El pago de minutas con droga era común
Rafael del Barco. Comentando el cutre trapicheo en pleno día en la calle Robador, y de los pisos de 2.300.000 € en DIAGONAL MAR, salta la noticia de la detención en Barcelona de un desconocido gran empresario y promotor inmobiliario español. Narcotraficante de los que siempre se publica que de existir existen, pero nunca caen.
Barcelona, la capital europea de la droga, he escrito repetidas veces. Me contaban que pudo ser Ámsterdam, donde antaño acudían los traficantes españoles a comprar heroína del sudeste asiático hasta que la afgana de los turcos apareció abundante y más barata en Barcelona. O Hamburgo, Marsella, e incluso la costa Gallega o el Sur Español, pero lo narcos compañeros de prisión, lo tenían claro, desde hace unos treinta años, Barcelona centra el gran narcotráfico, por comunicaciones, infraestructuras, y el complejo blanqueo y servicios de encubrimiento. Entonces ignoraba, aunque lo intuía por las fábulas carcelarias, que bufetes, como el de Juan Piqué Vidal (50 colaboradores) y otros de menor dimensión, se dedicaban con sus cientos de sociedades instrumentales a organizar empresas tapadera o blanquear directamente. Lista de sociedades en www.lagrancorrupcion.com. Y si el pago de minutas con droga era común, un buen ramillete de abogados se podría asegurar que viven en Barcelona del narcotráfico, o son ellos mismos los que mueven los soldaditos que caerán.
Es sospechoso que se detengan a muy pocos de esos profesionales, y si se les detiene salen un unas horas, caso Piqué Vidal (blanqueo relacionado con 2.000 kilos de cocaína aun sin juzgar por la AUDIENCIA NACIONAL, Operación TACOS), y más sospechoso que de entre los altos funcionarios de “banca, justicia, policía y hasta prisiones” en un sector que gira al año no menos de UNA DECENA DE MILES DE MILLONES DE EUROS hayan caído poquísimos. Algunos policías y de la guardia civil por encubrir o apropiarse de alijos… y de jueces NINGUNO, aunque algunas libertades y sumarios resulten insultantes. Se podría asegurar por lo que he vivido que solo cae la morralla, los desgraciados, aunque entre algún marroquí, turco, paquistaní, colombiano o peruano, asomen grandes partidas y organizaciones. Alguno contaba que en principio vendían a españoles, pero los muchos casos de impago, con el correspondiente “ajuste de cuentas”, les obligó instalarse en España a pesar del peligro de su delatadora diferencia física.
Un mundo podrido del que viven estados y ejércitos de países productores y la profunda corrupción en los mayoristas distribuidores. Ignoro si la liberalización de la drogas en general rompería la cadena, pero lo que si tengo por seguro es que ni productores ni traficantes, ni menos sus corruptos servidores, la desean. No en vano España supera a Alemania y Francia en billetes de 500 € en circulación… y en negro.
Producir droga no cuesta más que producir tabaco o alcohol ¡las legales y tan nocivas como las ilegales!, pero lo que se inicia entre 300 o 1.000 € según la droga, produce, hasta venderse una adulterada papelina de unas micras a 20 €, o una pringosa chinita de hachís por unos euros, rentabilidades del triple hasta diez veces lo invertido según las circunstancias del mercado. Invertir en Sudamérica 200 millones de pesetas en 1.000 kilos (caso del actual detenido) para obtener en Barcelona 5.000 millones, es demasiado goloso para no atraer el pastel muchas moscas. Y bajando el escalafón en el sector hasta la pobre mula, sin invertir nada, ganar 6.000 € por viaje, puede significar la comida de la familia durante una larga temporada. El círculo infernal, con no menos de 4.000 individuos cumpliendo condena en las cárceles catalanas, y varias decenas de miles en las españolas, y que una vez cumplida volverán sin remedio a lo mismo.