España: Nación ciclotímica con puntas y valles muy acentuados
Javier Garcia Isac. Es una Nación ciclotímica con puntas y valles muy acentuados. Pasamos con gran facilidad del llanto a la risa y de la amargura a la diversión. En definitiva, un país de contrastes.
Enmascaramos referéndums cuando en verdad de lo que nos hablan es de independencia. Tenemos a un amago de payaso (Oriol Junqueras) comportándose como un patético personaje salido de una película de terror de serie B. Sus lágrimas de cocodrilo denotan la desesperación de un individuo por imponer su voluntad al resto. La impotencia de un niño mal criado cuando no se sale con la suya.
Prestamos demasiada atención a imbéciles y nos olvidamos de lo principal. Nos gusta la noticia secundaria, la anécdota y no aquella que puede poner en peligro la propia existencia de nuestro país.
Forcadell ejerciendo de salva patrias cuando nadie le ha elegido para tal fin, se inventa eso tan rimbombante de la Asamblea Nacional Catalana y, directamente se cree la presidenta de la inexistente Republica de Cataluña.
Magdalena Alvarez, la ex ministra socialista de Zapatero, se nos viene arriba y pide su regreso al Banco Europeo de Inversiones. La democracia interna de UPyD funcionando a las mil maravillas con la salida del partido y renuncia de su escaño de Sosa Wagner. Pablo Iglesias y su “Potemos”, mas potativo que nunca, eso sí, con el apoyo mediático de los medios televisivos de la derecha. Claro que esto es lógico de entender: su única baza para evitar el desastre electoral que se les avancina al PP es “o Potemos o nosotros”, o “nosotros o la nada”. Pobre tarjeta de presentación, la de este Partido Popular.
Pero lo mas apasionante de la semana, lo mas llamativo es lo del Gran Pequeño Nicolás. Es un fenómeno en toda regla. Es un claro exponente de la España que nos ha tocado vivir: como un tio con 20 años burla la seguridad de todos los organismos que se le ponían por delante. La jueza no sale de su asombro, tanto es así, que le ha dejado en libertad sin fianza, preguntándose “cómo es posible que con su mera palabrería accediera a conferencias, lugares y actos de los que accedió sin alertar a nadie”. Esto demuestra que este es un país de charlatanes, de vendedores de humo. Las malas lenguas ya insinúan que también estuvo presente en el encuentro entre Hitler y Franco en Hendaya e incluso, en la coronación de Juan Carlos I. Ahora lo que se investiga es por qué no pasan los años por el Pequeño Nicolás pues, por todo lo que ha hecho y por todos los sitios en los que ha estado, yo le calculo unos 112 años.
Así es España. Por un lado, nos jugamos nuestra existencia como Nación y por otro, tenemos un cachondo que no se pierde ni evento por muy de alto nivel que este sea. ¡Necesitamos héroes populares! Ya tuvimos al Dioni y ahora tenemos al Pequeño Nicolás.
Y Teresa Romero recuperada del Ébola, una gran noticia. Ya verán ustedes como a partir de este momento pasa de heroína a ser la diana de críticas y comentarios, de ejemplo a ya no tanto, sobre todo, como se preste a hacer bolos televisivos como me temo que al final sucederá.
España es así y esto sí que no lo cambia nadie. Ni el quesero de la manteca.