El Peñón define la posición internacional de España (Parte III)
Pio Moa. España es el único país europeo que soporta una colonia en su territorio. Peor aún: no solo la soporta sin que sus gobernantes hagan nada práctico por remediar tan humillante situación, sino que la toleran y favorecen de mil modos. Este mero hecho ya define con claridad el peso político real de España en Europa y el mundo, así como la calidad de sus gobiernos.
La posesión inglesa de Gibraltar define, a su vez, una relación histórica. Tomada por los ingleses mediante un acto de piratería aprovechando una guerra civil en España, es el símbolo perfecto de la decadencia española y de la hegemonía inglesa. En el siglo XVIII, después de la Guerra de Sucesión, España logró recuperarse y permanecer como una gran potencia de primera fila. Pudo infligir a los ingleses considerables derrotas e intentó tomar Gibraltar, lo que habría conseguido de poner más empeño. Pero la decadencia, no solo política y militar, sino también cultural, se profundizó en el siglo XIX, cuando el peñón se convirtió también en centro de conspiraciones y pronunciamientos, de una continua injerencia inglesa en los asuntos internos hispanos, injerencia facilitada asimismo por los gobiernos del siglo de mayor decadencia que haya vivido España.
A mediados del siglo XX empezaron a cambiar las cosas. Después de la Segunda Guerra Mundial, Inglaterra entró en decadencia y perdió la mayor parte de su imperio. España fue recuperándose y en los años 60 ganaba a Londres la batalla diplomática en la ONU. Ante el corte de mangas inglés a la ONU, España cerró la verja del peñón, aislándolo y convirtiéndolo en una ruina para la potencia colonialista. Si esta resistió fue por su convicción de que los políticos españoles eran muy flojos y su errática política exterior les haría ceder antes o después. Lo cual ocurrió con los socialistas, el fondo de cuya política siempre fue su ignorante desprecio hacia España y su historia, contrastado con una desaforada vanidad de sí mismos, una corrupción intelectual madre de otras muchas. Algo semejante puede decirse del PP, que ha perdido todas las señas de identidad de una derecha que en otro tiempo pudo salvar la gran crisis histórica de los años 30.
A la vista de lo que viene ocurriendo, está claro que el problema de Gibraltar, como tantos otros, solo podrá abordarse correctamente expulsando a unos políticos que no solo mantienen y se sienten a gusto en medio de esta decadencia y humillación, sino que viven de ellas. Es necesario crear una opinión pública consciente de tales hechos, y sería muy útil que empezaran a crearse "círculos Gibraltar", que difundieran la conciencia de lo que supone la colonia y realizaran acciones al respecto. Una posible sería la presión sobre los ayuntamientos para dedicar una calle con el nombre "Gibraltar Español". Y quitar la "plaza Margaret Thatcher" de Madrid. Ante un incidente en las aguas asimismo pirateadas en el peñón, Thatcher, que se hallaba allí de visita oficial, reaccionó con un alegre y probablemente etílico "¡Bombardeemos Madrid!"