Fernández Campo aboga por que el Rey "intervenga"
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Redacción Madrid. 6 de marzo.
El ex jefe de la Casa del Rey y actual presidente de la Real Academia Española de Ciencias Morales y Políticas, Sabino Fernández Campo, abogó esta noche por que el Rey "intervenga de algún modo" para constatar la unidad de España frente a los "deseos separatistas" de algunas autonomías.
En un discurso leído en el cierre de un ciclo de conferencias organizado en el Casino de Madrid, Fernández Campo apostó por "limitar" las aspiraciones de "algunas autonomías" por la "necesidad" de mantener la unidad de España.
"No se puede pasar por alto que el Rey es el símbolo de la unidad y permanencia de España en momentos en que las aspiraciones de algunas autonomías se desbordan y presentan deseos separatistas, por lo que es muy aconsejable que el Rey intervenga de algún modo y deje constancia de la necesidad de mantener la integridad y la unidad", defendió.
El secretario general de la Casa del Rey durante el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 recordó que la Constitución Española atribuye al Rey la Jefatura del Estado, "símbolo de su unidad y permanencia". Tras subrayar su satisfacción por servir a Don Juan Carlos y dar fe de su "amor a España", Fernández Campo analizó en su conferencia el "papel moderador" del Monarca, basado en los requisitos de "información, preparación y anticipación".
El "carácter representativo" de la figura del Rey, continuó, debe llevarle a desempeñar su cargo de forma "neutral" y desde un "criterio preservador y no hostil" en el caso de que haya alguna vez un "choque" entre los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. En su opinión, "todos los poderes del Estado se apoyan entre sí", aun estando Don Juan Carlos "por encima de todos".
El ex jefe de la Casa del Rey se refería así al papel "sumamente delicado" de Don Juan Carlos a la hora de "arbitrar" en asuntos de Estado, al entender que una intervención suya no puede venir por iniciativa propia. Fernández Campo recordó que Don Juan Carlos "no ha ejercido nunca" este papel, si bien aludió a un caso en el que se le pidió que arbitrara "en un conflicto entre el Tribunal Supremo y el Constitucional".
ALTO PATRONATO.
Aun reconociendo que podría tratarse de "una sugerencia totalmente imprudente", Fernández Campo dijo "atreverse a plantear" que se creara un Alto Patronato de las Reales Academias con el fin de que el Monarca asistiera a sus reuniones y, de esta forma, mejorar su información.
En este sentido, el actual presidente de la Real Academia Española de Ciencias Morales y Políticas recordó que durante la Transición se barajó la posibilidad de crear sin éxito un "consejo asesor del Monarca", ya que "podría haber entrado en conflicto al verse como un Gabinete diferente al Consejo de Ministros". No obstante, insistió en que se "echa de menos un consejo de este tipo" con vistas a que el Rey tuviera una "síntesis de voluntades, más que para imponer un criterio".
SANCIÓN DE LAS LEYES.
Fernández Campo planteó la posibilidad de que se sustituyera la firma del Monarca en la sanción de las leyes por un sello o estampilla que "podría ser estampado por cualquier persona a quien su hubiera confiado su custodia", como ocurre en otras monarquías europeas. Esta reflexión la realizó tras recordar que Don Juan Carlos debe "sancionar y promulgar las leyes de acuerdo a lo establecido por las Cortes" ya que, de otra forma, "la negativa de la firma del Rey constituiría nada menos que su abdicación".
Don Juan Carlos "no tiene más remedio que firmar" las leyes en lo que Fernández Campo entiende como un "acto mecánico y obligado, ajeno a su voluntad". En este punto, el ex jefe de la Casa del Rey recordó las declaraciones de Don Juan Carlos cuando fue preguntado si, al igual que ocurrió con el monarca belga, estaría dispuesto a suspender sus funciones momentáneamente para no sancionar la Ley del matrimonio entre parejas homosexuales. Las palabras de Don Juan Carlos fueron: "Yo soy el Rey de España, no el de Bélgica".
Sobre esta cuestión, concluyó Fernández Campo, el Rey debe "poder anticiparse y hacer gestiones ante las altas autoridades para formular advertencias por los claros inconvenientes" que conllevaría la aprobación de algunas leyes, todo esto con "sutileza y diplomacia". La figura del Rey "no puede limitarse a una firma simbólica", sentenció.