Esta es la situación actual del Valle de los Caídos
José María Manrique García. El Valle de los Caídos es la segunda basílica mayor del mundo y la mayor excavada, junto con la cruz más alta del mundo, y el monumento emblemático de la reconciliación nacional de una España católica que enterró con la mayor dignidad a los muertos de los dos bandos en esta grandiosa basílica; por ello, y en una palabra, “El Valle”, si nosotros no hacemos algo y Dios no lo remedia, lo cerrarán, lo profanaran y desmontarán la cruz, porque odian La Cruz, en general y la más alta del mundo en particular, y la reconciliación de una España que quieren destruir.
Estamos ante un episodio más de persecución religiosa y antipatriótica.
El Valle (basílica e incluso aledaños en ocasiones) lleva cerrado desde el 23 de diciembre pasado, salvo la misa y con alguna ligera excepción. La Comunidad benedictina no tiene las llaves de las puertas exteriores de la Basílica ni acceso al interruptor general que da fluido eléctrico a la nave de la misma.
Se ha sabido que durante la segunda semana de febrero el Subsecretario de Interior (¿Justo Tomás Zambrana Pineda?) se reunió con el Abad y, en una tensísima entrevista, trató de forzar a la Comunidad benedictina, con muy malas maneras y amenazas, a que abandonara El Valle inmediatamente “por las buenas”, ya que, si no lo hacían así desde instancias más elevadas se tomarían medidas drásticas para que la salida se llevase a efecto de forma inmediata, empezando por ahogar económicamente de forma definitiva a la Comunidad. Pero, al parecer, la firme postura de la Santa Sede, concretamente de Su Santidad, salvó, de momento, al Valle. Es curioso que esta situación haya coincidido con la presunta, y muy difundida en la prensa, caída en desgracia María Teresa Fernández de la Vega.
Después del “revolcón” dijeron desde el Gobierno que iban a abrir.
Comenzó marzo y no se abrió El Valle, es más, el Gobierno amenazó con retirar la inmensa Piedad que preside la entrada principal a la Basílica, con la excusa de que un brazo estaba amenazado de desprendimiento. El Abad se ha opuesto a lo anterior porque cree que es un primer paso para desmantelar el Valle, pero no se sabe qué trascendencia puede tener su postura.
Un indicio de cómo pueden evolucionar las cosas es que ¡Patrimonio ha desmontando la tienda que organizó en el atrio de la Basílica (en sustitución del área de servicios que cerró hace años)!; es decir, que el Estado renuncia a las posibles ganancias que los visitantes pudieran generar … es decir, está dando por “cerrada” la Basílica.
En todo caso, y sin olvidar la conocida táctica marxista de dos pasos adelante y uno atrás, se ha estado a punto de ver cierre de El Valle. Y es de temer que la amenaza vuelva, con más fuerzas, en un futuro próximo (lo de la Piedad es ya ese futuro), máxime tras este frustrante encontronazo con la Santa Sede, además de continuar el acoso económico y de todo tipo a la Abadía.
Se desconoce que se haya puesto alguna denuncia o iniciada alguna acción pública, salvo el manifiesto propuesto por Pío Moa
“Patriotas”, junto con “Excombatientes”, “Nudo Patriota Español”, (y varias asociaciones y “Falanges”) se han reunido, al menos, dos veces. Este jueves hay una nueva reunión. En principio la conclusión es crear una Plataforma en defensa del Valle para pegada de carteles, convocatoria de manifestaciones, acciones jurídicas, etc.
También están actuando Pablo Linares (ha creado una asociación para defensa del Valle) y Miguel Bernard (Manos Limpias).
Por su parte, la Fundación del Valle de los Caídos y Amigos del Valle optan por un aparente “perfil bajo”.
Dado el cobarde silencio de la Comunidad de Madrid (PP), de la Conferencia Episcopal y la Monarquía .... hay que tratar de salvar al Valle con nuestras fuerzas y oraciones.
Hay que articular esas acciones dispersas en algo alrededor de personas como Pío Moa, Miguel Bernard, Pablo Linares, etc. ¿Se contará con el apoyo de algún partido?
Hay que hacer algo YA. Incluso para que haya oraciones tiene que conocerse el serio e inminente final del Valle (si no hacemos algo en contra y Dios no lo remedia).