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Diario YA


 

Tras la toma del poder del presidente catalán

El gobierno de la ignominia, la humillación y la vergüenza

Francisco Torres García. Mariano Rajoy lleva camino de conseguir algo que muchos considerábamos imposible que se repitiera en la reciente historia política española, la implosión de un partido. Entre 1981 y 1982 la Unión del Centro Democrático, la UCD, que lideraba Adolfo Suárez, estallaba debido a su desastrosa gestión. Ahora, con notorias diferencias –el PP es un partido aparentemente tan sólido como institucionalizado con un amplio suelo electoral–  la historia puede repetirse por el desencanto que está causando entre su electorado. Ahí están las encuestas.

¿Por qué? Se preguntan en Génova 13 y evitan contestar, para sostener a Mariano Rajoy y su equipo, a los Feijoo y compañía, los periodistas y analistas de la derecha, desde Maruhenda a Edurne. La respuesta es sencilla, porque el PP carece, salvo a la hora de utilizar palabras huecas, de consistencia ideológica. Mariano no cree en la ideología, piensa que ha muerto y ha orientado en ese sentido a un PP que de la mano de Aznar ya apuntaba maneras,

El PP, que ha renunciado a la endeblez de eso que se llamó el humanismo cristiano, carece de una idea y un concepto de España, solo cree en la evolución lenta del Estado de las Autonomías hacia un no sé qué o a la disolución de España en ese arcano cada vez más cuestionado que es la UE; carece de ideología y proyecto de sociedad; ha asumido el modelo ideológico  de la nueva izquierda de la multiculturalidad, la multifamilia, del hedonismo consumista, de la filosofía eugenésica y de la ideología de género, ha hecho suya la falacia de la memoria histórica... Ello es lo que le conduce inexorablemente a una implosión que llevará aparejada el crecimiento-irrupción de un partido sustitutorio, que se nutrirá de los que abandonrán el barco presas del pánico de perder el sillón, Ciudadanos.

El PP se lo está ganando a pulso en lo que denominaremos la crónica de la ignominia, la humillación y la vergüenza, porque, como diría un castizo, tras oír la última rueda de prensa a resultas del acto de toma de posesiones del nuevo presidente de la Comunidad Autónoma de Cataluña, ustedes son unos mierdas y no pocos se están hartando de ser gobernados por unos mierdas (dicho sea, recordando a Felipe González, sin acritud). Lo sucedido en ese acto no es un desafío, es la constatación de una traición/rendición perpetrada por Mariano Rajoy, Soraya y todo el PP, aliñada con el balbuceo esperpéntico de Méndez Vigo. No solo es el fracaso y la humillación que fuera y dentro de nuestras fronteras España muestra con el sainete Puigdemont. Es que es humillación porque el gobierno lo ha decidido así. No es que nos saque los colores un juez de una región alemana y se pitorreen los abogados ante los esfuerzos de un juez español al que el gobienro ha dejado solo porque no quiere actuar como tal, como no lo hacen la multitud de inútiles que tienen en el Parlamento Europeo, es que el gobierno tampoco quiere hacer cumplir la ley en España porque es connivente o porque carece de valor político.

Deje ya el gobierno y todos sus mamporreros con cargo del PP de hacernos creer que ha aplicado el 155 para poder sacar pecho. No, lo que ha hecho es utilizar el 155 al servicio de sus intereses y estos pasan por volver a encamarse con el nacionalismo conservador, con la transformada CiU y con el PNV, por volver al trapicheo, al chalaneo, a vender España por capítulos coleccionables. El 155 ha sido para dar un tirón de orejas al niño malo, pero no para iniciar un proceso de reversión de la deriva separatista en Cataluña construida desde el poder y la propaganda. Los catalanes que siguen siendo españoles, los millones que no han sido engañados, adoctrinados o comprados, se han dado cuenta y han mandado al ostracismo al PP y a la marioneta de Obiols. Y Mariano y su apéndice, Soraya, continúan en lo mismo: pactar con los nacionalistas dejando en el camino que nos humillen, porque en el fondo Mariano es de los que creen que “París bien vale una Misa”.

Los españoles hemos vuelto a ser humillados por este gobierno de la ignominia que ha permitido, tolerado y hasta aplaudido, con el consentimiento evidente, el bochorno de la toma de posesión del nuevo presidente de la autonomía catalana, escenificada como un acto de independencia ante el que se han postrado de rodillas Mariano Rajoy y Felipe VI. Y recuerde Mariano que la caída de Adolfo y la implosión de la UCD se inició, según la versión no oficial, con una maniobra-conspiración palaciega porque el rey estaba harto de un presidente del gobierno que ponía en peligro el trono. Hasta Pedro Sánchez se ha dado cuenta de lo que pasa.
 
 
 

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