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Diario YA


 

Mater Dei -16 de Septiembre

El leño verde y el leño seco

Mater Dei.Hagas lo que hagas, los demás siempre podrán encontrar en tu actuar motivos para la crítica, la murmuración, la envidia o la queja. Ellos sólo juzgan desde la apariencia de las cosas y, muchas veces, con criterios demasiado humanos y mundanos; tú sopesas y valoras las cosas sólo desde tu punto de vista y de acuerdo con tus intenciones, por lo que tus actos, tu forma de hacer y de actuar, pocas veces coincidirá con la medida corta y estrecha que usan los demás. Lo importante, sin embargo, no es que ellos aplaudan y entiendan tu criterio, tus intenciones, tus actos, sino que todo eso concuerde con el criterio del Evangelio, con la voluntad de Dios, con la obediencia y el sentir de la Iglesia. Y, aunque debamos cultivar la prudencia humana, no hemos de vivir cara a los demás, pendientes de la opinión ajena o del modo como ellos interpreten nuestros actos. El bien que hagas siempre corre el riesgo de ser malinterpretado y puede que hasta se convierta en motivo de persecución de otros, que buscan hacer el mismo bien que buscas hacer tú.
Piensa que aquellos judíos que estaban crucificando al Señor se movían, quizá, por el celo de la Ley y la pureza de la fe, pues no podían concebir que un simple conciudadano se proclamara blasfemamente Hijo de Dios, enseñara con la autoridad de un Maestro e hiciera aquellos signos portentosos. Y, sin embargo, sin ellos saberlo, cumplían así los misteriosos planes de Dios, que quería obrar en aquella Cruz la redención del hombre. Pues, si aquello hicieron con el leño verde, ¿con el seco qué harán? (cf. Lc 23,31). No te extrañe, por tanto, que tengas que trabajar en la viña del Señor entre las incomprensiones, críticas y murmuraciones de los demás jornaleros. Y no te extrañe tampoco que las fatigas de tus trabajos apostólicos se vean redobladas y aumentadas por ese lastre inútil de las murmuraciones, los egoísmos personales o los intereses ajenos al Evangelio. Tú, cuida el verdor y la belleza de tu leño, sin que te hieran las trabas y astillas de esos leños secos que, considerándose buenos cristianos, se buscan más a sí mismos y su propia gloria que la gloria de Dios. Que no te aprisionen los grilletes y las cadenas del opinar ajeno, si quieres vivir cara a Dios. Él te promete su gloria, no la gloria y la fama de los hombres. 
Mater Dei
Archidiócesis de Madrid
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