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El Tribunal Constitucional nos deja perplejos

Rafael González. 24 de mayoEs lo que a muchos nos ha ocurrido con la sentencia favorable del Tribunal Constitucional a la candidatura de Iniciativa Internacionalista (II-SP): nos ha dejado perplejos. El ciudadano común no entiende por qué existen dos altos tribunales: el Tribunal Supremo, el de toda la vida, y el Tribunal Constitucional, que no sabe bien a qué dedica su tiempo, porque ahí tiene el Estatuto de Autonomía de Cataluña y no parece que se atreva a meterle el diente.

Pero sí se ha enterado el ciudadano lego en leyes que, en esta ocasión, con su sentencia favorable a la candidatura de I.I. para concurrir a las elecciones europeas, el T.C. le ha enmendado la plana al T. S. O mejor dicho, se la ha estropeado. Felices andábamos todos con que los proetarras o etarras directamente no pudieran meterse en el Parlamento europeo, y va el T.C., en plan mete pata, y les da la razón.

-¿Incompetencia o mala leche, mi teniente? –le preguntaba un sargento de la Guardia Civil a su superior, respecto a una desconcertante orden que habían recibido de un jefe superior a ambos.

-Ambas cosas, sargento. Y no haga más comentarios.

Yo no voy atribuirle al T.C. ninguno de esos dos denostables comportamientos. Pero perplejidad sí que ha causado entre la ciudadanía y en no pocas instituciones una sentencia que desmonta todos y cada uno de los indicios de vinculación a ETA de Izquierda Internacionalista. Cosa ésta que el Supremo daba por probado. Con ello, el Gobierno, la Fiscalía y la Abogacía del Estado han recibido un serio varapalo; pero sobre todo, la divergencia de criterios de los dos altos tribunales ha disgustado profundamente a la opinión pública, entre la cual, si ya era considerable la zozobra que sufre a causa de los comportamientos desconcertantes de los partidos políticos, se viene a sumar ahora este balón de oxígeno a ETA, a la que sólo desea que se la persiga en todo lugar y por todos los medios, negarle el agua hasta las últimas consecuencias y, en caso de dudas, lo favorable a la victima de esa bestia, que no es otra que toda la sociedad española.

A nadie, salvo al T.C. han engañado los etarras. La formación Izquierda Internacionalista, que por cierto, lidera el dramaturgo proetarra Alfonso Sastre, tan pronto como el Tribunal Constitucional casara la sentencia del T.S. que la ilegalizaba, se quitó la capucha y declaró abiertamente a quién representa y qué fines persigue. Un portavoz de la candidatura alardeó sin ambages de ponerse a disposición de los batasunos para representarles en el Parlamento europeo. Y claro, si antes de la casación condenaron los de I.I la violencia, a fin de persuadir a los seis ¿ingenuos? magistrados del Constitucional, una vez que el pasaporte para Estrasburgo estaba expedido, se han negado a condenar el terrorismo de ETA y ha declarado la intención de exigir que se pregunte al Rey por su “responsabilidad personal en los últimos crímenes franquistas”. Toma del frasco, Tribunal Constitucional.

Si los elementos probatorios que vinculan esta candidatura con el brazo político de ETA no eran muy concluyentes, no podrán negar los probos magistrados que la afinidad ideológica con los batasunos y la coincidencia en los fines están  meridianamente claras. ¿O no lo creen ustedes así, señores magistrados del Tribunal Constitucional? 

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