Javier Paredes. El protagonista del día es Fernando VII, que se hizo con lo corona de España como consecuencia del motín de Aranjuez, que tuvo lugar durante los días del 17 al 19 de marzo de 1808.

 Cuando Godoy comprendió que las verdaderas intenciones de Napoleón era ocupar España, aconsejó a la familia real que siguiera el ejemplo de los reyes de Portugal, que se habían refugiado en  Brasil, por eso a finales de febrero comienza a preparar el viaje, que en sus cálculos debía partir desde Andalucía. Estos planes se filtran en Aranjuez y es entonces cuando estalla el motín. Los sublevados asaltan el palacio del valido, lo que obligó a Godoy a esconderse durante dos días, hasta que empujado por la sed y el hambre tuvo que salir de su escondite. Como consecuencia, Carlos IV abdicó en su hijo, que subió al trono con el nombre de Fernando VII.

 La historiografía marxista entendía la revolución como un elemento natural, según ellos era tan necesaria y a la vez tan impersonal, como la salida y la puesta de sol. Pero en los años sesenta el profesor Corona, catedrático de la Universidad de Zaragoza, toda una autoridad en los motines del siglo XVIII, abrió los ojos a los que quisieron ver la gran patraña de la historiografía marxista, que invocaba como científicos la revolución espontánea y el sujeto colectivo de la Historia. El profesor Corona decía que toda revolución tiene plan, elaboración y objeto. Y naturalmente todo eso exige personas concretas de carne y hueso que lo lleven a cabo.

 En este caso, nada sucedió por generación espontánea, ni por la acción de alguna ley determinante, por la sencilla razón de que en la Historia no rigen tales leyes, porque la Historia es la historia de la libertad. Los amotinados de Aranjuez vinieron de Madrid el día antes y se lanzaron al asalto del palacio de Godoy a una señal dada desde la habitación del Príncipe de Asturias, el futuro Fernando VII. Así es que el motín fue organizado por el partido fernandino, aprovechando la impopularidad creciente de Godoy.