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Diario YA


 

Tras el espectáculo de la huelga, los españoles conseguimos ser más pobres

Estamos ciegos

César Valdeolmillos Alonso/ “Nos esperan largos meses de tinieblas, de pruebas y tribulaciones... No sólo de grandes peligros, sino de sinsabores y decepciones está lleno nuestro futuro. Las privaciones serán nuestro uniforme, y la constancia y el valor, nuestro escudo” Winston Leonard Spencer-Churchill (Ex-primer ministro británico)

Los sindicatos CCOO y UGT, apoyados por el movimiento 15-M y grupos antisistema, protagonizaron la tan anunciada huelga general, que en opinión de los medios de comunicación libres, constituyó un fracaso general y no porque lo digan ellos, sino entre otros indicadores, por la medición del descenso del consumo de energía eléctrica con respecto a cualquier otro día laborable.
 
A pesar de lo que hayan manifestado los cabecillas de estos sindicatos, el seguimiento de la huelga, no ha llegado al 20% de la población laboral, cifra que por otra parte sería muy inferior de no ser por la labor pedagógica e ilustrativa que tan amablemente desarrollaron los piquetes informativos, que tuvieron el detalle de explicar a los trabajadores el derecho que tenían a hacer huelga, sí o sí, y a los modestos autónomos, ilustrándolos –siempre con una extrema cortesía— de que era aconsejable que cerrasen sus establecimientos para evitar que les hiciesen añicos las lunas o arrasasen su modesto comercio.
 
Claro que esta labor pedagógica, solo tuvieron que desarrollarla en aquellos comercios a los que no les dio tiempo la noche anterior a cegarles las cerraduras de las puertas de sus establecimientos con silicona y otros materiales, que impidieran la apertura del local por la mañana. Claro que la balanza comercial se compensó, pues si bien es cierto que cientos de negocios no pudieron abrir sus puertas a la hora habitual gracias a la cívica actitud de los piquetes sindicales, en cambio quien sí hizo el agosto, fueron los cerrajeros que no dieron abasto a atender las llamadas.
 
La verdad es que no sé porqué hay tanto alarmista suelto, si con el exiguo seguimiento que la huelga ha tenido, solo nos ha costado entre 1.500 y 3.000 millones de euros, cuando en realidad de haber tenido un alcance mayoritario, nos podría haber costado hasta 8.000 millones. Es cierto que la situación económica en que nos ha dejado el gobierno del PSOE que vicepresidía el Sr. Rubalcaba, es extremadamente crítica. Tan crítica que estamos al borde de la intervención. Aunque bien mirado, si al final han de intervenirnos, total que más da que sea por 3.000 millones más o menos. Si como dijo Enrique III de Navarra para llegar a ser Rey de Francia: “París bien vale una misa”, nosotros bien podríamos decir: 3.000 millones de euros, bien vale una huelga general. ¡Ah! Y otras más que ya han anunciado los lideres sindicales, si el Gobierno no accede a sus exigencias. Sí, porque estos sindicatos que son el brazo ejecutor de la agitación social, que tan experta es en promover la izquierda española, son instituciones reconocidas por la Constitución cuya acción está invariablemente presidida por el diálogo, el acuerdo, la armonía y el buen talante. Por eso, para que ellos magnánimamente nos otorguen la paz social, siempre tienen la delicadeza de exigir, sí o sí. 
 
Aunque hay que decir que en las democracias tradicionales y consolidadas, la huelga general está absolutamente prohibida por ser considerada un delito revolucionario destinado a derribar a un gobierno legítimamente establecido.
 
El espectáculo que al mundo dio España, tuvo como consecuencia el que se desplomara la bolsa y aumentase por encima de los 360 puntos la prima de riesgo. Es decir: tras el espectáculo de la huelga, los españoles conseguimos ser más pobres. Pero ¿y el gustazo que nos dimos de incendiar muchas calles y parecernos a los griegos?
 
El que llegue a intervenirnos el Fondo Monetario Internacional, no es cosa de los sindicatos; el que haya mas de cinco millones de parados, no es cosa de los sindicatos, sino del Gobierno del PP, que para eso ha ganado las elecciones y tiene según la teoría de Manuel Chaves, que apechugar con la herencia socialista.
 
