España a la cola de la UE en inversión sanitaria
Francisco Torres García. Situados en el epicentro del debate sobre el modelo y la viabilidad del denominado Estado de las Autonomías son muchos los que plantean la necesidad de que el Estado recupere competencias para asegurar la igualdad de los españoles y la necesaria cohesión nacional. Extramuros de las dos grandes opciones políticas, PP y PSOE, que en ningún modo asumen esta vía, se extiende la idea de que es necesario que el Estado, al menos, asuma nuevamente las competencias en todo lo referente a Educación y Sanidad.
VER Esto Sólo lo arreglamos sin Autonomías
Año tras año los diversos informes y evaluaciones alientan la tesis de que la gestión autonómica de la Sanidad ha contribuido, sobremanera, a conducir al Sistema Público de Salud a la quiebra para unos y a su empeoramiento para otros. Hoy, de un modo u otro, todas las Comunidades plantean abiertamente que las partidas de gasto que reciben son insuficientes, por lo que el traspaso de competencias nos ha llevado a un nuevo déficit sanitario especialmente grave en determinadas Comunidades Autónomas que han sido incapaces de gestionar los recursos y derivar la inversión hacia un mayor desarrollo del sistema.
La diversidad en la normativa, la atomización de la gestión, la creación de plantillas difícilmente armonizables desde el punto de vista cualitativo y salarial, la dispersión del gasto, la multiplicidad de las variables utilizadas por las diversas Comunidades Autónomas, impide hoy tener una radiografía concreta de la verdadera situación del Sistema Sanitario español, haciendo inviable su armonización. Algo que, aunque no haya trascendido, se ha puesto de manifiesto cada vez que se han reunidos los representantes de las Comunidades para tratar esta cuestión, por lo que el nuevo sistema de financiación autonómico no ha entrado en un tema tan vital como éste.
El hecho cierto, que es fácilmente comprobable, es que España continúa en los puestos más bajos de la UE en dos indicadores clave: la inversión sanitaria per cápita y el número de camas por habitantes. El sistema autonómico se ha mostrado incapaz a la hora de cambiar esta situación a nivel global y, al mismo tiempo, ha generado un modelo de gasto sanitario per cápita tan diversificado como desequilibrado. Un modelo en el que son muchas las Comunidades cuya inversión está por debajo de la media nacional, independientemente del color político que tengan. Así cualquier experto se ve obligado a manifestar que una de las raíces del actual problema del sistema sanitario español se encuentra en la falta de inversión que determinadas Comunidades Autónomas han mantenido durante los últimos años. Caso arquetípico, por ejemplo, es el de la Comunidad Valenciana que durante seis años ha ocupado el último puesto en inversión sanitaria per cápita.
El problema es que si descendemos de los datos globales a los autonómicos lo que observamos es que el sistema está creando grandes desequilibrios, fuertes desigualdades que rompen, sanitariamente, la cohesión nacional. No ya sólo porque existen diversas coberturas en función de las decisiones autonómicas, sino también porque la desigualdad en la inversión ha generado déficit de atención. Si atendemos al último estudio publicado sobre datos de 2010 nos encontramos con una diferencia de 2.15 en la puntuación entre las Comunidades en el marco sanitario.
Repasemos algunos indicadores que muestran este desequilibrio generado por la falta de una inversión homogénea en España y con tendencias a la corrección de los desequilibrios. La variación en el número de cartillas por médico nos lleva desde Comunidades que se sitúan sobre el millar hasta las 1.442/médico en Andalucía, aunque las tasas más bajas de médico por habitante estén en Castilla-La Mancha. Si atendemos al número de camas por habitante la variabilidad es de escándalo: 2.6 en Valencia y 4.5 en Cataluña Y todo ello sin obviar que España se encuentra muy lejos del número medio de camas de la UE-27 y a años luz de países como Alemania o la República Checa.
La gestión autonómica de la Sanidad nos ha llevado a un punto en el que el gasto acaba con la inversión. Nóminas y gasto en compra de bienes y servicios hacen muy difícil incrementar el servicio. La burocratizada administración autonómica y la atomización del sistema ha creado una gestión en la compra de bienes y servicios ineficaz que hace que a todos nos cueste el mantenimiento del gasto entre un 4% y un 20% más.
La realidad es que, agrupando Comunidades, mirando el mapa sanitario español casi se podría hablar de la existencia de cuatro Españas que en vez de corregir desequilibrios los incrementan por lo que el sistema autonómico nos conduce a la desigualdad sanitaria.