Erradicar a los violentos
Miguel Ángel Guijarro. 17 de abril. El pasado miércoles se cumplieron 20 años de la tragedia ocurrida en el estadio de Hillsborough, donde 96 hinchas del Liverpool perdían la vida debido a una avalancha. Aquel partido entre el Liverpool y el Nottingham Forest marcó un antes y un después, no solo en el fútbol inglés, sino en todo el fútbol mundial. El informe Taylor, elaborado tras la tragedia aconsejaba entre otras cosas que todos los espectadores estuvieran sentados. También pidió más poder de la policía, penas más severas a los radicales y modernización de los estadios, en especial, en el control de accesos. Las vallas desaparecieron de muchos campos o se implantaron dispositivos de escape que no las convirtieran en jaulas mortales y aunque subió el precio del fútbol, las televisiones amortiguaron el impacto y financiaron el espectáculo. Seguramente estas medidas han salvado muchas vidas pero siempre son pocas si no se añade ahí la lucha de los propios dirigentes contra todos los colectivos ultras que inundan nuestros estadios. Los incidentes de aficionados radicales del F.C. Barcelona en Múnich ponen de manifiesto que cualquier esfuerzo queda en nada si no se cuenta con el apoyo de los propios aficionados. El problema de la violencia en el fútbol es que los propios aficionados muchas veces amparan a los ultras que se dedican a distorsionar la imagen del club enmascarados en un supuesto amor a unos colores. Ante el violento, tolerancia cero. Eduquemos a nuestros pequeños para evitar que escenas como la de Hillsborough, independientemente del motivo, se vuelvan a repetir.