El P. Andrey Kordochkin es un ejemplo para el resto de sacerdotes, y para diplomáticos
Daniel Ponce Alegre.
Teólogo - Pontificio Instituto Oriental.
En un contexto internacional como el que estamos viviendo, en el que Rusia, y cualquier otra nación que se propone soberanamente ser su aliada en aspectos diplomáticos concretos como Hungría, Polonia, Bulgaria o la Rep. Checa, están siendo estigmatizadas y sometidas a campañas de desprestigio, es digo de alabar que España (los Ministerios de Cultura, Exteriores y Defensa) esté colaborando con la Embajada de Rusia en España (destacando el apoyo del Excmo. Sr. Embajador D. Yuri Korchagin). Esta colaboración, consistente en levantar un Monumento a los marinos rusos que al servicio de Catalina la Grande, y de toda la Cristiandad, fallecieron durante la Guerra Ruso-Turca de 1768 – 1774 en aguas españolas de la Isla de Menorca, está siendo posible en su primera fase gracias a las gestiones administrativas, religioso-culturales y diplomáticas del Párroco de la Iglesia Ortodoxa Rusa “Santa María Magdalena” en Madrid, Arcipreste Andrey Kordochkin.
El P. Andrey, tenía planeado colocar una Cruz y recomponer los acontecimientos acaecidos hace ahora 250 años, así como también seguir la gesta histórica de aquellos marinos. Así que se puso en marcha y viajó para Menorca. El Presidente de la Comisión Permanente del Museo Militar de Menorca, el Coronel Benjamín Oriola hizo de anfitrión.
Desde principios del S.XVIII, Menorca pasó de mano en mano (manos españolas, inglesas y francesas). Durante los años 1769-1775 la isla perteneció a la corona británica. Esto es importante dado que en el año 1768 estalló la Guerra Ruso-Turca. La Emperatriz Catalina II decidió mandar desde Kronstadt al Mediterráneo las escuadras de los Almirantes Gregorio Spiridonov y John Elphinstone, quienes fueron apoyados por las fuerzas de desembarque encabezadas por el Conde Alexey Orlov. La flota rusa debía bloquear el Estrecho de Dardanelos y cortar las comunicaciones marítimas de Turquía con África del Norte y Oriente Medio. Como se suele decir, “necesitábamos la victoria a cualquier precio”. Por eso no se escatimaban vidas humanas. En total, la Emperatriz envió a la guerra cinco escuadras compuestas por 20 buques de guerra, 6 fragatas y 27 naves de auxiliares con una tropa de 17.000 efectivos de desembarco.
¿Con qué fin fue tramada esta maniobra inteligente, es decir, el envío de la armada desde el Mar Báltico al Mediterráneo? El P. Andrey Kordochkin, licenciado en Oxford y profundo conocedor de la Historia de Rusia, de la Cristiandad y de la Iglesia, aclara esta cuestión:
“Tenían que distraer la atención de los turcos de acciones en el mar Negro. El interés de Catalina consistía en conseguir una libre navegación por el Mar Negro con el fin de garantizar la presencia de Rusia en el Mediterráneo. No se debe olvidar el respaldo a los eslavos y griegos, nuestros hermanos y correligionarios, que vivían en los territorios ocupados por el musulmán Imperio Otomano. Con este fin se inició la expedición del Archipiélago de las Baleares. Rodeando toda Europa la flota rusa tenía que penetrar la retaguardia turca, donde encontraría una resistencia mínima”.
El primer punto en la travesía de la flota fue Inglaterra. Para aquel momento ambos países mantenían relaciones amistosas. El primer puerto en el Mediterráneo que recibió los barcos rusos tras una larga travesía fue el puerto de Mahón, en la Isla de Menorca. Aquí el 18 de noviembre de 1769 echó anclas el primer buque ruso “San Eustaquio ".
Debido a razones climáticas y geográficas favorables se decidió poner en Menorca un punto de encuentro. Uno de los motivos a favor de esta decisión fue el conocimiento de que en la isla existe una colonia griega que construyó en Mahón un templo ortodoxo dedicado a San Nicolás. Allí en Mahón reparaban barcos, curaban enfermos y heridos. Podían dar descanso a las tripulaciones. Un poco después en la punta opuesta de la bahía fue construida otra iglesia dedicada a la Virgen María. Precisamente en esta iglesia, según los documentos y los grabados que se conservan, el día 29 de agosto de 1770 (según el calendario juliano) celebraban la victoria contra los turcos en la Batalla de Chesmen. "En la Iglesia Santa María se ofició la liturgia y oración en memoria de la Batalla de Chesmen, desde el Buque Esperanza. Se hizo fuego de 31 cañones y a la celebración asistió el Gobernador de Mahón”.
No toda la flota que fue a la guerra contra Turquía pasó por Menorca pero en cada combate hubo pérdidas humanas. A los marinos heridos los enviaban a la isla, al hospital construido por el Cónsul de Rusia, de origen griego, Teodoro Alexiano, como se puede atestiguar por los documentos conservados en el Archivo de Política Exterior del Imperio Ruso del Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia, a los que este redactor ha tenido el privilegio de acceder.
Aquellos marinos que no sobrevivieron fueron sepultados en el Cementerio Griego de la Iglesia de la Dormición de la Virgen María. Gracias a los Archivos de la Armada Rusa (a los que también ha tenido acceso en este Diario) se conocen los nombres de 171 marinos fallecidos.
