El test de las europeas
Abel Hernández. 21 de mayo. Hoy comienza con evidente desgana la campaña oficial para las elecciones europeas. Los dos principales partidos, sin embargo, no tienen más remedio que echar su cuarto a espadas porque los resultados serán un buen test para comprobar las posibles variaciones en la tendencia política de los españoles. Más que en los candidatos que encabezan los carteles respectivos, los observadores se van a fijar en el porvenir político que les espera a Zapatero y a Rajoy. Por eso es de temer que la campaña sirva poco para tomar conciencia de la situación europea y se quede en seguir revolviendo el mondongo de la política nacional.
Las encuestas conocidas hasta ahora dan ventaja al Partido Popular en estos comicios. No es probable que el inoportuno descrédito ocasionado por los supuestos casos de corrupción, con especial incidencia en Madrid y Valencia -sus dos principales feudos, ¡también es casualidad!- influya en el electorado ocasionando un cambio de tendencia. Tampoco influirá demasiado el pasado debate sobre el estado de la nación, si no es para que haya más gente que se quede en casa sin acudir a votar. Mucho menos el juicio del Yak-42 y la ofensiva contra Trillo desencadenada desde el PSOE y sus terminales mediáticas. Éstas no pierden ocasión de controlar con acusado celo a la oposición, en vez de controlar al Gobierno, que es una de las obligaciones irrenunciables de la prensa libre en las democracias. No es extraño que la crisis de la prensa aumente entre nosotros, por uncinrse descaradamente a los intereses de los partidos.
Ya podemos adelantar que José Luis Rodríguez Zapatero, con su optimismo antropológico, se considerará el triunfador de estas elecciones, dadas las circunstancias nacionales, con la crisis económica y el paro galopante, aunque las pierda con claridad. Pase lo que pase, no es probable que surjan voces en su partido defendiendo un cambio de rumbo y de líder. Eso sólo se dirá, como ahora, en voz baja. Y todo por no dar bazas a la derecha. Le mendicidad parlamentaria del Gobierno Zapatero, con dádivas a unos y a otros para salvar las votaciones in extremis, no debería durar hasta fin de año cuando haya que aprobar los presupuestos. Estos días ha quedado claro que el Gobierno se ve incapacitado para poner en marcha un plan serio y respaldado contra la crisis. Todo se queda en humo. Así no se puede aguantar mucho tiempo.
En cuanto a Mariano Rajoy, si el PP no gana con claridad las elecciones europeas en las presentes circunstancias, no tendrá más remedio que reconsiderar su decisión de seguir al frente del partido y de encabezar el próximo cartel electoral para el Congreso de los Diputados. El sector crítico, que ahora está agazapado, saltará inmediatamente a su yugular. El hecho de que encabece ahora el cartel para Europa Jaime Mayor Oreja impide que ese sector se desmovilice. En todo caso, salta a la vista que políticamente estos comicios europeos no son intrascendentes.