El plan de Gramsci y el día del orgullo gay
La Lupa del YA. Locas en bragas, lesbianas camioneras, mariquitas
travestidas de vedettes, monfloritas ridiculizando el
alzacuellos, bigotudos sodomitas en moto. Todo ello en un
ambiente de frivolidad, ataques gratuitos a la Iglesia y
fiesta ininterrumpida. ¿Te molesta, guapetón?, oigo decir
a una plumera. No me parece mal, escucho decir a un
sonrojado padre de familia. Simplemente algo pobre,
reductor, escasamente atractivo. Los gays y las lesbianas
han convertido los signos de su oprobio (la loca, la
machota) en rasgo de identidad. Y habrán sido muchos los que, al
igual que ese avergonzado padre de familia, hayan visto el
carnaval, la fiesta, el despendole, a lo
largo del fin de semana, como normales. El máximo respeto
para la loca, la machota o la drag-queen, pero... ¡lejos de
aceptar que son algo normal! Lejos de aceptar que son un
modelo a seguir. Lejos de aceptar que son un modelo de
familia. Lejos de aceptar que pueden constituir la célula
básica de la sociedad.
Como puede comprobar cualquiera de los lectores, si se
molesta en investigar y no aceptar sistemáticamente todo lo
que oye por ahí o ve en televisión, esa enfermedad mental
degenerativa conocida como homosexualidad, en sus diferentes
variantes, aparecía, hasta los años sesenta, en la lista
de enfermedades de la O.M.S. (Organización Mundial de la
Salud), organismo integrado en la O.N.U., y de la cual fue
retirada por las presiones del lobby gay, no por ningún
descubrimiento científico que apoyase la homosexualidad.
Entonces, si la ciencia ha estado siempre de acuerdo en
este punto, ¿por qué negar ahora que eso es
intrínsecamente antinatural y que no aparece en ningún
otro ser vivo? ¿Por qué abandonar a un pobre enfermo y no
ayudarle a superar su anomalía?
Quizás podamos hallar la respuesta en el modelo diseñado
por Antonio Gramsci para destruir nuestra civilización.
Gramsci, precursor del comunismo en la Italia de los años
veinte es el ideologo del nuevo marxismo y la ideologia de
género. Entre sus seguidores actuales, políticos como
Zapatero, Lula, Hugo Chaves...
La estrategia gramsciana estaba diseñada del siguiente
modo:
1. Para imponer un cambio ideológico era necesario
comenzar por lograr la modificación del modo de pensar de
la sociedad civil a través de pequeños cambios realizados
en el campo de la cultura. Había que construir un nuevo
pensamiento, entendido como el modo común de pensar de la
gente que históricamente prevalece entre los miembros de la
sociedad. Para Gramsci, esto era más importante, y
prioritario, que alcanzar el dominio de la sociedad
política (conjunto de organismos que ejercen el poder desde
los campos jurídico, político y militar).
2. Para lograr este objetivo era necesario adueñarse de
los organismos e instituciones en donde se desarrollan los
valores y parámetros culturales: medios de comunicación,
universidad, escuela... Después de cumplido este proceso,
la consecución del poder político caería por su propio
peso, sin revoluciones armadas, sin resistencias ni
contrarrevoluciones, sin necesidad de imponer el nuevo orden
por la fuerza, ya que el mismo tendría consenso general.
Un modelo histórico de actuación de acuerdo con estos
principios sería la mentalidad ilustrada, preparando el
terreno para lo que luego sería la Revolución Francesa y
el liberalismo, extendido por toda Europa y América gracias
al cambio de pensamiento hegemónico promovido desde el
siglo anterior.
3. Para tener éxito, habría que sortear dos obstáculos:
la Iglesia Católica y la familia.
¿Están seguros de no encontrar una conexión lógica
entre el plan de Gramsci y la algarada de estos días? En
nuestras manos está evitar que ese loco marxista gane su
última batalla después de muerto.
RIP.