Claro que si llega a intervenirnos el Fondo Monetario Internacional —cosa que Europa diplomáticamente ya nos ha sugerido que debiéramos pedir— las medidas que del Gobierno hoy rechazamos con tan alto nivel de agresividad, serían apenas una lágrima en mitad del Océano, comparadas con las que los organismos internacionales nos impondrían. A modo de ejemplo una sola muestra que bien debería servir de aviso a navegantes: en Grecia y Portugal, países que ya están intervenidos, los salarios y pensiones, se han visto reducidos en un 20%. 
 
Claro que a cambio, esa posible intervención nos traería muchas cosas buenas. Por ejemplo, retirar todo tipo de subvención a los sindicatos y patronales. Por ejemplo, privatizar todas las televisiones autonómicas y municipales que tantísimos miles de millones nos cuestan. Por ejemplo, eliminar la duplicidad y triplicidad de muchos de los procedimientos administrativos que hoy sufrimos. Por ejemplo, eliminar todos aquellos funcionarios que no son precisos. Por ejemplo, cerrar tantísimas empresas públicas como se han creado para burlar las leyes y colocar a familiares, amiguetes y correligionarios de partido. Por ejemplo, retirar el subsidio de desempleo a todo aquel que lo estuviese cobrando y rechazase más de dos ofertas de trabajo que se encuadrasen en su especialidad.
 
Y de poco serviría que incendiásemos las calles al estilo griego que es lo que planificadamente esta alentando la hoy extrema izquierda española. Acuérdense de las palabras de Rubalcaba cuando en febrero logró hacerse con la Secretaría General del partido: “Salid a la calle, porque en Ferraz va a hacer mucho frío”.
 
Desde la misma noche de las elecciones del 20-N, la estrategia de los perdedores se basaba en erosionar a un gobierno que solo lleva tres meses en el ejercicio del poder y tratar de derribarlo por medio de la agitación callejera de la que la izquierda tiene una acreditada experiencia. Y buena prueba de ello son las palabras de Pablo Iglesias que figuran en el Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados pronunciadas el 5 de Mayo de 1910: “El partido que yo aquí represento aspira a concluir con los antagonismos sociales,... esta aspiración lleva consigo la supresión de la magistratura, la supresión de la iglesia, la supresión del ejercito... Este partido está en la legalidad mientras la legalidad le permita adquirir lo que necesita; fuera de la legalidad cuando ella no le permita realizar sus aspiraciones". Si no las palabras, ¿les resultan a ustedes familiares estos hechos? ¿Les recuerdan algo?
 
O estas otras manifestaciones que figuran en las páginas 439 a 443 del mismo Diario de Sesiones, pronunciadas el 7-7-1910: “El PSOE viene a buscar aquí (al Parlamento), a este cuerpo de carácter eminentemente burgués, lo que de utilidad pueda hallar, pero la totalidad de su ideal no está aquí. La totalidad ha de ser obtenida de otro modo. Mi partido está en la legalidad mientras ésta le permita adquirir lo que necesita; fuera cuando ella no le permita alcanzar sus aspiraciones. [...] Debemos, viendo la inclinación de este régimen por S.S, comprometernos para derribar ese régimen"
 
Pablo Iglesias, sigue siendo reverenciado como fundador del PSOE y como se puede apreciar por la actuación del partido que fundó, sus ideas siguen teniendo plena vigencia aún en nuestros días. Lástima que los socialistas de hoy, no se hayan movido ni un ápice de aquellos presupuestos e ignoren las palabras del que también fuera su presidente, Indalecio Prieto, pronunciadas en Méjico en 1967, en su discurso: «Convulsiones en España», y que entre otras cosas dijo: “Acaso en España no hemos confrontado con serenidad las respectivas ideologías para descubrir las coincidencias, que quizás fueran fundamentales, y medir las divergencias, probablemente secundarias, a fin de apreciar si éstas valían la pena de ventilar en el campo de batalla. La confrontación de ideologías, que no se hizo entonces, debe hacerse ahora. Porque es necesario un esfuerzo generoso en busca de puntos de concordia que hagan posible la convivencia, tratándonos como hermanos y no peleando como hienas." 
 
Lo cierto es que contemplando la actuación del PSOE como partido de alternancia en el gobierno, en la situación tan crítica en la que nos ha dejado España, no nos queda más que invocar las palabras de José Saramago: “Creo que no nos quedamos ciegos; creo que estamos ciegos; ciegos que ven; ciegos que, viendo, no ven”.

 

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