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Diario YA


 

Preocupa y mucho la frivolidad con la que el partido Podemos y su líder, Pablo Iglesias, se toman las sesiones parlamentarias

España, una vez más, enfrentada a su destino

Miguel Massanet Bosch. Preocupa y mucho la frivolidad con la que el partido Podemos y su líder, Pablo Iglesias, se toman las sesiones parlamentarias y la poco seriedad con la que el propio Iglesias afronta sus intervenciones y lo que son sus peculiares representaciones ante el resto de asombradas “señorías”, que presencian atónitas las payasadas histriónicas de don Pablo, entre las cuales tuvimos ocasión de presenciar como le propinaba un beso, al estilo de los comunistas de la Unión Soviética, en plenos morros del señor Doménech que, aparte de la sorpresa experimentada por tal expresión de cariño de su compañero, tuvimos la impresión, no supo muy bien como encajarlo.

En su otra intervención en la cámara baja, ya volvió a jugar con las palabras, esta vez en una verdadera confesión de amistad y complicidad con el señor P.Sánchez del PSOE, a pesar de que el resultado de su perorata fue votar en contra de su investidura. Y es que uno no entiende de qué va este émulo de Lenin ni cuales son sus verdaderas intenciones, puesto que no creemos, por mucho que lo defienda, que sus prioridades sean las de que se celebre un referéndum en Cataluña y que esta condición se haya convertido en una de las famosas “líneas rojas” que impiden que haya podido pactar con el PSOE. Más bien tenemos la impresión de que, en este juego de ajedrez político en el que están enzarzados todos los partidos con aspiraciones a formar gobierno o, al menos, en participar de alguna manera en el futuro ejecutivo; en los proyectos de algunos esté el apurar lo más que puedan la investidura para, a medida que los directos aspirantes a ella se van poniendo más nerviosos y la presión de la ciudadanía se hace más irresistible sobre ellos; más fácil y rentable les va a resultar a aquellos que tienen en su mano la llave para que, con un acuerdo que les permita alcanzar sus objetivos, se presten a votar favorablemente a la investidura del candidato.

Mucho nos tememos que, entre la desesperación del señor Sánchez para conseguir la presidencia del gobierno y su batalla personal en contra del señor Rajoy, al que está empeñado en destruir; la estrategia de Iglesias pueda, en no muy largo plazo, conseguir lo que se ha propuesto, aunque deba de hacer juegos malabares para que, los partidos secesionistas catalanes, pudieran aceptar abstenerse en la votación de investidura, aceptando que el referendo por el derecho a decidir se pospusiera para más adelante. Sin embargo, nos choca la postura del señor Rivera que, a nuestro criterio, ha quedado en entredicho cuando parece dispuesto a un posible pacto con Podemos en el que, de alguna manera, también estuviera involucrada su formación, algo que, por activa y por pasiva, ha venido rechazando durante todo este periodo de consultas, poniendo siempre como condición sine qua non que, en el posible pacto con el PSOE, nunca se incluyese a la formación de Pablo Iglesias. Creemos que el señor Rivera debiera aclarar a los españoles, si su postura respecto a los comunistas bolivarianos de Iglesias ha sufrido algún cambio y si estarían dispuestos a formar equipo en un futuro gobierno con ellos o si, como esperamos que sea, se mantiene en su negativa a participar en un pacto en el que participe, los señores de Podemos.

Lo cierto es que estamos en un momento en el que todas las posibilidades están abiertas y en el que, el destino de la patria, está más que nunca en el fiel de la balanza. En manos del Rey está el que se les de un plazo mayor a los partidos para llegar a acuerdos que pudieran dar paso a una investidura o bien iniciar, por tercera vez, consultas con todos los partidos del arco político, en busca de un posible candidato que se viera con ánimos de conseguir los respaldos suficientes para ser investido. También existe la posibilidad de que el plazo de dos meses, establecido para convocar unas nuevas elecciones legislativas, se consuma sin que la situación cambie y tengamos que volver a acudir a las urnas para emitir nuestros votos.

