Redacción

La victoria de Mariano Rajoy en la noche electoral del 20N coloca al Partido Popular al frente de prácticamente todos los estamentos de poder en España, Gobierno, Comunidades Autónomas, Ayuntamientos...

La etapa socialista de José Luis Rodríguez Zapatero deja una España con una crisis galopante en todos los ámbitos fundamentales: económico, social e institucional. Tanto es así que los propios socialistas, encabezados por su nuevo (?) líder, Alfredo Pérez Rubalcaba, han renegado de él. No ha aparecido en los actos electorales, y cuando lo ha hecho ha sido a medias y descolocando la estrategia electoral del partido. Ha sido una muestra más de que nadie quiere vincularse a su imagen porque la historia tiene muchas posibilidades de juzgar a Zapatero como el peor presidente de la historia de España.

La mala imagen que ha generado Zapatero, tanto en España como fuera de España, se ha llevado por delante a Rubalcaba y al partido socialista que necesita una regeneración urgente para no seguir cuesta abajo. Por otro lado ha dejado vía libre al PP para su completo dominio en España. Ya hubo un fuerte aviso en las elecciones del 22Mayo cuando se perdieron todas las comunidades autónomas, y las elecciones del 20Noviembre son la confirmación

Empieza el trabajo para el equipo de Rajoy, que sabe que los primeros días deben ser para recuperar la confianza perdida, en España y en Europa, para los españoles que trabajan y para los españoles parados. Serán necesarios recortes porque la situación heredada ha dejado las arcas en rojo. El Gobierno de Zapatero se ha gastado lo que recaudaba y las reservas, tanto en dinero como en confianza. Ahora hay que luchar contra las heridas abiertas como economía, trabajo, sanidad, educación, aborto, memoria histórica, terrorismo, justicia, sociedad, alianza de las civilizaciones, aliados internacionales y una lista prácticamente interminable.

Pero el Partido Popular tiene la ventaja de la exclusividad, nadie le puede hacer sombra a Mariano Rajoy. Los españoles han dejado la solución de España en sus manos y, más allá de las mayorías, debe ser el momento de la integración porque ya conocemos que la división, la concesión y el autoritarismo no nos va a permitir recuperarnos en nada.