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Diario YA


 

De Juan Rico y Amat, con edición y notas de Javier Paredes

El imprescindible 'Diccionario de los políticos'

Redacción

El Diccionario de Rico y  Amat es una de las publicaciones más citadas por los estudiosos del reinado de Isabel II.  La actual edición ha sido puesta al día y anotada por una de los historiadores especializados en el siglo XIX como es Javier Paredes, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá.

A la agudeza y la fina ironía con las que Rico y Amat describe la vida política de nuestra siglo XIX, Javier Paredes ha añadido más de 250 notas a lo largo del libro, en las que ampliando lo que dicen las voces de Rico y Amat o corrigiéndolas, se ofrece al lector una visión más completa de nuestra Historia del siglo XIX y muy particularmente del reinado de Isabel II.

A buen seguro que el lector, en más de ocasión, caerá en la cuenta de que lo que escribió Rico y Amat hace ya más de ciento cincuenta años sigue estando tan actual y vigente como entonces. No se trata de ningún don profético del genial autor del Diccionario de los políticos… La vigencia y la actualidad de buena parte de las páginas del Diccionario de Rico y Amat es la mejor prueba de que lo sucedido en el siglo XIX podemos considerarlo con toda propiedad, como parte de nuestra Historia Contemporánea de España.

Rico y Amat fue un genio que supo transcender las apariencias para retratar el alma de los políticos. Por esta razón muchas de las voces que contiene el Diccionario de los políticos, escrito hace 150 años, siguen estando vigentes, como se puede comprobar en la siguiente selección.

ANTICIPO.— Clavo ardiendo al que se agarran los gobiernos apurados y con el que la nación sale siempre quemada. Los herreros que lo proporcionan cobran un jornal muy elevado, y suelen quedarse con parte del clavo, por medio de evoluciones bien combinadas.
Hay anticipos forzosos, voluntarios y reintegrables. Forzar a uno a que se preste lo que acaso necesita para sí y su familia, es un contrasentido muy propio de los tiempos que alcanzamos. En cuanto a los voluntarios, ya es otra cosa. Cuando se piden a los pueblos se les deja en la más amplia libertad de… de no poder negarse.

BRUJULEAR.— Oficio muy socorrido entre los políticos, el que lo ejerce con suerte y talento medra que es una maravilla. El perfecto y afortunado brujuleador es diputado y sirve a la vez de brújula para otros más inexpertos. Si al entrar en el Congreso en un día de crisis ministerial, lo veis saludar a los ministros con una sonrisa de satisfacción y una profunda cortesía, bien podéis asegurar que el ministerio saldrá victorioso de aquel apuro; si por el contrario, notáis que los saluda de una manera seria y grave, asegurad sin ningún género de duda que el ministerio cae al día siguiente.

CARTERA.— La breva más sabrosa de la higuera de la situación; por lo mismo que su sabor es tan exquisito que tiene tantos golosos. Los que la prueban una vez ya no comen  de ninguna otra fruta; todas las demás son sosas y desabridas.

CESANTÍA.— Abstinencia completa de carnes; cuaresma forzada; ayuno de obligación. Penitencia impuesta comúnmente, no por los pecados cometidos, sino por los que no se han querido cometer. Estos penitentes políticos, a imitación de los penitentes religiosos, no piensan durante la época cuaresmal más que en la llegada de la pascua, que viene siempre acompañada de turrones y otras golosinas.

CONCIENCIA PÚBLICA.— Espada muy brillante pero que no corta. Como los políticos lo saben no le tienen miedo y juegan con ella sin peligro de cortarse, como los niños con un sable de madera.

CONSTITUCIÓN.— Reloj de adorno que apunta y no da; almanaque que anuncia buen tiempo en los días de tormenta; guitarra sin cuerdas; libro, en fin, encuadernado en tafilete con remates de oro y con las páginas en blanco.
Mas no se crea que están así porque no se ha escrito algo en ellas, nada de eso. Es que se redactaron con tinta simpática, y merced a ciertos reactivos solo aparecen a la vista los párrafos que conviene a sus lectores.

CORRUPCIÓN.— Epidemia contagiosa que hace estragos horrorosos en el país de la empleomanía . Los periódicos en su parte sanitario anuncian con frecuencia la marcha al extranjero, con objeto de cambiar de aires, de algún depositario de fondos públicos, atacado mortalmente de esa enfermedad.

CUNERO.— Se llama así al diputado que busca cuna,  es decir, distrito. Hijos de la política inclusa, sin patria ni hogar que los caliente, buscan una patria nueva que los adopte en defecto de la suya que les niega su protección, no porque ellos no la merezcan, sino por aquello de que «nadie es profeta en su patria».

