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Diario YA


 

El impacto del dolor

Pilar Muñoz. 1 de Octubre.

Hace pocos días nos sobrecogía el asesinato de un hombre de bien, que pertenecía a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Esta variable ha sido la precipitante de su muerte y de una agresión feroz por parte de unos desconocidos para él, y para el gran grupo que nos oponemos a esa violencia para hacer valer las ideas.

Primeramente hemos de definir la agresión para comprender el complejo mundo relacional y mental de estos individuos sociópatas. Según Bandura, ”la agresión se da cuando existe un daño como objetivo y un reconocimiento social como tal”. Analizando la larga y sangrienta trayectoria de este grupo asesino podemos darnos cuenta de que se cumple el axioma de agresión en toda su expresión: estos individuos manifiestan su objetivo dañino y a resultas de su actuación la respuesta de su propio colectivo es de alabanza y refuerzo de esa conducta agresiva, mientras que la respuesta del grupo víctima está más dispersa. Algunos se niegan, por defensa o resistencia, a convenir en el objetivo de daño de este grupo de asesinos; otros prefieren no intensificar su respuesta por miedo a ser ellos su objetivo como víctimas.

Siguiendo con las teorías sobre la agresión, hemos de profundizar un paso más para poder adentrarnos en la psicología colectiva de estos sujetos asesinos que amparan sus disparos bajo el justificante de una idelología. Otro autor célebre en sus investigaciones (Eibil) admite que “los comportamientos agresivos continuados provocan respuestas de huida, de evitación y de subordinación”. Desde este enfoque teórico comprendemos lo fallido y equivocado de numerosos comportamientos grupales que ofrecemos públicamente: justificaciones, procesos de negociación, acercamientos a su endogamia grupal…Todo ello resulta inútil y poco fructífero para detener con éxito las respuestas intensas y frecuentes de la agresión y la violencia. 

¿Qué hacemos el grupo de víctimas cuando nos asesinan a un ciudadano, a un hermano? No existe un criterio único, fuerte, sólido y con un objetivo nítido que contrarreste el objetivo agresivo de los asesinos.

 
·         Dos grupos políticos fuertemente enfrentados ante la realidad de muerte y daño que se les presenta. Muestran respuestas divergentes que refuerzan indirectamente al agresor, porque detecta que no existe rival ni freno para su conducta instalada.
·         Unos medios de comunicación que están entregados al “rating” y al poder de las audiencias. Su objetivo no es social, sino económico y empresarial. También esta brecha la conocen los violentos; así manejan disturbios, incendios, destrozos y multitud de concentraciones con la seguridad de que van a tener una cobertura y una difusión para el resto de la sociedad, aunque esa sociedad impacto sea rechazada y repudiada.
·         Una población de base con escasa participación social y cívica, muy preocupada por lo inmediato, por el consumismo y el día a día, sin recapacitar sobre la ruleta de muerte a la que este grupo asesino nos está sometiendo.
 
Otra pregunta clave es: ¿De qué depende que se siga agrediendo, esto es, hasta cuándo va a seguir este grupo terrorista actuando?. No hace falta ser el oráculo de Delfos; basta repasar los “factores facilitadores de la agresión” según Goldstein, y establecer la correspondencia con lo que está ocurriendo en España y que nos lleva sucediendo desde hace varios lustros.
 
Facilitadores a corto plazo (Goldstein)
 
A).- Características del agresor:
·         Haber cometido actos agresivos inmediatamente anteriores. Cada uno de los miembros de base de este grupo mantiene una actividad continuada de agresiones, con el propósito de instalar y reducir el impacto emocional que contrarrestara la conducta.
·         Pérdida de control cognitivo de la conducta. Las redes de captura e inmersión al mundo agresivo se tienden bajo cuidadosa planificación y diseño desde puntos clave para sus principiantes (Ikastolas, herrikotabernas)
 
B).- Características de la conducta del agresor:
·         Devaluación de la víctima. Cada sujeto que ha apretado el gatillo o estallado una carga de dinamita tiene un vacío empático con la víctima, en el mejor de los casos, en otros sólo tienen una inmersión de prejuicio intenso hacia la víctima (el término “chakurra”).
·         Justificación cognitiva de la agresión. Es el factor más peligroso, y el que provoca más sangre y dolor. Cuando la violencia se justifica con una lógica forzada o una razón irracional entonces se comienza la escalada peligrosa a la sociopatía.
 
C).- Factores ambientales:
·         Disponibilidad de armas. Es más que evidente que poseen un auténtico arsenal de armas, de material explosivo y destructivo.
·         Ambiente familiar. Algunos de los jóvenes pertenecientes a este grupo asesino proceden de hogares que han justificado y anhelado conductas radicales para conseguir fines políticos.
 
Queridos lectores: si han repasado bien los aspectos facilitadores anteriormente expuestos, habrán llegado a una conclusión dolorosa pero cierta. Este grupo sociópata seguirá apretando el gatillo ante cualquiera de nosotros, simplemente porque todo el precedente de su conducta les posibilita difundir con seguridad y garantía un dolor masivo y profundo a España.
 

 

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