"En nombre de su Majestad España, una, soberana y universal"
Manuel Morillo. 27 de abril. "El gran problema es el de la constitución nacional y de si una nación hecha por la Historia es una mera sociedad mercantil que se puede rescindir a petición de una parte, o es un organismo".
( El Sol. 13-05-1931)
Queremos hablar "en nombre de su Majestad España, una, soberana y universal" (1) porque lamentablemente la historia se repite y siguen teniendo vigencia las denuncias de Unamuno.
Cerezo recoge como Unamuno se queja de la mitificación de la república, del fomento de una nueva superstición y magía que se hace a su costa, de la imposición de los definidores de los nuevos dogmas políticos de la mueva religión del neorepublicanismo español (2), de la que augura que muy pronto tendrá sus pontífices y hasta su inquisición (refiriéndose a la Ley de Defensa de la República, que Unamuno considera como una ley de Excepción, superflua y provocativa, y contra la que se rebela). Para Unamuno todo esto no es mas que beatería republicana.
Para él Monarquía y República son formas de gobierno que no son consustanciales con España "porque ha habido y aún hay muchos reyes y muchas repúblicas; pero no ha habido ni hay más que una sola España"(3).
Unamuno, si resucitara, podría sentir entristecido como se produce ahora la misma mitificación pseudoreligiosa, que el denunciaba, respecto el actual sistema vigente:
Así, las hechos son buenos o malos en función de si "asientan nuestro sistema". Las bandas terroristas son asesinas no por los españoles que matan o mutilan sino porque atentan contra el sistema político. La justicia o la legislación se desarrolla positiva o negativamente en función, no si proporciona mayor o menor bienestar al pueblo español, sino de si conserva o no estable el sistema, ...
El sistema es el nuevo mito que hay que conservar y servir, sin importar sus consecuencias en la nación y las personas que viven en ella.
Para Unamuno solo España merecía a sus ojos la dignidad de un mito, la España ideal -"eterna e infinita"(4), "universal y eterna"(5).
Cuando en su época, como ocurre ahora, nadie se atreve a hablar del bien común único e integral para España y el pueblo español, Unamuno clama por la unidad (que no uniformidad) cultural y política de España:
"¿Qué de eso no se puede hablar? ¿Qué herimos sentimientos? Hay que herir sentimientos para despertar sentidos. Hay que herir el sentimiento -resentimiento más bien- de la particularidad para despertar el sentido de la universalidad. Y ahora que los pedagogos empiezan a hablar tanto de la escuela única, hay que hablar de la patria única. De la patria única española. Española universal."(6).
Para Unamuno el resentimiento es la pasión que segrega el alma, negando todo el valor que no puede reconocer como propio. Es, pues, gemelo de la envidia, en que había puesto Unamuno una de las claves bíblicas de la historia trágica del hombre, y desde luego, la clave de la tragicomedia de España. En el resentido opera una voluntad de "venganza y desquite" una recorosa voluntad de negación.
El resentimiento, con sus secuelas de intransigencia, fanatismo y odio había ganado la partida. Y resentimiento era para Unamuno todo en aquella hora de España: la agitación antirreligiosa, la agitación social, las revindicaciones de los nacionalismos y la lucha de clases y el materialismo historico con su "sentimiento purulento" de la vida (7).
¿No suena todo esto muy actual? ¿No suena a resentimiento muchas de las políticas que sufrimos?. Un resentimiento que fundamentalmente se proyecta legislando y socializando contra el Orden Natural, que se quiere eliminar de la conciencia colectiva, privando incluso del conocimiento de su existencia a los jóvenes.
Y si parar defenderse contra esta política suicida para el espíritu del pueblo hay que herir sentimientos para despertar sentidos como Unamuno invitaba, pues afrontemoslo porque "no hay derecho al suicidio" (8) político colectivo de un pueblo y es responsabilidad de todos evitarlo, sin escudarnos en falsas tolerancias y consensos que encubren cobardías humanas, que muchas veces nos atenazan.
Si, "todo nuestro mal es la cobardía moral, la falta de arranque para afirmar cada uno su verdad, su fe, y defenderla. La mentira envuelve y agarrota las almas de esta casta de borregos modorros, estúpidos por opilación de sensatez"(9)
(1)(OC, IX, 399)
(2) (El Sol. 04-06-1931)
(3)(OC, VII, 1082)
(4)(OC, I, 579)
(5)(OC, IX, 444)
(6)(El Sol, 26-08-1931)
(7)(OC, VII, 1084)
(8)(OC, III, 1359)
(9)(OC, III, 141)
O.C. : Obras Completas. (Madrid. Escelicer, 1966, en nueve volúmenes)