Este es el Manifiesto de apoyo al Obispo de San Sebastián de los cristianos vascos
José Luis Orella. Los integrantes de Foro Arbil, entidad nacida en defensa de los valores cristianos en la sociedad, asistimos estupefactos ante las reiteradas descalificaciones, cuando no insultos expresos, proferidos contra el obispo de San Sebastián, D. José Ignacio Munilla.
Para semejante ejercicio, cualquier excusa es buena: la posible actuación pastoral, la fidelidad al Papa, la defensa de la ortodoxia evangélica, la colaboración con los movimientos, la independencia de la influencia política etc., etc.
Como católicos, consideramos que únicamente desde la libre expresión de las diversas identidades y opiniones, personales y sociales, es posible dialogar y construir. Desde la ambigüedad y la ausencia de compromiso no es posible diálogo fecundo alguno. Por ello, es de lamentar que los sacerdotes guipuzcoanos incurran de forma reiterada en el vicio que tanto denuncian: la intolerancia.
El ejercicio de la libertad, por los hombres y mujeres de la Iglesia, parece molestar aquellos hijos de una pretérito desaparecido, el nacionalcatolicismo vasco. Este ya no existe, ha fenecido en una sociedad secularizada donde el cristianismo fue arrinconado por las lealtades políticas, como demuestra un PNV, acreedor de una sociedad, que ve en el aborto un derecho, y niega el de vivir. Se tiene miedo a que un hijo de la diócesis guipuzcoana, pero que ha visto mundo, como San Ignacio o Elcano, sitúe Guipúzcoa en el siglo XXI.
Bajo los pliegues de lo “políticamente correcto”, de quienes enlazan con la tradición antirreligiosa que tanto daño causó a nuestro pueblo durante décadas, se pretende instrumentalizar de forma burda a unos párrocos contra su obispo. Pero no es una lucha de nacionalismo/no nacionalismo, es algo más profundo. Se pretende la reducción de la novedad cristiana al ámbito de las sacristías; estrangulando su revitalizadora proyección social, tratando de borrar su larga experiencia de humanidad, y criminalizando sus manifestaciones públicas. José Ignacio Munilla, contra lo que dicen, es un hijo del Concilio Vaticano II, que sabe llegar a un laicado llamado a la Santidad Universal. Se quiere evitar que reúna al rebaño disperso por las diferencias políticas, bajo el cayado de la unidad del amor a los demás.
¿Quiénes son los que no admiten las discrepancias, aplaudiendo únicamente a sus corifeos? Queremos recordarles que se deben a un obispo nombrado por el Papa, para realizar la transmisión del Evangelio, y no la divulgación de una visión particular de un grupo político. Pedimos un ejercicio responsable de laicidad. Que esos sacerdotes se preocupen de realizar su ministerio, mientras los laicos nos preocupamos de los aspectos que demanda la sociedad pública.
José Luis Orella, en nombre de la Junta directiva de Foro Arbil