El repelente niño Vicente
Javier Garcia Isac. He conocido muchos energúmenos en mi vida, demasiados, mas de los que hubiera deseado. Algunos de forma personal y directa y otros tantos más, en la lejanía. El denominador común de un energúmeno es casi siempre el mismo. En primer lugar: creerse muy por encima del resto. Se cree inteligente y listo aunque sea un autentico zoquete.
Suele ser patoso, muy patoso, hablando siempre a distancia y su falsa seguridad, le hace hablar más de la cuenta y de cualquier tema o asunto, aunque no tenga la menor idea del tema que está tratando. En esto, se parece mucho a los ignorantes, pues la ignorancia es osada y su osadía les hace hablar y hablar de forma incoherente, ya que generalmente, sus comentarios nada tienen que ver con el objeto del debate o de la conversación. También tenemos energúmenos brillantes, con cinco o seis minutos apoteósicos donde incluso te crees que son hasta buenos. Transcurrido ese tiempo, son repetitivos y sus coletillas, absurdas, cansando hasta a sus familiares mas directos.
Este tipo de energúmeno, también conocido como “el repelente niño Vicente” a pesar de que en la mayoría de los casos son de una considerable edad, pulula con excesiva frecuencia en nuestra geografía hispana. Es fácil encontrarlos en las juventudes de los partidos políticos, sobre todo en las nuevas generaciones del Partido Popular. Todos ellos son candidatos a algo, mayormente a concejales, pues ese es un buen comienzo para iniciar la carrera política. En general, suelen ser muy redichos y muy repeinados y por supuesto, de apariencia muy formal. Su forma de hablar produce hasta grima y les gusta ser el centro de atención.
Con los años, y dependiendo del desarrollo de su carrera política, este tipo de energúmenos son conocidos como “el pelota de la oficina”, al que todo teme. Personaje incomodo del que nunca te puedes fiar. Volviendo a las nuevas generaciones, solo cabe decir que es un caso extraño que será bueno analizar. Se supone que las juventudes de los partidos deben ir más allá de la postura oficial del mismo. En este caso, sucede lo contrario: las juventudes son mas moderadas que el propio partido; mas políticamente correctas; nadie dice una palabra mas alta que la otra; sus propuestas son a menudo inocuas y carentes de todo valor; no aportan nada, y en la mas estricta intimidad, alguno de sus miembros lleva algún llavero de España, incluso con el águila, como símbolo o acto de rebeldía, atreviéndose incluso a decir que vota a un partido un poco mas extremo del al que está afiliado, pero su futura carrera política le impide ir mas allá.
Es una lástima que las juventudes de un partido no tengan ideas o valores propios, excepto la de alcanzar algún puesto dentro del mismo y para ello, no desean contradecir ni aportar nada nuevo a la línea marcada, a la línea oficial. Han convertido a esta juventud en energúmenos, en falsos, pues dicen y piensan una cosa pero hacen lo contrario con tal de mantenerse dentro de lo estipulado. Ya lo decía Guerra: “el que se mueve no sale en la foto”. Javier Garcia Isac Una Hora en Libertad