Esperpento sagrado.
Esperpento sagrado
Esta cosa (no nos atrevemos a decir iglesia, por aquello de «omne verbum otiosum…»)…[1] esta cosa, decíamos, es católica.
Interior de la capilla. Vista desde el presbiterio.
Al menos eso cree Ludwig Schwarz.
(Por cierto, Ludwig Schwarz es el obispo de Linz, en Austria, el lugar donde queda la cosa).
Interior: vista del altar mayor… bueno, el único… (y ni siquiera es altar).
Interior: “altar” y digno podio para la lectura de la palabra.
Interior de la nave.
Entrada y perchero
Acogedora salita de reuniones.
Asamblea.
Campana.
¿Que por qué creemos que él cree que esto es católico? Porque este esperpento no solo queda en su diócesis —con su permiso y agrado—,[2] sino que fue consagrado por él el 12 de febrero del 2011.
Si le preguntásemos por qué cree que esa cosa es católica, tal vez nos respondería que porque el Concilio Vaticano II le da permiso:
La Iglesia […] acomodándose al carácter y condiciones de los pueblos y a las necesidades de los diversos ritos, aceptó las formas [artísticas] de cada tiempo […]. También el arte de nuestro tiempo, y el de todos los pueblos y regiones, ha de ejercerse libremente en la Iglesia […].
Los ordinarios, al promover y favorecer un arte auténticamente sacro, busquen más una noble belleza que la mera suntuosidad.[3]
Sí, “busquen más una noble belleza que la mera suntuosidad”: de hecho, al coso ese le llaman iglesia minimalista.
Así estamos y así nos va.
Con pastores como estos, ¿quién necesita lobos?
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[1] “Dico autem vobis quoniam omne verbum otiosum quod locuti fuerint homines reddent rationem de eo in die iudicii” Mt XII, 36 (“Os digo, que de toda palabra ociosa que se diga se deberá dar cuenta en el día del juicio”).
[2] “No puede edificarse una iglesia sin el consentimiento expreso del Obispo diocesano, dado por escrito” (CIC, c.1215, § 1).
[3] Constitución Sacrosanctum concilium, sobre la sagrada liturgia, n. 122, 124.