Pedro Jesús de la Peña (Reinosa, Cantabria, 1944) es escritor y profesor universitario español. Doctor en Filología y licenciado en Ciencias de la Información. Desde 1982, es profesor del Departamento de Filología Española de la Facultad de Filología de la Universidad de Valencia, donde imparte asignaturas referentes a la literatura española de los siglos XVIII y XIX. Es también coordinador del departamento de literatura de la escuela privada católica CEU-San Pablo (Moncada, Valencia).
Además, es autor de varias novelas y libros de poemas, así como de trabajos académicos sobre literatura. Ha recibido distintos premios por su obra literaria. Como historiador de la literatura, ha trabajado particularmente la poesía de los siglos XIX y XX y la obra de diversos escritores valencianos en lengua castellana: Vicente Blasco Ibáñez, Miguel Hernández, Azorín, Juan Gil-Albert, entre otros. También ha estudiado la obra de José Hierro.
Su última novela, “El reino de la osa”, El Reino de la Osa se basa en los acontecimientos que sucedieron en la ciudad de Reinosa en el año 1986, y que de manera imprevista, vinieron a alterar una ciudad pacífica y tranquila en la que el autor había pasado parte de su infancia y algunos veranos de su juventud.
Ahora concede en exclusiva una entrevista para Diario Ya a través de Luis Montero Trénor, en un tema que se cobra plena actualidad. Como señala Pedro J.de la Peña: “Si en algunas manifestaciones del 15-M se hubieran producido las auténticas batallas que hubo en Reinosa, ni el Delegado del Gobierno ni el Ministro del Interior habrían aguantado en sus puestos”
Luis Montero Trénor. Ocurrió hace veinticinco años y fue uno de los episodios más violentos y convulsos de la historia de la democracia en España. El gobierno socialista que llevó a cabo aquella reconversión industrial cuyo término no llegaría hasta finales de los ochenta, encontró una férrea oposición a sus planes en el pueblo cántabro de Reinosa. Y entonces fueron ellos, los gobernantes del PSOE, quienes sacaron los tanques a la calle. La represión fue brutal; las consecuencias económicas, desastrosas para esa localidad. Ahora, el escritor Pedro J. de la Peña nos cuenta lo sucedido en su magnífica novela “El Reino de la Osa” (Ediciones Tantín), donde transmite al lector cómo un pueblo entero decidió rebelarse contra la pérdida de su paraíso. Al final, qué le vamos a hacer, ganan –ganaron- los malos y con ello acentuaron su bellaquería porque, como dice el autor, “los vencedores siempre se comportan con el orgullo y la miseria de la victoria, que les hace creerse superiores a los vencidos”. De la Peña, doctor en Filología, licenciado en Ciencias de la Información y profesor titular de Literatura Española Contemporánea en la Universidad de Valencia, tuvo la amabilidad de charlar con nosotros y contestarnos a algunas preguntas.
Pedro, cuéntanos por qué decidiste escribir este libro.
El motivo fundamental fue señalar la traición del gobierno a su propio programa, engañando a sus votantes al realizar una reconversión industrial que dañaba a los trabajadores y a los obreros a los que, supuestamente, el Partido Socialista decía defender.
La mentira y la traición son dos armas políticas permanentes desde el inicio de los tiempos. Maquiavelo no hizo otra cosa que fotocopiar la antigüedad.
La traición, tanto en grupo como individualmente, es un arma política que queda impune y casi siempre es premiada, al contrario de lo que ocurre en la vida matrimonial o en los negocios. Lejos de pedir disculpas, los que traicionan en política obtienen beneficios materiales o se les remunera con cargos públicos de mayor importancia.
¿Qué efectos tuvo la reconversión industrial en nuestro país?
Dañó a los obreros en una extensa parte de la geografía española. Vizcaya, Galicia, Andalucía, Comunidad Valenciana, Madrid y Cantabria, sería sólo algunas de ellas. El procedimiento ha sido siempre el mismo consistente en mentir y privatizar, dejando a miles de obreros sin sus puestos de trabajo.
¿Cuál es la situación de Reinosa veinticinco años después?
Lamentablemente los efectos se dejaron sentir y todavía perduran. La ciudad perdió y sigue perdiendo habitantes y de los casi 15.000 se encuentra ya cercana a los 10.000, que la convertirían en un municipio de segunda categoría. Desde el punto de vista económico sucede lo mismo.
¿Por qué la prensa nacional, ideologías aparte, tomó partido unánimemente por el Estado y sus fuerzas del orden?
En aquellos momentos una cierta ingenuidad política hacía creer que esas cosas beneficiaban a España, al abrirnos las puertas de ayudas por parte de la Comunidad Europea. Hoy en día, con un país endeudado, de frágil industria y débil agricultura, no hay nadie que crea que aquellos pasos estuvieron bien dados.
¿Fue tan desproporcionada la represión?
Si en algunas de las manifestaciones del 15-M se hubiesen producido las auténticas batallas que hubo en Reinosa, ni el Delegado del Gobierno ni el Ministro del Interior habrían resistido en sus puestos. Cosas así no se han visto desde entonces y lo deseable es que nunca vuelvan a suceder.
¿Se hubiera admitido esa misma actuación en un gobierno de otro signo político?
Es bien conocido que las tareas que implican mancharse las manos tienen mucha menos repercusión en un gobierno de izquierdas que en uno de derechas. La faena se la reparten entre unos y otros de la misma manera que lo hicieron Cánovas y Sagasta durante la Restauración.