El Partido Comunista en perspectiva histórica
Gonzalo Rojas
De cara a un año lleno en Chile de desafíos políticos, morales, sociales y culturales -y con una economía también desafiada- resulta muy adecuado mirar a uno de los actores más importantes de los próximos meses, bajo una perspectiva muy concreta, la histórica.
Nos referimos al Partido Comunista de Chile, de quien todos esperamos que ponga en escena, una vez más, esa paradojal matriz que lo ha caracterizado en su centenaria vida: la repetición de rutinas, unida a la promoción de beligerantes rupturas. Del PC chileno pueden esperarse, por igual, lo mismo de siempre junto a la novedad insólita.
Para entender mejor a nuestros Lenin criollos, este 2021 nos auxilia con siete aniversarios -al menos- que bien estudiados darán luces sobre el futuro inmediato de los comunistas en Chile.
Este 18 de marzo se cumplen los 150 años del efímero triunfo de la Comuna de París, uno de los modelos siempre recurridos por los bolcheviques (¡el otro eran los jacobinos de 1793!). La Comuna fue un nuevo régimen del terror, practicado de modo especialmente agudo y que, como terminó pocos meses después con una derrota ante el Ejército francés, ha sido siempre considerado un caso de estudio para el comunista universal. No se debe aceptar un fracaso como aquél.
Este mismo 18 de marzo se cumple el centenario del violento ataque del Ejército Rojo a la base naval de Kronstad (de la Armada Soviética, obviamente) ¿Razones? Los marineros estaban desilusionados con el “progreso” de la revolución, con la férrea conducción centralizada en manos del Partido, con la nula injerencia de los trabajadores (y de los soviets) en el proceso. Lenin no podía tolerar algo así, por lo que los sublevados de la base fueron masacrados. No se debe aceptar disensión alguna en la conducción de la revolución.
En julio conmemoraremos los 85 años del levantamiento de las tropas nacionales en España, destinado a poner término a una II República que se proponía entregar el control de la Madre Patria a Moscú, mientras permitía que anarquistas y trotskistas desplegaran una creciente ola de violencia, especialmente contra la Iglesia Católica. Cuando los comunistas intentaron tomar efectivamente el control de la guerra, en 1937, decidieron eliminar a los ácratas y a los trotskistas, con la ilusión vana de darle conducción única a una contienda ya por entonces casi perdida. No se debe tolerar a los compañeros de ruta que compliquen la unidad estratégica.
Sesenta años se cumplirán desde que en aquel 1961, de la noche a la mañana, el comunismo decidió levantar el muro de Berlín. Y por casi otros 30 lo mantuvo como insólito símbolo de su “amor al socialismo”, hasta que las fuerzas indómitas de la libertad lo derribaron en 1989 y de paso liberaron del cautiverio a millones de alemanes. No se debe permitir que las personas voten con los pies y huyan de las tiranías comunistas.
A finales de este 2021, recordaremos la grosera presencia hace 50 años de Fidel Castro en Chile. Podremos detenernos en cada una de sus intervenciones (¡más de tres semanas!), en sus consejos sobre la necesidad de armar al pueblo (para eso la embajada tenía ya su plan en marcha) en su embrujador mensaje a los sacerdotes filo comunistas, en sus ridículas convicciones sobre la economía centralmente planificada. Y los comunistas que inicialmente lo habían mirado con recelo, ahora lo contemplaban boquiabiertos. El internacionalismo proletario estaba en marcha.
Y de 1991 -¡ya treinta años!- tendremos que traer a la memoria el asesinato de Jaime Guzmán el 1º de abril, perpetrado por un grupo descolgado del FMR, brazo armado del Partido Comunista desde pocos años atrás. Jaime no alcanzo a ver cumplido en esta tierra uno de los sueños de toda persona libre y digna: el final de la Unión Soviética. Pero justo el 31 de diciembre de ese 1991, esa ilusión se hizo realidad. El uso del crimen nunca ha sido problema alguno para los comunistas, pero desde hace 30 años atrás, al menos ya no cuentan con la principal fuente de financiamiento para seguirlo practicando.