El Papa condena duramente el relativismo moral
El frío ambiental no ha impedido el calor mostrado por casi un cuarto millón de jóvenes (235.000, según datos de la organización) llegados de todos los puntos del globo en la esperada Vigilia con Benedicto XVI en el Hipódromo de Randwick de Sidney, en la cual el Papa ha dirigido toda una catequesis sobre el Espíritu Santo y la Santísima Trinidad. "Dejad que la fe madure a través de vuestros estudios, vuestro trabajo, vuestro deporte, vuestra música, vuestro arte". "Al final, la vida no es sólo un acumular cosas. Es mucho más que el éxito".
Benedicto XVI fue recibido, ya anochecido, por una multitud de velas a los sones de un himno solemne "Jesús, envíanos tu Espíritu", interpretado por la Orquesta Sinfónica de Sidney y el Coro de la Jornada de la Juventud. Tras un Avemaría, la solista Lauren Zolezzi interpretó el himno "Nuestra Señora de la Cruz del Sur", mientras por las pantallas gigantes se podían ver los rostros emocionados de muchos peregrinos.
A continuación, tras el encendido oficial de las velas del escenario, realizado por jóvenes de población aborigen, comenzó una sucesión de testimonios, alternados con una oración y la omnipresente canción oficial de la jornada, una música pegadiza y moderna que contribuyó a crear un ambiente muy especial. Cada uno de los testimonios fue presentado en un idioma distinto (entre ellos, el lenguaje de los sordos), y relacionó cada uno de los dones del Espíritu Santo con cada uno de los Patronos de esta jornada.
Cada uno de los jóvenes intervino con las vestiduras típicas de su país. El único en español, fue el chileno José Cárcamo, que contó una iniciativa desarrollada en un barrio humilde de Chile para fabricar rosarios y venderlos para sacar dinero para venir a Sidney.
A continuación, Benedicto XVI dirigió sus palabras a los jóvenes, a quienes recordó su propia "historia personal" de relación con el Espíritu Santo, que parte desde cuando sus padres le enseñaron a santiguarse. Posteriormente, como joven sacerdote profesor de teología advirtió que su comprensión de la tercera persona de la Trinidad quedaba incompleta y profundizó en su estudio, sobre todo leyendo a San Agustín.
El Papa leyó su intervención con energía y convicción, sin improvisaciones, y ajustándose exactamente a los treinta minutos asignados. En sus palabras, también advirtió que "el relativismo, por su propia naturaleza, falla a la hora de ver el cuadro completo. Ignora los principios últimos que nos capacitan para vivir y crecer en unidad, orden y armonía". Habló de la unidad de la Iglesia y del error de presentar un catolicismo separado "de la llamada 'Iglesia institucional'".
Al acabar sus palabras, se pudieron escuchar aplausos y algunos gritos de clamor, la mayor parte en español ("Viva el Papa") que no habían interrumpido el discurso, seguido con atención por la espectacular marea humana. Posteriormente se viviría un momento de especial intensidad, cuando Benedicto XVI presidió la Adoración al santísimo sacramento, durante cerca de veinte minutos, que muchos de los asistentes siguieron de rodillas. Durante la adoración, se interpretaron diversos himnos litúrgicos, concluyendo con la Bendición con el santísimo, en medio de un silencio espectacular en una multitud de cientos de miles de personas.
Tras la Vigilia, el Santo Padre abandonó el escenario en medio de aplausos y de los gritos que antes no se habían escuchado. Varios miles de personas permanecen en el recinto, donde pasarán la noche al raso. La organización ha provisto en la "bolsa del peregrino" plásticos aislantes para combatir el frío. La sucesión de actuaciones musicales, del rezo del rosario, de cánticos de los peregrinos (especialmente en español) ayuda a que la baja temperatura quede en segundo plano, a la espera de la Misa conclusiva, en el mismo escenario, mañana a las 10 ( 2 de la madrugada en España).
Se ha sabido también que Benedicto XVI, antes de llegar esta tarde a presidir la Vigilia, ha visitado por sorpresa, en su residencia en el vecino barrio de Randwick al cardenal Clancy, anterior arzobispo de Sidney. También ha visitado los obispos retirados William Brennan y William Murphy, así como a Rosemarie Goldie, quien fue subsecretaria del Consejo para los Laicos y la primera mujer en ocupar un cargo semejante en el Vaticano.