un amiguete, por muy cónsul que sea, van a acabar convirtiendo el matrimonio en un trámite frívolo, poco fiable, dada la inestabilidad de muchas uniones homosexuales o no. Y, si no se cambia esta concepción radicalmente, de poco o nada servirá a estos efectos el anuncio de Rajoy sobre quitar la Educación para la Ciudadanía porque "la escuela pública, que es la base del modelo educativo, no debe tener ideario: ni socialista, ni liberal, ni ninguno", como si la Ley natural o la moral objetiva, fueran ideas discutibles, o las encuestas sociológicas determinaran las categorías de la razón.
Cada vez está más claro que España necesita, no sólo salir de la crisis económica, sino una regeneración integral que la rescate de la más honda y peligrosa crisis mora y, a  la luz de todo esto, considero un privilegio por el que dar gracias a Dios haber podido ser testigo de la última lección que la madre de esa “iglesia doméstica” que es la familia cristiana y tradicional, de cuyo fallecimiento hablaba al principio, nos ha impartido a tanta gente como hemos tenido ocasión de acercarnos a su existencia. No en vano, como enseña el padre Lacordaire O.P: “La sociedad no es más que el desarrollo de la familia; si el hombre sale corrompido de la familia, corrompido entrará en la sociedad”.