EL SECRETO DE FÁTIMA
Fidel García Martínez Catedrático Lengua Literatura Doctor Filología Románica. En el paso del segundo al tercer milenio, el Papa San Juan Pablo II decidió dar a conocer la tercera parte de Secreto de Fátima. Después de los dramáticos acontecimientos del Siglo XX- dos guerras mundiales (Comunismo Nazismo) que tuvieron su punto culminante en el atentado sufrido por San Juan Pablo II el 13 de mayo de 1981: se abrió el secreto en donde se hace una interpretación de la historia desde una dimensión espiritual, frecuentemente negado por el materialismo y racionalismo del hombre postmoderno.
En la Historia se han dado apariciones y signos sobrenaturales que ayudan a comprender los acontecimientos humanos y los acompañan en su camino por mundo. Estas manifestaciones no pueden contradecir el contenido de la Fe y deben converger para comprender lo esencial del evangelio de Cristo: el Amor al Padre que suscita en los hombres la conversión y da la gracia para confiar en con devoción filial. Tal es el mensaje de Fátima, con su vehemente llamada a la conversión y a la penitencia que es realmente el corazón del Evangelio.
Fátima es sin duda alguna la más profética de las apariciones modernas. La Primera y la segunda parte del Secreto, fueron publicadas después de las apariciones y existe mucha información, sobre la pavorosa visión del infierno; la devoción al Inmaculado Corazón de María, la segunda guerra mundial y después se anunciaron los inmensos daños que Rusia, con su apostasía de la Fe Cristiana había extender por muchos países. En 1917 nadie podía todo esto: los tres pastorcillos lo ven, lo oyen y lo memorizan; será la Hermana Lucía testigo sobreviviente de las apariciones, quien recibe la orden del Obispo de Leiria y la autorización de Nuestra Señora, para escribirlo. Para la exposición de los dos primeras partes del decreto, ya publicados y conocidas, se escogió el texto escrito por la Hermana Lucía en la tercera memoria, 31 de Agosto de 1941; en la cuarta memoria de 8 de diciembre de 1941.
La tercera parte del secreto fue escrita por mandato del Señor Arzobispo de Leiría el 3 de enero de 1944. El papa Juan Pablo II pidió el sobre con la tercera parte del Secreto después del atentado del 13 de Mayo de 1991. El cardenal Franjo, Prefecto de la Congregación el 18 de Julio de 1981, entregó al Cardenal D. Eduardo Martínez Somalo, Substituto de la Secretaria de Estado, dos sobres; un blanco, con el texto original de la Hermana Lucía escrito en portugués; otro en sombre naranja con la traducción del secreto en la lengua italiana.
El día 11 de agosto, el cardenal Martínez Somalo devolvió los dos sobres al Archivo del Congregación de la Fe. El Papa Juan Pablo II pensó inmediatamente en la consagración del mundo al Inmaculada de María y compuso una oración, ACTO DE ENTREGA” que fue celebrado en la Basílica de Santa María la Mayor el 7 de Junio de 1981. El Papa por razones de salud después del terrible atentado en la Plaza de San Pedro el 13 d Mayo, gravó un radiomensaje para todo el mundo. Para responder más plenamente a los pedidos de Nuestra Señora, quiso durante el Año Santo de la Redención, hacer más explícito el acto de consagración, el 13 de mayo de 1982.
El 25 de Marzo de 1984 recordando la festividad de la Anunciación de Nuestra y Señora y su Fiat, con todos los obispos del Mundo consagró a todos los hombres y los pueblos con una oración bellísima. Este acto de consagración fue expresamente reconocido por Sor Lucia como válido y conforme a lo que le había mandado Nuestra Señora y afirmó con total claridad: El acto de consagración fue hecho como Nuestra Señora lo pidió, el día 14 de Mayo de 1984. Lo que deja en ridículo todo lo que se ha escrito sobre la validez de esta consagración.
Por eso como se afirma por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe: “La decisión tomada por el Santo Padre, Juan Pablo II de hacer pública la tercera parte del llamado Secreto de Fátima contiene una parte de la historia marcada por trágicos acontecimientos debidos a las veleidades basadas en el poder e iniquidad humana superadas por el amor misericordioso de Dios y por la vigilancia amorosa de la Madre de Jesús y de la Iglesia. La acción de Dios, Señor de la Historia y la corresponsabilidad del hombre en el ejercicio de su libertad, son las dos directrices sobre la que se construye la historia de la Humanidad