Además, dichos archivos guardan un Informe gracias al cual el P. Andrey, con la ayuda del Embajador de Rusia, pudo recuperar los nombres de unos cinco marinos más. Así la cantidad de los marinos rusos fallecidos en la isla fue de 176. En Menorca murió el Capellán del Barco "África" Yosif Zelenskiy. El 23 de noviembre de 1769 falleció el marino Andrey Spirodonov, hijo del Almirante Gregorio Spiridonov, por lo que recibió su sepultura en la Iglesia de San Nicolás. En el museo local se conserva el dibujo del pintor Guiseppe Qieza, en el que se reproducen el funeral de Spiridonov en el templo griego. Después de la adhesión de Menorca a España, en el año 1783, el Templo se consagró a la Inmaculada Concepción de la Virgen María. En memoria del pasado colgaban de las paredes varios íconos ortodoxos y en el suelo la lápida sepulcral de Spiridonov escrita en ruso.
Sobre el hecho de que a los cuerpos de los marinos rusos no les dieron sepultura y que su monumento fue destruido, el padre Andrey se enteró cuando fue designado como sacerdote en Madrid. Un día se preparó y viajó a la isla para asegurarse de la autenticidad de esta historia. Y ésta le cautivó y no le soltaba. Empezaron las consultas con los historiadores (en particular con la especialista en historia de la guerra ruso-turca y la batalla de Chesmen, Elena Smolianskay).
Mientras tanto en el Museo Estatal de Historia se encontró un cuadro de la iconografía del negociante y coleccionista moscovita Sergey Shukin. Entonces el sacerdote decidió que sí se puede intentar restaurar el monumento. Para aquel momento el P. Kordochkin aseguró el respaldo por parte de la Embajada y particularmente del embajador Yuriy Korchagin.
El interés del Embajador ante este tema quedó patente: él aceptó reunirse para tratar el asunto del obelisco.
La iniciativa de la reconstrucción del monumento en la isla Menorca partió del sacerdote de la Iglesia Rusa Ortodoxa, del Representante del Centro Ruso de Ciencia y Cultura en Madrid Eduardo Sokolov y de la embajada rusa. Desde el inicio la Embajada rusa respaldó y sigue respaldando la realización de este proyecto. Hizo falta obtener los permisos necesarios del gobierno español. Estos papeles los expide tanto el Ministerio de Defensa -dado que el obelisco estuvo y estará ubicado en el territorio del museo que pertenece a esta entidad. El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España, así como también las autoridades municipales. Por ende, hubo que redactar una serie de ruegos a los dirigentes de todas estas instituciones. Al P. Andrey, no le sorprende que los españoles hayamos acogido con entusiasmo la idea de restaurar el monumento de los marinos rusos en Menorca, pues es una parte de nuestra historia común: tanto de España como de Rusia.
“Los españoles, al igual que nosotros honran su pasado, están orgullosos de él y por eso se interesan por la ejecución del proyecto de construir el obelisco”.
Los archivos disponen de poca cantidad de documentos. Y el mérito del Padre Andrey consiste en encontrar en el museo Estatal de Historia en Moscú el cuadro donde está pintado el obelisco dedicado a los marinos rusos fallecidos. Sobre la base de esta fuente histórico-artística yace el plan arquitectónico.
De este modo, teniendo todos los permisos necesarios de las autoridades españolas y revelando las fuentes excepcionales, se pasó a la segunda fase:
“nos dirigimos a las autoridades rusas solicitando respaldo institucional y lo conseguimos. Conté a los miembros del Gobierno sobre el proyecto patriótico y lo apoyaron el titular del Ministerio de Exteriores Sergey Lavrov, el Ministro de Defensa Sergey Shoigu, el Ministro de Cultura Vladimir Medinskiy, el Gobernador de San Petersburgo Georgiy Poltavchenko y la Dirección de la Agencia Federal de Cooperación Humanitaria Interna(Rossotrudnichestvo)”.
Y llegó la tercera etapa. La búsqueda de los recursos económicos para levantar el obelisco. Aquí hay un matiz.
“La parte española ofreció ampliar el proyecto y levantar no solamente el obelisco, sino también construir una senda para él, que empezaría desde el muelle abajo. La idea española consistía en que los barcos turísticos que circulan por este sitio amarrarían allí y los pasajeros podrían subir al monumento. La idea es muy buena, como todos saben España es la segunda potencia turística mundial y esta razón podría atraer una cantidad numerosa de turistas, tanto españoles, como extranjeros. Por supuesto esto requirió unos cálculos adicionales e incremento en cierta medida la parte financiera del proyecto. Actualmente en Rusia se están buscando los patrocinadores, se han hecho solicitudes a dirigentes de importantes compañías. Consideramos, y confiamos, que este proyecto patriótico-militar encontrará adecuado eco”.
Cualquier Mecenas que lo desee puede ponerse en contacto con la Embajada de Rusia en España o con el Ministerio de Cultura de España.
¡Muchas gracias P. Andrei por su labor y servicio a las almas cristianas y a la cooperación entre dos pueblos hermanos como son el de Rusia y España. San Alexander Nevsky, Patrón de los Diplomáticos Rusos, estaría orgulloso de usted!.