Es profunda la espiritualidad en el cristiano
Javier Paredes. El protagonista del día es San Benito, que murió el 21 de marzo del año 543. Ese día mientras celebraba los oficios de Jueves Santo, se sintió muy mal, se apoyó en dos de sus monjes, elevó por eso los ojos al cielo, lanzo un suspiro y murió de pie como los robles. Había nacido en el año 480, por eso Juan Pablo II pudo celebrar el XV centenario de su nacimiento.
Durante esta celebración, Juan Pablo II nombró a San Benito patrón de Europa. En la homilía de la misa que clausuraba los actos del XV centenario de San Benito, Juan Pablo II dijo lo siguiente:
“Como al fin de la Edad Antigua San Benito y sus monjes supieron hacerse constructores y custodios de la civilización, así en esta Edad nuestra, marcada por una rápida evolución cultural, urge tomar conciencia de los desafíos que nos vienen del mundo moderno y afirmar, al mismo tiempo, la sincera adhesión a los valores perennes. El primero e inagotable valor es la Palabra de Dios, que debe ser escuchada cada día para la continua conversión de la vida, con referencia precisa a los problemas presentes y a los que se perfilan en el horizonte: el Tercer Mundo, la crisis de la familia, la difusión de la droga y de la violencia, la amenaza de los armamentos, las mismas dificultades de orden económico.
Si realmente, como en Benito, es profunda la espiritualidad en el cristiano, en el religioso, en el sacerdote; si cada uno es —como debe ser— "hombre de Dios", entonces podrá ser eficazmente "siervo del hombre".