El espíritu de la Transición
Abel Hernández. 4 de diciembre.
La Asociación para la Defensa de la Transición, que preside Andrés Casinello, y que ha sido puesta en marcha por las personas que constituyeron el núcleo duro de los colaboradores cercanos del presidente Suárez, firma hoy jueves, día 4, un ambicioso convenio de colaboración con la Universidad Europea de Madrid. Con tal motivo Antonio Fontán, que fue presidente del Senado cuando la Constitución estaba en el telar, pronuncia en dicho ámbito universitario una conferencia contra la desmemoria y se inaugura la exposición “La Fotografía en la Transición Democrática Española”. Es una iniciativa oportuna en un momento en que se cumplen justamente 30 años de la Constitución de la concordia, y existen fuertes presiones sobre la opinión pública para saltarse esta etapa crucial de la Historia y mirar más atrás.
También va por buen camino, impulsado por la misma Asociación, el Museo “Adolfo Suárez” de Ávila, que constituirá un monumento a la concordia nacional y un permanente homenaje al hombre que tuvo un papel clave en el restablecimiento de la democracia y de la Monarquía parlamentaria en España. Será un buen memorial del esfuerzo de toda una generación, con el Rey a la cabeza, en ese propósito, que algunos quieren ahora minimizar o incluso ignorar, cuando no vituperar, mientras se afanan en desenterrar los odios que parecían definitivamente superados. Recordar lo lejano y olvidarse de lo cercano es una señal de senilidad. Parece que es lo que está pasando. Todo lo que se haga para frenar los síntomas de esclerosis de la democracia española será una tarea meritoria.
Por eso es una buena idea que la Asociación para la Defensa de la Transición, a la que van incorporándose personalidades de distinta ideología y que huye como del diablo de posicionamientos partidistas, se acerque a la Universidad y conecte con las nuevas generaciones, antes de que se pierdan en la actual vorágine. Su incorporación a la tarea de trabajar por la concordia, respetando cualquier idea, menos la que parte de la intransigencia y la revancha y genera odio, será una buena educación para la ciudadanía. La juventud universitaria es la que debe estar más interesada en conocer lo que hizo en España la generación de sus padres y arrimar el hombro en la dirección que se ha demostrado acertada, aportando las mejoras oportunas. Los jóvenes instruidos deben ser los principales depositarios de la memoria histórica de la Transición.