Miguel Massanet Bosch. Decía el gran patricio romano Séneca: “Largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías; breve y eficaz por medio de ejemplos”. Sin menospreciar en absoluto el que los alumnos deben hincar los codos sobre sus pupitres para enriquecer sus conocimientos por medio de los estudios básicos que proporciona la teoría, deberemos reconocer que cuando uno puede comprobar por si mismo los efectos de todo aquello que se ha aprendido en las aulas, viendo como, experimentalmente, se pueden identificar los efectos de la aplicación de lo que se estudió, la posibilidad de que aquellos conocimientos adquiridos queden para siempre grabados en nuestra memoria sube exponencialmente.
Siempre he echado a faltar que, en la Universidad, en los tiempos en los que estudiábamos la carrera, no hubieran existido lo que hoy parece que cada día se va extendiendo más en casi todas las disciplinas, o sea, unas prácticas que a los alumnos les permitieran compaginar sus conocimientos teóricos que luego deberán poner en juego durante el ejercicio de su profesión que, desgraciadamente, quedaban relegados al método imperfecto del aprendizaje cuando, conseguida la licenciatura, se intentaba ejercer. En el caso de Derecho se concretaba en la pasantía que, sin duda alguna, no tenía comparación con lo que se hubiera podido aprender en las mismas universidades con unas prácticas dirigidas por los mismos catedráticos.
Que la enseñanza en nuestro país está pasando por una época de vacas flacas; que el sistema que se viene siguiendo, heredado de programas anteriores, a cada cual peor, se ve que no resulta apropiado, si es que debemos fiarnos de los resultados obtenidos; unido a esta enfermedad crónica de los universitarios de dedicar mucho más tiempo a quejarse, a huelgas estudiantiles, a politizar las aulas y a despilfarrar el dinero de los contribuyentes, faltando a clase y abandonando, a los pocos años de iniciar una carrera, los estudios, en lugar de aprovechar para formarse, adquirir experiencia, esforzarse en lograr buenas calificaciones y aspirar a la excelencia; nos demuestra las carencias del actual sistema de estudios, de las que no son ajenos aquellos a quienes les compete la educación y formación de la juventud, más preocupados por sus tendencias políticas que en sacar provecho de las mentes de sus alumnos. El hecho de que ninguna de nuestras universidades figure entre las primeras en el ranking de las mejor valoradas, objetivamente, del mundo (no hay ninguna dentro de las 200 primeras) es una muestra inequívoca de que algo funciona mal en nuestro sistema educativo.
Sin embargo, parece que se empieza a vislumbrar un cambio que puede resultar decisivo si se toma en serio, si se valora con la sensibilidad de lo que requieren las nuevas tecnologías, los cambios experimentados en virtud de la rápida evolución de las técnicas digitales y de lo que éstas han evolucionado influyendo de modo decisivo en todo el sistema de la mecánica y la robotización; con lo que ello supone en el ahorro en los costes en mano de obra y en tiempo de producción y expedición de los productos fabricados. Todo ello repercute en la necesaria formación de una mano de obra que sea capaz de manejar la nueva tecnología, el control de la calidad y los nuevos sistemas de mejora de la producción que exigen una especialización de aquellos trabajadores, que han de estar en condiciones de asumir los retos que se les van a exigir, si quieren tener la oportunidad de optar a los puestos de trabajo con la posibilidad de hacerse con ellos.
Es por todo ello que, este nuevo concepto de “sistema dual”, lo que muchos califican como “la varita mágica alemana”, que tanto éxito ha tenido en Alemania, país sin duda pionero en estas materias; parece que ha gozado de una favorable acogida en nuestro Gobierno. El hecho de que, en Alemania, más de la mitad de los estudiantes se decante por la FP resulta sintomático y nos da la medida de hacia donde se orientan los nuevos caminos de la enseñanza. Una vez cursada la formación obligatoria, a los 11 años deberán elegir entre tres tipos de centros, uno de ellos sería asimilable a: nuestro Bachillerato, que prepara para una especie de Selectividad, previa al paso a la Universidad; otro, los dedicados a trabajos de tipo manual (albañiles, carpinteros etc.) que no permiten, en ningún caso, pasar a estudios universitarios y unos terceros, la más demandadas en estos momentos, el acceso a la Realshule, que es la puerta de entrada a la Formación Profesional del sector industrial y servicios.
Esta última opción, la de la Formación profesional, implica un mayor esfuerzo para el alumnado ya que está destinada a que, el estudiante, al finalizar sus estudios esté preparado para ocupar una plaza de las ofertadas en las empresas; y de ahí lo que se ha dado en denominar como enseñanza dual. La formación será, en este caso, de dos tercios de su tiempo de aprendizaje, dedicados a la aplicación práctica de sus conocimientos en el ámbito de la empresa (lo que implica que la empresa se involucre también en el sistema educativo) y el resto y el resto en un instituto. En Alemania con un paro juvenil del 8 % (recordemos que en España ronda el 50%), los alumnos de FP al terminar sus estudios, en un 60%, conservan su puesto en las mismas empresas en las que han realizado sus prácticas. Lo que nos anima es que, este ministro tan infravalorado, el señor Werd, parece que ya mantuvo conversaciones en la reunión de las cámaras de comercio alemana y española y en los encuentros de empresarios de ambas nacionalidades celebrados recientemente en la Moncloa, en las que intercambiaron experiencias, de modo que, este sistema dual, parece que va a convertirse en uno de “los pilares” de la reforma educativa en España, que Werd pretende sacar adelante. La ministra de Trabajo Fátima Báñez ya ha anunciado la aprobación de un decreto en el que se regulará la formación dual.
Pero vean ustedes por donde a los Sindicatos españoles parece que, gracias a su espíritu contradictorio, su voluntad de no aceptar ningún proyecto que pueda venir de “un gobierno de derechas”; sin tener en consideración que el sistema jugaría a favor de una radical disminución del paro juvenil, han empezado a ponerle peros al proyecto, de modo que, el señor Cándido Méndez, el gran tótem de la UGT y uno que, con su cerrilidad, más han contribuido al aumento del paro en España, nada más salir de la reunión de la Moncloa soltó su perla consabida “ el problema no se va a resolver con la formación dual”. Curioso, porque en Alemania donde, afortunadamente para ellos, no tienen “eminencias” de tal calibre, el resultado ha sido excelente, como se demuestra por los datos aportados. Claro que, los de CC.OO, no se han quedado atrás, sentenciando que se trata de “un fraude educativo” ¡Dios nos ampare si, todo lo que podemos esperar de estos representantes de los trabajadores, sean actitudes farisaicas, absurdas y sectarias, como las que han manifestado!
Sería, en verdad, una verdadera pena y un penoso error para nuestro programa educativo, que tantas carencias tiene, que las personas encargadas de la preparación de nuestros jóvenes, se dediquen a poner palos en las ruedas de la necesaria reforma educativa que precisa nuestro país. Los pobres resultados de los últimos años, en cuanto a la preparación de nuestros estudiantes, son debidos, en una gran parte, a la cerrazón y sectarismo de izquierdas de una gran parte del profesorado, que han permitido que la indisciplina, el gamberrismo y los activistas políticos se hayan hecho los dueños de las aulas. O esta es, señores, mi manera de ver esta cuestión.