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El marido de Betancourt reconoce que el amor de la pareja "pudo haberse quedado en la selva"

Juan Carlos Lecompte, marido de la ex candidata presidencial colombiana Ingrid Betancourt, ha reconocido que el amor que existía en la pareja antes de su secuestro, en 2002, "se pudo quedar en la selva", y ha revelado que se sintió "maltratado" por algunos familiares de su esposa.

   "No debo descartar que se haya acabado todo con Íngrid. Puede pasar. No solo lo pienso ahora, sino desde antes. El amor por mí pudo habérsele acabado en la selva. ¿Y qué puedo hacer yo?. Mientras ella se organiza, se pone al día, hay que darles tiempo a las cosas. Si ya la esperé seis años y medio", afirma Lecompte.

   "La conozco bien y sabía que me iba a pedir un tiempo sola con sus hijos", subraya Lecompte en declaraciones a un diario local, recogidas por Europa Press. "Le respondí que interiormente me había preparado para eso durante estos años. Ha sufrido mucho y ahora que está libre no se merece ninguna molestia", añade.

   Además, en otro momento de la entrevista Lecompte asegura que si Ingrid no fuera madre, hija y esposa volvería a repetir los mismos pasos que en los días previos a su secuestro a manos de un frente de las FARC en febrero de 2002. Entonces era candidata a la presidencia y recibió críticas por viajar por esa zona de país sin protección.

   Lecompte también asegura que se sintió "maltratado" por la madre y la hermana de Ingrid, Yolanda Pulecio y Astrid Betancourt, en los primeros momentos del reencuentro tras la operación del Ejército colombiano que la semana pasada puso fin al secuestro de la ex candidata, tres estadounidenses y once policías y militares.

   "Ese día me maltrataron, pero me maltrataron más durante el secuestro. Y viéndolo bien, nunca tuve una buena relación ni con la mamá ni con la hermana. Durante el secuestro se armaron dos bandos en los últimos años, uno, Yolanda y Astrid, y el otro, Fabrice, los niños y yo", asegura.

   Lecompte se enteró del rescate por Herbin Hoyos, el director del programa de radio 'Las voces del secuestro', tras lo cual se presentó un coronel de la Policía en su domicilio, a quien pidió que le llevara a la aeropuerto militar de Catam, a las afueras de Bogota, donde poco después llegaron Betancourt y los demás rescatados.

   Preguntado por sus sensaciones en esos primeros minutos tras el reencuentro, el esposo responde que se siente "muy feliz" por su puesta en libertad, aunque admite que esperaba "otra cosa". "Esperaba un fuerte abrazo, nada de besos, porque estábamos en público", añade Lecompte.

   "No hubo un fuerte abrazo. Ahí me puse a un lado, con mucha dignidad. Jamás he sido protagonista en la vida pública de Íngrid. Mi papel siempre ha sido  ayudarla en lo que he podido, en asesorarla, pero no en figurar a su lado. Hacía la tarea como publicista, luego me sentaba con ella y le mostraba lo que había hecho", precisa.

   "Claro que hubiera preferido que hubiera sido un poco más cariñosa conmigo, no tan fría, pero es que un secuestro es una cosa muy complicada y uno no puede calcular el amor de esa manera. Además, quién sabe qué cosas oyó o le contaron de mí en su secuestro, como una supuesta relación que tuve con una mexicana", añade Lecompte.

   Por último, asegura que quiere retomar su vida y que mientras tanto Ingrid sabe donde está el día que quiera volver. "Mientras tanto, y aunque eso no suceda, con Íngrid o sin ella mi vida va a seguir de la manera más normal que pueda. ¿Y sabe qué me gustaría? Que esta fuera mi última entrevista", concluye.
 

Etiquetas:FARCIngrid Betancourt