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Misa de apertura de la XII asamblea general ordinaria del Sínodo

El Papa alerta de que la fe puede llegar a extinguirse en algunas regiones del mundo

Redacción Madrid. 5 de octubre. El Papa Bendicto XVI aseguró hoy que "siempre habrá pueblos dispuestos a acoger la fe" a pesar de que en otras regiones, "ésta se debilite hasta el punto de llegar a extinguirse", tal y como está sucediendo hoy en día en algunas naciones que en otros tiempos fueron "ricas de fe y de vocaciones".

   El Pontífice pronunció estas palabras durante la Misa de apertura de la XII asamblea general ordinaria del Sínodo de Obispos, que tendrá lugar a partir de hoy en el Vaticano y se alargará hasta el próximo 26 de octubre. Durante la homilía, el Papa abordó la crisis que está viviendo la fe católica en algunas naciones como consecuencia de la "influencia deletérea y destructiva de una cierta cultura moderna".

   "Si contemplamos la historia, estamos obligados a registrar, no en pocas ocasiones, la frialdad y rebelión de cristianos incoherentes", afirmó. De hecho, algunas de las primeras comunidades cristianas que eran "inicialmente florecientes" han "posteriormente desaparecido y actualmente sólo se las recuerda en los libros de historia". "¿No podría suceder lo mismo en nuestra época?" se preguntó.

   "Hay quien, habiendo decidido que 'Dios ha muerto' se declara 'dios' a sí mismo, considerándose el único artífice del propio destino" y "el propietario absoluto del mundo". Así, "desembarazándose de Dios", el hombre "cree que puede hacer lo que quiera y puede proponerse a sí mismo como la única medida del propio actuar", explicó.

   Sin embargo, advirtió de que cuando el hombre "elimina a Dios de su horizonte" y se convierte en "propietario absoluto" de sí mismo y "único patrón de la creación" se expanden "el arbitrio del poder, los intereses egoístas, la injusticia y la explotación" así como "la violencia en todas sus expresiones", tal y como demuestran "ampliamente" los crímenes que cada día reportan los medios de comunicación. "Al final, el punto de llegada es que el hombre se encuentra a sí mismo más solo y la sociedad más dividida y confundida", aseguró.

   Aun con todo, las Sagradas Escrituras recogen el "mensaje consolador" de que "el mal y la muerte no tienen la última palabra", sino que "el que vence, al final es Jesús. ¡Siempre!", exclamó, asegurando que éste será el anuncio que la Iglesia "renovará de modo significativo" durante la celebración del Sínodo.

   Esta reunión se centrará en el papel que actualmente tienen las Sagradas Escrituras en la vida y misión de la Iglesia. A este respecto, el Papa recordó que el "deber primario y fundamental" de la Iglesia es "nutrirse de la Palabra de Dios".

   "Es indispensable que la Iglesia conozca y viva lo que anuncia, para lograr que su predicación sea creíble, a pesar de las debilidades y la pobreza de los hombres que la conforman", señaló.

   El Papa también repasó la situación en que se encuentra el anuncio del Evangelio, explicando que así como "muchos no lo han encontrado todavía y están esperando su primer anuncio", otros, "aun habiendo recibido una formación cristiana, han debilitado su entusiasmo" y su contacto con la Palabra de Dios es "superficial".

   Otros "se han alejado de la práctica de la fe y necesitan una nueva evangelización", mientras que "tampoco faltan personas de recto sentir que se plantean preguntas existenciales sobre el sentido de la vida y de la muerte, preguntas a las que sólo Cristo puede ofrecer respuestas satisfactorias".

   Ante esta situación, los padres sinodales debatirán en los próximos 21 días sobre el modo de hacer  que "cada vez sea más eficaz el anuncio del Evangelio en nuestro tiempo" y lograr que su "luz" ilumine "todos los ámbitos de la humanidad, desde la familia hasta la escuela, la cultura, el trabajo, el tiempo libre y demás sectores de la sociedad".

   En total, participarán 253 obispos y eclesiásticos de todo el mundo, de los que 90 proceden de países europeos, 62 de América, 51 de África, 41 de Asia y nueve de Oceanía.

   Al menos seis de los padres sinodales que participarán en los trabajos son españoles. Se trata del presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y arzobispo de Madrid, el cardenal Antonio Maria Rouco Varela,; el obispo de Bilbao y vicepresidente de la CEE, monseñor Ricardo Blázquez; el arzobispo de Toledo, el cardenal Antonio Cañizares; el prelado del Opus Dei, monseñor Javier Echevarría; el prepósito General de la Compañía de Jesús, padre Adolfo Nicolás; y el presidente de Comunión y Liberación, el sacerdote Julián Carrón.

   Una de las principales novedades de este año será la participación externa del primer no cristiano. Se trata del rabino judío Shear-Yashuv Cohen, quien, a petición del Papa, hablará ante los padres Sinodales sobre el papel que tiene la Biblia en la religión hebrea.

   El Sínodo de Obispos fue instituido por el Papa Pablo VI en 1965 tras la celebración del Concilio Vaticano II. En él, los obispos se reúnen con el Papa para intercambiarse mutuamente información y experiencias y fijar soluciones pastorales concretas para el futuro. Su objetivo es ayudar al Papa en el gobierno de la Iglesia.

   Normalmente, este tipo de asamblea se centra en un aspecto de particular relevancia para la vida y misión de la Iglesia. El primer Sínodo que se celebró con Benedicto XVI tuvo lugar en octubre de 2005 y trató sobre el Sacramento de la Eucaristía.

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