Fernando Ballesteros analiza la crisis del Valencia C.F.
Pobre Valencia
Lo último que le hacía falta al Valencia, estando como están las cosas por allí, era el fugaz desembarco y desaparición de Juan Villalonga. Ahora dice su gente cercana que dispone del dinero para volver y comprar las acciones que deja Juan Bautista Soler. Éste, sin embargo, ya ha dejado claro que se queda Soriano y que de venderle las acciones al "compañerísimo de pupitre", nada de nada.
Miren que ha tenido el valencianismo motivos para la felicidad en la última década: ligas, dobletes, copas, finales europeas....un no parar de éxitos deportivos que, a la hora de hacer historia, se quedan en un segundo plano, muy por detrás del dislate directivo que ha acompañado al club de un tiempo, ya bastante lejano, a esta parte.
Pero, ¿qué le pasa al dirigente valencianista de turno?, ¿hace falta estar permanentemente malhumorado para alcanzar un buen puesto en ese convulso Consejo de Administración? Repasen la nómina y ya verán que no les engaño. Tiene que haber algo genético que lo explique porque yo no lo entiendo. Uno se imagina que a los niños valencianos, cuando se portan mal, no les sacan "el Coco" a relucir, les dicen que viene el presidente del Valencia.
Deudas millonarias, guerras de familias, intereses individuales por encima de los del club. Es el aficionado "che" el que tiene motivos más que de sobra para estar eternamente enfadado con esa clase directiva que le ha tocado en desgracia.
Menos mal, por aquello del contrapeso, que frente al mal humor inquebrantable que llega desde las oficinas del club del murciélago, tenemos la sonrisilla incondicional que renovaba su contrato por cuatro temporadas con Moncloa hace unos meses. Si, hablo de Zapatero.
Y es que anda el presidente como loco con nuestros triunfantes deportistas. Y no es para menos, porque últimamente son los únicos que le dan alegrías. Pónganse en situación, entre despachos con Pedro "malas noticias" Solbes y reuniones con los portavoces de los grupos parlamentarios, tiene que ser un alivio sacar pecho recibiendo a Sastre, Nadal, las "balas rojas" de Aragonés o parte de la delegación que se nos marcha ya hacia Pekín.
Con ellos, con nuestros olímpicos han estado hoy Zapatero y el Secretario de Estado para el Deporte. A ambos les rodea cierta fama de "gafe" alimentada desde algunos sectores. Pero no teman, estamos que nos salimos y los nuestros pueden con todo. Los Juegos Olímpicos son una excelente oportunidad de confirmar que nuestro deporte sí que está en expansión.
Si estos deportistas, que son casi 300, se traen una buena cosecha de medallas, seguiremos sacando pecho y los que mandan se intentarán apropiar, como siempre, de su parte del pastel de gloria. Ya saben que las victorias tienen mil padres. Tranquilos, que por muchas que lleguen desde tierras chinas, ninguna se va a quedar huérfana. Al tiempo.