El martirio de los cristianos iraquíes prosigue en 2010
José Luis Orella. La guerra, con el derrocamiento de Sadam Hussein y la posterior invasión militar de la coalición internacional, propicio un vació de poder con desordenes públicos y sangrientos enfrentamientos entre las diferentes comunidades. La lucha contra el invasor, esta siendo paralela a la eliminación de las minorías incomodas, como son los cristianos. El éxodo continuo de los cristianos, causado por la guerra, parece anunciar la desaparición de una comunidad de 1.200.000 cristianos, que llevaba 2.000 años de existencia, de la cual quedan actualmente 800.000 en total. En los países vecinos se concentran millones de iraquíes, 1,200.000 en Siria, aunque llegan unos 40.000 al mes; y otros 700.000 en Jordania. De ambas grandes cantidades, 40.000 caldeos se hayan refugiados en Siria, y atendidos por el obispo caldeo de Aleppo, quien recibe ayuda de los grecoortodoxos y grecocatólicos, mayoritarios en la comunidad cristiana siria. En la monarquía jordana, son 10.000 los caldeos refugiados. Pero la salvaje guerra que se vive en Iraq se cobra un tributo diario entre los más débiles. Los sacerdotes son secuestrados; los cabezas de familia, asesinados; las mujeres obligadas a casarse con musulmanes, y los adolescentes obligados a la conversión. En definitiva, las familias cristianas, después de ser expoliadas, son obligadas a huir del país. Tanto las milicias chiítas, como las sunitas, tienen en común el odio a los cristianos. La llegada de misioneros pentecostalistas, por parte de las autoridades militares norteamericanas, tiene como misión la absorción de católicos caldeos y ortodoxos, por un cristianismo menos universal y más manejable. Pero esta acción no deja de preocupar también al episcopado católico por su carácter herético y que tiende a romper los lazos de los cristianos con Roma.
En el 2009 la violencia contra los cristianos se ha concentrado en la ciudad de Mosul. En aquella ciudad, fue asesinado el electricista Abdul Aziz Elías Aziz. El 26 de abril se repetía la pesadilla, en la ciudad de Kirkuk. Susan Latif David y su suegra, Muna Banna David, murieron sobre las siete de la tarde, cuando diversos hombres armados irrumpieron en su casa, en el distrito de Domeez. Casi al mismo tiempo, en otra zona de la ciudad, Basil Shaba era asesinado en un ataque de características similares. Su hermano Thamir y su padre, Yousif, resultaron heridos en ese asalto. Sin embargo, la última Navidad del 2009 se preparaba sangrienta, el 15 de diciembre un par de iglesias de Mosul eran atacadas con bomba, aunque no hubo pérdidas humanas. Pero el día 18, un jóven cristiano de treinta años, Zeid Majid Youssef, moría acribillado a balazos. La noche de Navidad le correspondía a Basil Isho Youhanna. Pero el inicio del 2010 no ha sido mejor, el 12 de enero, también en Mosul, era asesinado Hikmat Sleiman, propietario de una tienda de fruta. El 17 era el sirocatólico Saadallah Youssif Jorjis, de 52 años, casado con dos hijas, que también se dedicaba a la venta de fruta. El 19 le ocupaba el trágico turno a otro sirocatólico, Abdullahad Amjad Hamid. Estos asesinatos han empeñado la toma de posesión del arzobispo de Mosul, Monseñor Emil Shimoun Nona, que venía a ocupar el puesto de su antecesor, que fue secuestrado y martirizado. Desde la invasión norteamericana en el 2003, se calcula en dos mil cristianos asesinados.