DEMOCRACIA.— Logogrifo político que nadie entiende y que algunos quieren explicar a todo trance.
Los aficionados a lo maravilloso y desconocido, los amigos de las charadas descifran la democracia diciendo que cada una de sus letras tiene un significado político, comprendiendo entre todas ellas un buen sistema de gobierno, que explican del siguiente modo. La D descentralización, la E economías, la M mejoras, la O de orden, la C de crédito, la R de reformas, la A adelantos, la C conciencia política, la I igualdad, la A abundancia.
Otros por el contrario interpretan la palabra democracia asegurando que sus diez letras significan, desgobierno, empleomanía, motines, opresión, carestía, revolución, ambiciones, comunismo, ilusión, anarquía.

DESTINOS.— Varilla mágica más milagrosa que la de los hechiceros, son innumerables y asombrosos por demás los milagros que entre los políticos produce su contacto.
Con la varilla de los destinos se transforma en republicano un absolutista y un progresista en moderado; con ella se gana una elección perdida o se hace perder una elección ganada; a su mágico influjo un diputado se equivoca en una votación y dice que sí en lugar de decir que no, y al contrario, otro pronuncia un discurso ministerial o deja de pronunciar uno de oposición.

ELEGIBLE.— El gallo del gallinero electoral; los electores no elegibles no pasan de gallinas. En las elecciones municipales, el gallo elegible canta a los oídos de las gallinas el consabido qui quiri qui, que traducido al lenguaje humano quiere decir: elegidme a mí. Acordándose en cada momento de su categoría, mira con indiferencia y desprecio a las gallinas, muchas de ellas rabiando por no ser gallos.

GABINETE.— Cofradía de 7 u 8 hermanos encargados de rezar a todas horas por la salvación de la patria. Unas veces rezan en latín, para que los profanos no comprendan el sentido de sus oraciones; muchas lo hacen en francés, por seguir la moda; pocas en español, y algunas entre dientes, quedándose el público sin entender una palabra.

LECHO DE ESPINAS.— Inoportuna y desgraciada metáfora, que usó en cierta ocasión en el Congreso un ministro muy desgraciado en el uso de las figuras retóricas. La del lecho de espinas excitó la risa de todos los oyentes, como la otra suya también de las reinas hembras.

LIBERTAD DE IMPRENTA.— Facultad de escribir… a gusto del gobierno. Enmarañada red donde suelen caer de vez en cuando algunos tiburones, vulgo periodistas de oposición.

MORALIDAD.— Señora extraviada en la corte cuyo paradero se ignora, por más que se ha ofrecido un hallazgo al que la presente.
Los que más aparentan buscarla le cierran la puerta cuando se presenta en sus casas y, aburrida de tanto desprecio, dicen que va peregrinando ahora por los pueblos pequeños, acompañada de su hermana la justicia, tan despreciada como ella. Probablemente tendrán que emigrar pronto de España, si no quieren morir de una sofocación.

PADRE DE LA PATRIA.— Otro contrasentido político y de los más notables. ¿No es una verdadera anomalía que se llame padre de la patria un diputado, que se mantiene del sueldo que ella le da? ¿Por qué no se llama hijo suyo, cuando es ella quien lo mantiene? Pues los diputados que le hacen la primada de aumentar sus presupuestos y sancionar con su voto arreglos de la deuda y deuda de desarreglo, ¿no son más bien primos de la patria que padres suyos?

PERIODISTAS.— Los campaneros de las iglesias políticas. Los que tañen las campanas de la catedral suelen ser al mismo tiempo diputados, oficiales de secretaría o cosa por el estilo. Los que tocan en otras ermitas no son más que simples campaneros y atrasados casi siempre en sus pagas. Para muchos es un oficio como otro cualquiera, que si bien no produce dinero, da en cambio popularidad, que en algunas épocas sirve para adquirir aquél.
           
POLÍTICOS.— Zánganos de colmena que se alimentan únicamente de la miel de la patria. Su oficio es andar de acá para allá zumbando y picando, cuando no encuentran comida. Las laboriosas y cándidas abejas, vulgo contribuyentes, los aborrecen con justicia, porque les roban sus dulces y costosas cosechas, introduciendo la discordia en sus colmenas y destruyendo sus enjambres.
Cuando hartos de miel o fatigados de buscarla suspenden su revoloteo y sus zumbidos, las incautas abejas se creen felices con aquella tranquilidad y llenan sus panales en medio de las más risueñas esperanzas; pero de pronto empiezan a zumbar los zánganos por uno u otro lado en tono de pronunciamiento, elecciones o cambio ministerial, y adiós tranquilidad de las abejas, y adiós los paneles de sus colmenas.
Los zánganos hembras son entre todos ellos los más empalagosos y cargantes.

SENADO.— Sepulcro de santones; almacén de antigüedades; depósito de objetos que la moda va retirando; allí se conservan en el Senado como monumentos históricos que no tuvieron otro mérito que el de las circunstancias.