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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

El Islamismo Democrático y la hipocresía de Occidente

Pedro Sáez Martínez de Ubago.  Entre el sábado y el martes hemos tenido dos noticias muy diferentes, aunque muy relacionadas: el aniversario del linchamiento de Gadafi y el intento de mediación internacional tras la amnistía decretada por  el presidente sirio, Bashar el Asad,  para los presos sin delitos de sangre. El mediador, Lajdar Brahimi había propuesto previamente el inicio de una tregua durante la fiesta musulmana del Sacrificio.

Foto: Mediador de la ONU y la Liga Árabe, Lajdar Brahimi
 
Es como, si en su aparente búsqueda de la democracia, el mundo occidental, la ONU, UE, OTAN, etc. contemplaran masacres buenas y déspotas tolerables y de otras matanzas y caciques que no lo son tanto. Véase lo ocurrido en los últimos meses en Túnez, Marruecos, Egipto, Libia, Siria… donde parece que las vidas de los habitantes no tengan igual valor a los ojos de las instituciones internacionales, tan contundentes en unos sitios y tan melifluas en otros. 
 
Remontándonos unos pocos años más en la historia, encontramos casos como el del Frente Islámico de Salvación (FIS), organización  islamista argelina fundada en 1989, que ganó las elecciones municipales de 1990 obteniendo el 65% de los sufragios y dominando claramente las principales ciudades argelinas y fue declarada ilegal desde marzo de 1992, tras obtener en la primera vuelta de las elecciones generales de 1991 un 24% del censo electoral. Y algo parecido en la tremenda reacción internacional ante la invasión que, en 1990, de Kuwait por tropas iraquíes. Una invasión que está mucho menos condenada por la ONU que los abusos de Israel sobre los territorios palestinos, ante los que, sin embargo, no se adopta ninguna medida…
 
Es como si la ONU y los poderes económicos de turno, distinguieran un islamismo más democrático que otro y más merecedor de tolerancia. Sin embargo, es demasiada casualidad que las intervenciones más vehementes o sanguinarias, se dan en los países que producen más petróleo. Tal es el caso de Libia, Kuwait, Túnez, Argelia, frente a Siria (que se limita a refinar petróleo iraní) y, por eso no parece importar tanto que se desangre en una guerra civil. Otra consideración merecen Egipto y Marruecos, tradicionales aliados de Estados Unidos e Israel y el primero controlador del Canal de Suez,  donde, con pequeños cambios, más formales que efectivos, como el hecho de que un moribundo y anciano Mubarak fuera depuesto, para que otros militares de similar actitud acaben detentando el gobierno.
 
Nada más hipócrita que querer pensar que el Islam puede ser compatible con la democracia y querer enmascarar, como una causa del liberalismo o del humanitarismo lo que sólo es la guerra del capitalismo más salvaje por el control del petróleo.
 
Pero dejando lo petrolífero y volviendo sobre la hipocresía de occidente al enfrentarse al islamismo, quiero traer a la memoria de los lectores dos casos muy similares, quizá uno de menos repercusión mediática.
Por ejemplo, de todo conocido es el caso de Ahmed Salman Rushdie, quien, según sus palabras, "Nunca me consideré un escritor preocupado por la religión, hasta que una religión empezó a perseguirme". 
La persecución a que se refiere es el caso de  la controversia ocasionada en el mundo musulmán debido a la supuesta irreverencia con que, en su libro de 1998 Versículos satánicos” se trata a la figura del profeta Mahoma.
 
A consecuencia de esto, en 1989, el ayatola Jomeini promulgó una “fatwa” o edicto religioso que ordenaba su ejecución y meses después añadía una recompensa de 3 millones de dólares a quien lo ejecutara. Aclaremos que una “fatwa” tiene especial gravedad porque, aunque en 1998 el gobierno iraní se comprometiera públicamente a no buscar la ejecución de Rushdie,  según la ley islámica, la ejecución de la fatwa sólo podría haber sido revocada por la persona que la emitió, Jomeiní, fallecido en 1989. Por ello, aún hoy en día algunos grupos fundamentalistas consideran que sigue siendo válida independientemente de la postura del gobierno iraní.
 
Otro testimonio que prueba la incompatibilidad entre islamismo y democracia, aunque de menos difusión, es la feminista y política holandesa de origen somalí,  Ayaan Hirsi Ali, amenazada de muerte por los integristas islámicos. Hirsi, inicia su obra, Nómada, unas memorias de su salto del mundo musulmán a Occidente, con la frase "He sido nómada toda mi vida". Una verdad acreditada por su agitada biografía. Nació en Mogadiscio, en 1969. A los ocho años huyó a Arabia Saudí porque su padre, opositor contra la dictadura que oprimía al país, estaba en el punto de mira. Allí duraron poco: un año. Fueron expulsados y dieron con sus huesos en Etiopía. Luego llegaron a Kenia. A los 22 años su padre le ordenó que se casara con un pariente que vivía en Toronto, un completo desconocido para ella. Aprovechó la escala en Alemania para escapar a Holanda, en donde su integración fue meteórica. Aprendió el neerlandés, apostató del Islam e inició su carrera política en las filas socialistas como defensora de los inmigrantes y de las mujeres. En 2003 acabó como diputada del parlamento nacional, pero ya encuadrada en el partido liberal holandés. En todo este tiempo fue desarrollando un discurso cada vez más crítico contra la teología islámica. Tenía a los radicales encendidos, sobre todo después de escribir el guión de Sumisión, película que rodó Teo Van Gogh y en la que retrataba las humillaciones que sufrían las mujeres sujetas a la sharia. Van Gogh fue asesinado y ahora Hirsi Ali vive bajo continua vigilancia.
 
Ella sostiene que Europa debe ser más dura con los inmigrantes; y explica que "Occidente, sobre todo Europa, ha sido muy ambigua. Los que llegaban a ella tenían muy claro que gozaban de unos derechos pero las obligaciones, en cambio, eran exigidas de manera muy vaga", al tiempo que sostiene que "los partidos establecidos" deben ser más severos para que los "partidos populistas" no aprovechen el descontento. 
 
Contraria a las alianzas de civilizaciones y el pluriculturalismo. Concluyo con dos citas suyas: "No podemos ser ingenuos. Islam y democracia son incompatibles. El Islam es una teología que rige todos los aspectos de la vida: las costumbres sociales, la casa, el vecindario, el país, es una receta que sirve para todo […] Es muy complicado que evolucione hacia valores democráticos"; y "La economía de Europa está en crisis pero no sus principios ilustrados y su respeto a los derechos humanos. Prohibir los minaretes como en Suiza o el burka, como se ha hecho en Francia, es simplemente intentos de solucionar puntos concretos de un problema global, el del choque entre dos culturas, una democrática y otra teocrática".