No hay garantía alguna de que lo que salga de dicha consulta sea diferente de lo que salió en las elecciones del 20D, ni que el nuevo panorama político resulte ser más favorable para España y los españoles, por mucho que confiemos en que así sería. Pero, donde vemos un imposible es en las esperanzas que, aparentemente, mantienen vivas el señor Rajoy y su equipo, de conseguir un acuerdo en el que él pueda seguir al frente del ejecutivo. Por mucho que nos devanamos los sesos pensando en posibles combinaciones que permitieran que esto fuera posible, no damos con ello. Tenemos la impresión de que, en el ánimo de los directivos del PP, se ha instalado la idea de que, la alianza de Ciudadanos con el PSOE (alianza que parece que se mantendrá durante el periodo de negociaciones que se avecina) vaya a causar cierta inquietud en todos los que abandonaron las filas de los populares para unirse a Ciudadanos por estar en desacuerdo con su postura con Cataluña y por no haber cumplido sus promesas electorales.

Confían en que, vistos los buenos resultados obtenidos en lo económico y en las excelentes relaciones con nuestros vecinos europeos, unido a las buenas condiciones en las que se encuentra España para financiarse a bajo precio, debido a la confianza que se ha conseguido crear en nuestros inversores foráneos y en las buenas perspectivas que existían con relación a la disminución del paro en nuestro país ( al menos hasta antes de que se anunciara un gobierno de extrema izquierda amenazara con que todo ello se fuera al traste), inciten a los desertores a retornar al regazo de su antiguo partido, el PP. En todo caso no vemos, de momento, la posibilidad de que los socialistas (la única formación con la que se podría crear un gobierno lo suficientemente estable) se prestaran a una negociación a dos o tres bandas, si se incluye en ella a Ciudadanos; dadas las andanadas con las que se han enfrentado, ambos partidos, durante los últimos días y la ya conocida inquina existente entre el señor Sánchez del PSOE y el señor Rajoy.

Y esto nos lleva a una situación poco esperanzadora, tanto si el PSOE se decide a formar alianza con Podemos, que podría agravarse si, para conseguir el apoyo de los separatistas a la investidura, decidieran ceder en lo de la consulta catalana; como si, a pesar de todo, se consiguiera una coalición de izquierdas, diríamos de extrema izquierda, que pretendiera gobernar poniendo en práctica una economía inviable y pretendieran imitar a Grecia, enfrentándose a la UE, aunque sólo fuera en cuanto a la reforma laboral, cuando se nos ha pedido que ahondemos más en ella o en cuanto al pago y amortización de nuestra deuda pública (25.000 millones de euros) o la disminución de nuestro déficit público, algo que ni Sánchez ni Iglesias parecen muy dispuestos a aceptar. Sin duda alguna un gobierno integrado por Podemos, PSOE, IU, PNV y CC, tendría pocas posibilidades de subsistir, no sólo por la heterogeneidad de sus políticas, la atomización de sus propuestas ( sólo en Podemos existen cuatro sensibilidades distintas y, algunas, amenazan con desprenderse de la disciplina común, como es el caso de BComú de la señora Colau, que parece tener intenciones, si se le ponen bien las cosas, de volar por su cuenta, formando un nuevo partido que participaría de la obsesión soberanista de Junts pel Sí y la nueva formación Democracia y Libertad.), sino que no se debe olvidar que, todas las reformas constitucionales que figuran en las propuestas de todos ellos, precisan de modificaciones de la actual Constitución de 1978 y ello no es posible si, el PP, no accede a ello; una postura muy poco probable dado como están las mutuas relaciones, debido a que tiene las llaves del Congreso y el Senado para impedir cualquier intento en este sentido.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, nos sentimos perplejos ante una situación que no sabemos si, el propio Felipe VI, tiene la clave para que se resuelva favorablemente a los intereses de España y de los españoles. ¿Va a dar tiempo al tiempo para que las izquierdas se puedan organizar mejor, incluso de cara a unos nuevos comicios?, ¿va a repetir consultas para buscar un nuevo aspirante o, incluso, se va a sacar de la manga a una persona independiente que lograra el apoyo de todos los partidos en liza, algo poco probable, porque se vería acosado por los intereses de cada formación política y los egoísmos de aquellos que aspiran a ostentar el poder en cada una de ellas?

Habrá que fiar en que el buen sentido, la sensatez, el patriotismo y el sentido común se imponga y se evite que, una vez más, los españoles nos volvamos locos y volvamos a las andadas, como sucedió en aquellos años en los que nos dedicamos a matarnos los unos a los otros.

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