El Estado del Bienestar
Los grandes periódicos no deben analizar solamente los asuntos que ocupan las portadas y que abren los informativos de radio y televisión. Un buen periódico es aquel capaz de descender, si es necesario, al nivel más humilde de la sociedad para reflejar un hecho que considere injusto. Y si Angel Herrera Oria fuese hoy director de este cibernético nieto suyo, sin duda dedicaría unas líneas a la noticia que hoy hemos publicado en nuestra portada, y que cuenta la historia de una mujer viuda que vive en Sevilla. De momento.
Porque fíjense ustedes que en este país donde a uno no se le tiene en cuenta si no acumula una deuda personal por encima de los dos mil millones de euros, que no se es nadie si al entrar en un banco no suenan las alarmas, a una señora de 54 años que vive en su casa de Sevilla con dos hijos enfermos y en el paro quizá la pongan en la calle porque un juez ha dictado una orden de desahucio. Se ve que no ha podido pagar unas mensualidades, y el Estado de Derecho es, naturalmente, inflexible con semejante delito.
Adelaida, que así se llama la viuda, percibe un sueldo mensual y una pensión que suman la extraordinaria cantidad de unos 800 euros, un dineral con el que suponemos que invertirá en Bonos del Estado. El caso es que la señora no ha podido pagar unos numeritos, sus hijos enfermos en poco o nada la pueden ayudar, y el todopoderoso Estado del Bienestar (ese que tanto les gusta promocionar a los políticos) no encuentra otra solución que echarlos de su casa a los tres. ¿Será tan veloz la Justicia en echar el cierre a Martinsa si es cierto que no puede responder a sus muchos compromisos? Permítannos que lo dudemos.
El caso es sintomático de la distancia sideral que hay en el trato a los particulares y el que se dispensa a los ricos. La España socialista de Zapatero no sólo consiente que haya personas con pensiones de apenas 300 euros, y con sueldos de 500, sino que además es capaz de usar toda la contundencia del poderoso aparato judicial contra los más humildes, contra quienes no tienen siquiera recursos para defenderse. ¿Es esto la Justicia Social?, ¿es éste el Estado del Bienestar?
Seguramente a esto le llamen algunos “progreso”. Nosotros, en cambio, pensamos que es una vergüenza.